México: la guerra sin fin
Aprincipios de 2007, a días de haber asumido la Presidencia, Felipe Calderón se enfundó el uniforme militar. Era la declaración no oficial de su llamada guerra contra el narcotráfico. Su Presidencia, que al final se presentó como “el sexenio de la salud”, será recordada por un conflicto armado que cobró, según las cifras más conservadoras, 60 mil vidas.
Al llegar a la Presidencia en 2012, Enrique Peña Nieto devolvió seguridad pública a la Secretaría de Gobernación, como bien recuerda Carlos Puig en su columna de ayer (http://bit.ly/2jivrp0).
El resultado fue desastroso, a pesar de que en un inicio la violencia parecía haber llegado a su nivel máximo. La prueba es que éste apunta a ser el año más sangriento desde 1997, cuando se empezaron a medir datos de homicidios en México.
En 2018 es posible que toque el turno a Andrés Manuel López Obrador, quien esta semana presentó su proyecto de nación (http://bit.ly/2mWiarc).
El problema es que la estrategia a seguir no difiere de las anteriores. AMLO propone una Ley de Seguridad Interior (LSI) que regule la actuación del Ejército. La propuesta no es nueva: PRI y PAN presentaron las suyas este año. Para efectos prácticos, una LSI dota de mayores facultades a Ejército y Marina en combate al narcotráfico. Quiere decir que no planea una retirada de Fuerzas Armadas a corto plazo (P. 72).
AMLO también propone aumentar la prisión preventiva, cuando en las cárceles nacionales hay saturación y autogobierno. Enviar a más gente, sin sentencia de por medio, agravaría la situación (P. 71).
Y propone crear una Guardia Nacional, similar al fallido experimento de la Gendarmería de EPN (P. 115). Estos son tres de sus ejes.
De repetir el PRI en la Presidencia, la estrategia sería la que hoy vemos. De regresar el PAN, según la plataforma del Frente Ciudadano, las cosas no cambiarían mucho. Con Morena, de creer lo que dice su Plan de Nación, tendríamos más de lo mismo.
Gane quien gane en 2018, esta guerra y su estela de sangre no tienen fin próximo.