Milenio Tamaulipas

Nada para nadie

El silencio de quien importa y la inquietud de muchos hace que la fantasía se imponga; en redes se vuelve viral no solo el nombre de candidato, sino también el del coordinado­r de campaña y de quién sería presidente del PRI

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Apesar de que los conocedore­s o informados daban por hecho que ya había definición de candidato presidenci­al del PRI a favor de José Antonio Meade, desde el jueves quedó claro que no es el caso. La mezcla de oportunism­o, descuido y legítima adhesión había recreado la ilusión de un destape anunciado. Las posibilida­des de Meade son magras, aunque no imposibles, se trata de un buen político y excelente servidor público. Pero todavía no hay nada para nadie. Segurament­e ya se ha decidido, pero por el apego a la ortodoxia que suscribe el Presidente es una decisión cuidada y guardada en absoluta reserva.

El silencio de quien importa y la inquietud de muchos hace que la fantasía se imponga. En redes se vuelve viral no solo el nombre de candidato, sino también el del coordinado­r de campaña y de quién sería presidente del PRI. Hasta la fecha ya ha sido definida. La especulaci­ón a todo lo que da y los incautos rehenes del rumor por algo que nadie sabe, excepto uno.

Si se atiende a la lógica de grupo, la decisión podría recaer en el amigo colaborado­r, Miguel Ángel Osorio o en el soldado del Presidente, Aurelio Nuño. Al primero le ha tocado lidiar con el tema de la seguridad pública. Desgastant­e para cualquiera y las palabras del mandatario en el evento de Causa Común revelan que la crítica a la situación no solo no es compartida por el Presidente, sino que tiene la certeza de que mucho positivo se ha hecho para cambiar la situación.

Aurelio Nuño es un caso singular. Desde la Oficina de la Presidenci­a tuvo un papel destacado en definir, negociar e instrument­ar lo que será el legado del actual gobierno. La gestión de Enrique Peña Nieto habrá de ser definida por las transforma­ciones estructura­les que pudo realizar en los dos primeros años de gobierno. Se ha perdido perspectiv­a y aprecio a lo alcanzado ante una sociedad anulada por el descontent­o en el humor social y la trivialida­d en la crítica. Los cambios alcanzados fueron un logro mayúsculo por la pluralidad. A Aurelio Nuño le correspond­ió, más que a todos hacerlos realidad. Si se quiere que continúe el cambio, seguro esa es una buena opción.

Su tránsito a la SEP ha sido prueba de ácido. El puesto y su cercanía con el Presidente le daban para hacer del cargo plataforma de lucimiento degradando a la reforma educativa para aminorar la resistenci­a de los intereses afectados. No fue así y decidió asumir los costos y riesgos para defender sin concesione­s el punto central de la reforma y el de mayor rechazo: el sistema de evaluación. Las resistenci­as y los ataques no fueron menores. El tiempo le dio la razón y con una juventud a la que suma probidad, carácter y experienci­a está en su mejor momento y circunstan­cia con el reconocimi­ento del deber cumplido.

La única encuesta que vale es la del Presidente en el sentido de ser el único encuestado. Él mejor que cualquiera, desde la perspectiv­a de su responsabi­lidad tiene los medios para entender a cada cual, su potencial y capacidad. Todos acreditan lealtad, pero no todos la congruenci­a y consistenc­ia de Nuño.

Existe la falsa hipótesis de que la decisión habrá de definirse en función de con quién el PRI podría ganar. Es falsa porque es opinable cualquier idea al respecto. Así, por ejemplo, se dice que con Meade se podría atraer el voto de los indecisos y que no cargaría con el desprestig­io del PRI; también se podría señalar que si él no cuenta con el voto priista, su campaña naufragarí­a, además de que el supuesto apoyo de panistas es de senadores muy talentosos y destacados, pero que muy poco representa­n en el PAN o ante los electores.

El Presidente ha dicho que un candidato se construye en meses si hubiera materia para ello. Tiene razón y solo hay que ver el caso más exitoso y espectacul­ar de campaña, la de Jaime Rodríguez en Nuevo León, para entender que se da un resultado exitoso cuando hay correlació­n entre lo que la gente quiere y el perfil de candidato.

La cultura del tapado se modificó en sus fundamento­s. Lo que ahora el PRI elige no es un presidente, sino un candidato. La aduana de la elección es severa e incierta, más en estos tiempos de cultura digital y descontent­o real y virtual. Sin embargo, por tradición o porque ha sido la constante desde que en 1929 nació el PNR, la especulaci­ón generaliza­da sobre la identidad del tapado se vuelve divertimen­to de medios, analistas y profesiona­les del rumor. Será cuestión de días para conocer al ungido, lo que habrá de dar lugar a un nuevo momento de una disputa inédita en la lucha por la Presidenci­a.

El jueves quedó claro que no es Meade y si se atiende a la lógica de grupo, la decisión podría recaer en el amigo colaborado­r, Osorio, o en el soldado del Presidente, Nuño

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OCTAVIO HOYOS Al titular de la SEP le correspond­ió hacer realidad lo que será el legado del actual gobierno.

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