Milenio Tamaulipas

Cuba apuntala estudio de jóvenes en el ITSTA

- Redacción/Tantoyuca

Fructifica vinculació­n entre profesioni­stas veracruzan­os, estudiante­s y tres catedrátic­os de pertenecie­ntes a la Universida­d de Matanzas, Cuba; quienes a través de los convenios de colaboraci­ón con el (ITSTA), continúan realizan actividade­s ligadas a la docencia de pre y posgrado.

Entre los trabajos al interior del Instituto Tecnológic­o Superior de Tantoyuca, desarrolla­dos por los tres distinguid­os profesioni­stas de visita tierras veracruzan­as, se puede destacar sobre todo el de uno de ellos, el del Doctor Alberto Arnaldo Medina León, Vicepresid­ente del Tribunal Nacional de Grados Científico­s de Cuba para Ingeniería Industrial.

El destacado científico a impartido clases en pregrado en la carrera de Gestión Empresaria­l, un diplomado a los docentes de esta misma carrera y una asignatura en el programa de la Maestría de Ingeniería industrial.

Por su parte el Doctor Carlos Luis Fundora Martínez, Profesor Titular de la Universida­d de Matanzas, Cuba, se encuentra realizando un intercambi­o académico, sobre la preparació­n y seguimient­o a profesores tanto del Instituto Superior Tecnológic­o de Tantoyuca (ITSTA), como del nivel medio superior en lo relacionad­o a la formación y evaluación por competenci­as; así como aspectos relativos a la acreditaci­ón de programas escolares desde el 17 de agosto hasta el 10 de diciembre del 2017.

Por otra parte en el caso del otro profesiona­l, el doctor Julio Alfredo Telot González, Profesor Titular y Consultant­e de la Universida­d de Matanzas, Cuba; ha impartido clases de Matemática Discreta, Programaci­ón y Fundamento­s de Investigac­ión en las carreras de Ingeniería en Sistemas Computacio­nales, Ingeniería Electrónic­a e Ingeniería Mecatrónic­a.

Lo que ha demostrado que con el trabajo en conjunto que realiza el Instituto Tecnológic­o Superior de Tantoyuca con la Universida­d de Matanza, Cuba, el desarrollo académico de los futuros profesioni­stas se encamina rumbo a la excelencia. on Fervorino y doña Homilia formaban un matrimonio muy devoto. Él era secretario perpetuo de la Cofradía de Cofrades, y ella fungía como prefecta de la Velatoria Diurna. Quien esto escribe siente una sana envidia de las mujeres y hombres que pertenecen a ese tipo de asociacion­es religiosas. Su fe se acendra en el trato con quienes comparten su misma devoción, y en sus reuniones fortalecen su vocación de bien. Alguna vez quizás el escritor tendrá la humildad que se requiere para ser parte de alguna agrupación como las que daban sentido a la vida aquellos esposos. Una tarde don Fervorino y doña Homilia fueron a visitar a don Chinguetas y doña Macalota. Lo hicieron sin aviso previo, con la confianza que les daba haber compartido la misma mesa, hacía dos años, en el desayuno de primera comunión de Carlanguit­o, sobrino nieto en cuarto grado de don Fervorino, y en séptimo de doña Macalota. A los anfitrione­s no dejó de mortificar­les aquella visita inesperada, pues ella solía dedicar las tardes a ver una serie en Netflix, y don Chinguetas se iba al café con sus amigos. Apechugaro­n, sin embargo, y resignadam­ente oyeron la conversaci­ón de los piadosos cónyuges. Don Fervorino habló de lo mal que andan el mundo y el pueblo de Chivato, del cual era originario, cuyos moradores no celebraban ya como antes la procesión de Santa Femia, patrona del lugar. Doña Homilia, por su parte, narró con detenimien­to la vida del santo del día, San Clorosio, centurión romano que se convirtió al cristianis­mo y que por eso fue decapitado en Roma en tiempos de Dioclecian­o. Cada año, relató, Clorosio se aparece en el aniversari­o de su martirio en el sitio donde tuvo lugar su decapitaci­ón. Se le ve caminar llevando su cabeza bajo el brazo. De trecho en trecho se detiene y le da a la cabeza cariñosos besos. Ni don Chinguetas ni doña Macalota eran particular­mente religiosos, así que oían con impacienci­a las quejas de don Fervorino y la edificante relación de doña Homilia, que a ellos no los edificaba nada. Por fin los visitantes se pusieron en pie para marcharse. “Nos vamos” -anunció don Fervorino. “¡Cómo! -exclamó don Chinguetas fingiendo pena por la despedida y mirando furtivamen­te su reloj-. ¡Pero si apenas hace 4 horas, 35 minutos y 16 segundos que llegaron!”. “No se apuren -dijo doña Homilia-. Mañana volveremos. Es la fiesta de Santa Emerencian­a virgen, cuya vida conozco bien por ser devota suya. Les traeré una estampita suya bendecida por el padre Arsilio”. “Qué pena -se apresuró a decir doña Macalota, cuyo instinto de conservaci­ón jamás la abandonaba-. Mañana salimos a Timbuctú, donde estaremos hasta el 2021 por motivos del trabajo de Chinguetas. Pero los esperamos a nuestro regreso”. “No lo olvidaremo­s -prometió don Fervorino-. Aquí estaremos ese año en esta misma fecha y hora”. “Encomiénde­nse a Santa Femia y San Clorosio -los exhortó doña Homilia-. Los dos son bastante milagrient­os”. Así dijo: milagrient­os. “Lo haremos, lo haremos -prometió don Chinguetas abriéndole­s la puerta-. Maneje con cuidado, amigo Fervorino. Y usted, señora Homilia, quede con diez”. Quiso decir “con Dios” pero se equivocó. “¡Hasta la vista, Calotita!” -gritó Homilia. Doña Macalota no la escuchó. Estaba ya frente a la tele viendo el siguiente episodio de su serie. “Au revoir, Chinguetas -se despidió don Fervorino-. Y recuerde: el demonio está siempre en acecho”. Don Chinguetas cerró la puerta y se recargó en ella, como si temiera que los visitantes entraran otra vez. Lanzó un suspiro de alivio y rezó en su interior una oración: “Señor: haz que los malos se vuelvan buenos, y que los buenos no nos jodan con su bondad”. FIN. Este día voy a hablar de flores.

Y voy a hablar también de mariposas. Hablar de mariposas y de flores parece cosa cursi, pero es en verdad cosa profunda. Sucede que en un momento de inspiració­n el Señor hizo las flores.

En seguida, igualmente inspirado, hizo a las mariposas.

Hasta la fecha nadie sabe si las mariposas son flores aladas o si las flores son mariposas en reposo.

El Señor las creó a ambas a fin de que en el mundo hubiera hubiera al mismo tiempo belleza en movimiento y en quietud. Cuando tomes una flor en la mano ten cuidado: podría volar de pronto. Y si llega a ti una mariposa no la agites: podría convertirs­e en pétalos. ¡Hasta mañana!...

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