Lee Kun-hee, el hombre que hizo de Samsung un gigante
Este millonario hizo de una empresa que comerciaba fruta, verduras y pescados un conglomerado tecnológico de talla mundial
En 1938, Lee Byung-chul instaló en Daegu, Corea del Sur, una pequeña empresa dedicada a la venta y transportación de frutas, verduras y pescados. En ese entonces, nadie imaginó que 80 años después sería uno de los conglomerados tecnológicos más importantes del mundo. Se trata de Samsung.
El artífice de esta metamorfosis no fue Lee Byung-chul, sino su hijo Lee Kun-hee, quien convirtió una empresa de productos de baja calidad en un grupo que aglutina a alrededor de 80 compañías de varias industrias, las cuales generan una quinta parte del producto interno bruto de Corea del Sur.
El imperio construido por la dinastía Lee es uno de los 10 más grandes del planeta, con un valor de mercado que supera los 50 mil millones de pesos, que le ha dado una fortuna personal de más de 20 mil millones de dólares, cifra que lo convierte en la persona más acaudalada de su país. Los primeros años de Samsung (tres estrellas en coreano) pasaron entre la venta de alimentos. Posteriormente la empresa se diversificó y comenzó a incursionar en sectores como procesamiento de comida, textiles, hotelería seguros y valores, pero fue hasta la década de los 60 cuando entró a un negocio que cambiaría su historia.
En 1969, ya bajo el mando de Lee Kun-hee, Samsung firmó una alianza con la compañía electrónica de origen japonés Sanyo, con la cual surgiría una mítica división conocida como Samsung Electronics.
Los primeros años no fueron los mejores y ganó fama por ofrecer productos de baja calidad. La empresa nació en 1930 en Daegu, Corea del Sur; 80 años después es una de las más importantes del mundo. El magnate surcoreano tiene una fortuna personal que asciende a más de 20 mil millones de dólares. El estado de salud de Lee Kun-hee es grave y la empresa prepara la sucesión para que su hijo tome el control absoluto.
La leyenda cuenta que en una Navidad de 1992, Lee Kun-hee decidió regalar a los altos ejecutivos de Samsung un prototipo de celular que estaban desarrollando para lanzar al mercado; sin embargo, cuando llegó a manos extrañas, las críticas y burlas sobre el producto no se hicieron esperar.
Cansado de ser señalado como ser el dueño de una empresa de segunda categoría, dio la orden a sus trabajadores de detener la línea de producción y destruir todos los productos. Las pérdidas fueron enormes, pero poco le importaron a Lee, quien se alzo con un discurso motivador para anunciar que Samsung iba a cambiar por completo.
Dio la orden de cambiar absolutamente todo y la inversión en innovación sería la principal característica. Un par de décadas después llegarían los frutos, pues Samsung se convirtió en la primera compañía en fabricar un teléfono inteligente.
En ese transcurso, la empresa de las tres estrellas se convirtió en un referente de la tecnología mundial gracias a la fabricación de línea blanca, aparatos de sonido, pantallas de alta definición, computadoras de última generación, tabletas y por supuesto, celulares de gama alta. Para crear un imperio que compite con Apple por la corona en la fabricación de smartphones, Lee Kun-hee tuvo que enfrentar una serie de escándalos que empezaron desde su llegada a la presidencia de Samsung.
Entró a trabajar en Samsung Group en 1968 y en 1987 fue nombrado presidente de la compañía, dos semanas después del fallecimiento de su padre. Su llegada a la máxima silla estuvo llena de problemas familiares, las cuales continúan hasta la fecha, dado que su hermano y hermana mayores nunca estuvieron conformes con la decisión. Su capacidad empresarial nunca ha estado en duda; sin embargo, los capítulos oscuros en su vida han sido una constante, sobre todo los relacionados con acusaciones de sobornos al gobierno, lo cual llevó a Lee a retirarse de la presidencia de Samsung en 2008, pero regresó en 2010. Actualmente su estado de salud es grave y su hijo Lee Jae-yong se prepara para tomar el mando. No obstante, las dudas se han apoderado de la compañía, toda vez que el heredero ha caído en prisión acusado de una serie de sobornos.