¿Pero qué necesidad…?
Cuando parecía que ya nada de lo que hace provocaría mayor sorpresa, Trump dejó estupefacto al planeta al reconocer a Jerusalén como capital de Israel y señalar que trasladará la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a esa ciudad.
Esta declaración afecta la frágil convivencia del Medio Oriente y vulnera los esfuerzos que hicieron gobiernos estadunidenses anteriores para promover una paz digna entre israelíes y palestinos, como fueron los acuerdos de Oslo de 1993.
Y, salvo la obvia aprobación del primer ministro Netanyahu de Israel, el Consejo de Seguridad de la ONU reprobó la medida, mientras que árabes y musulmanes la asumieron como una terrible agresión, al extremo que el movimiento Hamás la calificó como la apertura de la puerta del infierno… El papa Francisco, sensiblemente preocupado, manifestó que Jerusalén es una ciudad
única, sagrada para los judíos, cristianos y musulmanes, que en ella ven lugares santos de sus respectivas religiones… Y que rezará para
que prevalezcan la sensatez y la prudencia y evitar añadir nuevos elementos de tensión a un mundo de por sí sacudido y con cicatrices de muchos conflictos crueles.
En tanto que el secretario general de la ONU señaló que Jerusalén es la capital de Israel y de Palestina, al tiempo que presidentes de varios países clamaron para que la paz y la seguridad se alcance a partir de la negociación y el reciproco reconocimiento de ambos Estados y sin interferencias dañinas...
Sin duda, se trata de un acto que a Trump le habrá generado simpatías con algunos grupos, pero de ninguna manera con la mayoría de los norteamericanos, quienes vemos con preocupación los problemas innecesarios que EU acumula en el orden internacional.
Todo acto de gobierno es éticamente bueno cuando promueve el bien común y erróneo cuando no cumple esta expectativa; sin embargo, también existen actos de autoridad que, además de equivocados, son verdaderamente imprudentes, incomprensibles e irracionales, pues ningún beneficio social producen y, lo que es peor, pueden originar violencia, sufrimiento y terrorismo, como lo han presagiado varios analistas ante esta decisión del Aprendiz…
Así, el gobierno aísla cada vez más a Estados Unidos de los consensos mundiales que, sobre la base del respeto a los derechos humanos de todos los pueblos, se han alcanzado para promover mejores condiciones de bienestar y desarrollo sostenible.
Y también descalifica el papel de EU como promotor de la igualdad y la justicia y mediador de conflictos entre las naciones; en particular, en el diferendo entre Israel y Palestina, donde innecesariamente el presidente perdió la imparcialidad… ¡Uf!