La Unesco reconoce a la pizza como patrimonio cultural de la humanidad
También los sombreros de Panamá y la gaita irlandesa recibieron la distinción
La exposición Relumbrante oscuridad es un encuentro entre el neorromanticismo de Juan Carlos del Valle y la colección del Museo Nacional de San Carlos (MNSC), representada por las obras de artistas como Francisco de Goya, Charles Michel, Alberto Durero, Johann Wilhelm Cordes y Luigui Calamatta.
Antes de ingresar a la sala de exposición, conformada por 38 cuadros, Del Valle (1975) aclaró que nunca pinta pensando en el montaje de una exposición. Sus obras, explicó, son experiencias espirituales de su alma romántica.
“Para mí, pintar es amar nuevamente, como decía Ernest Hemingway; ese encuentro es como estar enamorado: no se sabe qué decir, uno entra en silencio, no encuentra las palabras, y eso es lo que siento cuando entro en contacto con la pintura, el dibujo y el grabado”, dice el artista. “Esta exposición es una colaboración muy afectiva, profunda y honesta; trabajar una muestra pensando en el público es motivante. Para mí es muy significativo estar en este museo porque lo visito desde que era niño; son decenas de exposiciones temporales que he visitado a lo largo de mi vida, y también cuando estudié pintura venía a este lugar, el único donde se podría apreciar arte europeo”, abunda el creador.
Carmen Gaitán, directora del MNSC, dijo que esta muestra les ha permitido entrar en un diálogo con piezas que no se exponen. “El tema de la exposición se liga muy bien con las piezas que tenemos: los oscuros, como los que realiza Francisco de Goya, se respetan indudablemente para hacer un puente con el siglo XXI, a través de la obra de un hombre muy calificado, muy tenaz. A todos se les ha dado el tema de la oscuridad, la luna, los vampiros y la hora del lobo, como se podrá apreciar en la muestra, que es íntima, pequeña y de gabinete, pero muy contundente y muy expresiva”.
Añadió: “El INBA tuvo esta apertura de volver a recibir a un artista del siglo XXI que revise con este detenimiento, con esa admiración, la colección del Museo de San Carlos conformada por 2 mil piezas, como lo hizo Blanca González, de la exposición”, añadió.
La crítica de arte Blanca González fue convencida por el artista para que curara su exposición: “Después de platicar mucho con Juan Carlos, yo le decía que no estaba muy convencida de que los acervos de los museos, que no son contemporáneos, se refuercen con artistas jóvenes. Sin embargo, él me convenció, partiendo de que los pintores hoy en México no tienen en dónde exponer, no hay espacios que se les abran ni hay museos que les permitan exhibirse”.
“De ahí partimos, pero le dije: ‘No quiero hacer una exposición donde utilicemos piezas con imágenes que se parezcan a tus obras; si vamos a hacer algo que signifique no un diálogo, sino un encuentro entre el artista y la colección para darle un sentido al espectador”.
La muestra estará abierta del 9 de diciembre al 25 de febrero de 2018, en el MNSC, Puente de Alvarado 50, colonia Tabacalera.
“Trabajar una muestra pensando en el público es motivante”, afirma el pintor mexicano
Nápoles, paraíso de la pizza, celebró ayer con fiestas y tajadas el reconocimiento como patrimonio de la humanidad de ese delicioso plato italiano que ha deleitado a generaciones enteras en todo el mundo. “Después de 250 años, ¡la pizza es patrimonio de la Unesco! ¡Felicidades, Nápoles!”, clamó emocionado el pizzaiolo Enzo Coccia, mientras una multitud de personas vitoreaban frente a la célebre pizzería Sorbillo. “Para nosotros es como ganar la Copa del Mundo”, confesó Gennaro Gattimolo, un fabricante de pizzas de 57 años, con delantal y manos cubiertas de harina mientras repartía porciones gratis a los transeúntes.
La decisión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, de reconocer el arte de los pizzaioli como “patrimonio inmaterial” es considerada un homenaje a la cultura napolitana.
Los discos de esa masa harinosa volaban por los aires en varios puntos de Nápoles, mientras un grupo de los galardonados pizzaioli demostraban la propia destreza para manejarla en forma espectacular.
Con esa fiesta espontánea, los napolitanos confirmaban que el arte practicado por unos 3 mil pizzaioli desempeña aún “un rol esencial en la vida social y en la transmisión entre generaciones”, tal como reconoce la Unesco.
“A lo largo de los siglos, el arte napolitano de hacer pizzas se ha basado en ingredientes claves: agua, harina, sal y levadura, todos excelentes productos que provienen del campo de Campania”, explicó Coccia.
El horno de leña, los ingredientes y la preparación, respetan una tradición que remonta al siglo XVI.
Estirar la masa y rotar los discos es algo que debe hacerse “con amor y pasión, que es lo que queremos transmitir a los demás”, asegura orgulloso Coccia.
Para el historiador Antonio Mattozzi, las primeras pizzerías nacieron a fines del siglo XVIII, en las tabernas, después de la llegada del tomate de América. Pero fue gracias a la reina Margherita la pizza alcanzó fama en el resto de Europa. En una visita a Nápoles con su marido, el rey Umberto I, en 1889, pidió probar la pizza para ganarse el corazón de los napolitanos.
Según la leyenda, la versión propuesta por el cocinero Raffaele Esposito, que incluía tomate, mozzarella y albahaca, los colores de Italia, la conquistó.
Esa receta, que lleva el nombre de la reina, fue cocinada de nuevo el miércoles en el mismo horno del palacio real de Capodimonte donde fue creada, ahora transformado en un museo de Nápoles. “La pizza es ahora patrimonio universal, muchos en el mundo no saben que es italiana”, lamentó el ministro de Cultura italiano, Dario Franceschini,
“Con la decisión de la Unesco se establece la verdad de una vez por todas: la pizza es un plato global, pero nació en Nápoles, en este horno”, se congratuló ante los periodistas.
El Comité Intergubernamental de la Unesco también reconoció como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad al sistema tradicional de Jueces de Agua de Corongo, de Perú; el método artesanal de elaboración de los sombreros de Panamá; la música de la gaita irlandesa y el Carnaval de Basilea.