La dupla Meade-Nuño
Si alguien del gabinete había salido bien librado en estos primeros cinco años de gobierno era Aurelio Nuño, hablando de los aspirantes presidenciales que el propio Enrique Peña puso en el escaparate. El área que dirigió, la Secretaría de Educación Pública, se deshizo primero de la lideresa sindical Elba Esther Gordillo; tuvo que ver con el fin del modelo oaxaqueño de que el gremio ponía y quitaba funcionarios, por lo menos hasta antes de que llegara Alejandro Murat a esa gubernatura, y sacó adelante la reforma en la materia.
Sin embargo, Nuño no prendía en las encuestas y junto a José Antonio Meade aparecía con uno por ciento de preferencias, el uno por ciento que se les adjudica en forma automática solo por aparecer en la boleta de consulta. Nuño había brincado de la Oficina de la Presidencia a la SEP y el hoy precandidato del PRI comenzó a ser considerado una vez que pasó de Relaciones Exteriores a Desarrollo Social, ambos, pues, en sectores donde se manejan abultados presupuestos.
Quien sí figuraba competitivo desde hace meses era Miguel Ángel Osorio Chong, aunque siempre arrastrando el lío de la inseguridad, responsabilidad suya como secretario de Gobernación. Por eso cuando el Presidente dijo que todos andaban despistados acaso se refería a quienes veían al hidalguense como el tapado, por su lugar en las encuestas, como la carta más conocida del PRI, con experiencia en campaña tras su paso como candidato a gobernador y ganador de esa batalla, pero de quien decíamos aquí en otras entregas que lucía vulnerable por los pobres resultados generales en el combate al crimen, sobre todo amplificado el fracaso con la cifra de ejecutados.
Hoy ya sabemos que Peña se decidió por Meade, quien, no obstante aparecer en tercer lugar debajo de Andrés Manuel López Obrador y quien salga nominado por el Frente Ciudadano, ya acumula porcentaje de dos dígitos en las encuestas, ese que da la primera consulta después de un destape. Será la dupla de él como candidato y Nuño como coordinador, ambos novatos en esas lides, con la que Peña y el PRI busquen mantener el poder a partir de diciembre de 2018, es decir, exactamente dentro de un año.