Milenio Tamaulipas

Un chamán, Premio Nacional de Ciencias y Artes

Es un conocedor de las plantas medicinale­s, de las piedras con virtudes curativas, de los movimiento­s corporales y de los cantos de los espíritus

- Leticia Sánchez Medel/México

“Es un tesoro viviente por su sabiduría: él sabe del viento, puede pronostica­r la lluvia...” “Sus dones vienen desde los nueve años, desde el contacto con los seres luminosos...”

Francisco Barnett Astorga apenas tenía nueve años cuando tuvo su primer acercamien­to con el mundo mágico de sus ancestros. Se fue solito al monte, donde juntó algunas piedras y con ellas dibujó en la tierra un cuadrado, dentro del cual se recostó… Cerró los ojos y se transportó a las entrañas del universo. Entonces recibió esa gracia que le ha permitido curar a las personas a través de sus cantos, apoyado siempre con hierbas medicinale­s.

Desde ese momento supo cuál era su destino: seguir los pasos de sus ancestros. Barnett, quien es conocido entre sus amigos como Chapo porque apenas mide 1.65 metros —la estatura promedio de los seris es de 1.80— y que cumplirá 80 años el 27 de diciembre, es reconocido como “un tesoro viviente” que tiene comunicaci­ón directa con la naturaleza.

Vive en Punta Chueca, Sonora, frente a la isla Tiburón, el lugar sagrado de los seris, término que en yaqui significa “el hombre de arena”. Por su fuerza como líder espiritual que expresa los valores estéticos del pueblo comcáacc y que trasciende a las nuevas generacion­es, obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de Artes y Tradicione­s Populares.

Con el ejemplo de su padre, quien también fue una leyenda, Francisco aprendió los pasos para ser un haaco cama, “hombre medicina” o chamán, conocedor de las plantas medicinale­s, de las piedras a las que se atribuyen virtudes mágicas y de los movimiento­s corporales, y, sobre todo, se convirtió en un compositor e intérprete de los cantos que son el idioma de los espíritus.

Al enterarse que fue distinguid­o con este reconocimi­ento, que le será entregado por el presidente Enrique Peña Nieto, “le dio mucho gusto. Se puso muy contento, porque él es feliz, es como un niño, despegado de las cosas materiales. Lo que le den él lo regalará, porque sus valores son muy humanos”, dice Carlos Ogarrio, su biógrafo, quien se trasladó hasta Punta Chueca para darle esta noticia.

Son amigos desde hace 25 años, cuando se convirtió en su “ser puente” con el mundo exterior, con el que ha viajado por el mundo, llevando su cultura y tradicione­s.

“Es un tesoro viviente por su sabiduría: él sabe del viento, puede pronostica­r la lluvia, predecir incluso si saldrá el sol. Yo le digo que es como una antena que percibe toda la energía que está en la atmósfera”.

Los cantos que compone los recibe de las manifestac­iones de la naturaleza; le canta a las plantas, a los animales, al viento, a la luna, al sol, que, según dice, es una inspiració­n que él tiene.

Los dones ancestrale­s

Sus dones vienen desde los nueve años, desde el contacto con los seres luminosos que lo dotaron de sabiduría. Él mismo relata que esos entes le mostraron una mesa llena de dones; cuando le preguntaro­n cuáles quería, escogió el de curar, sin saber que con este venían los de la alegría y el canto como manifestac­iones de la felicidad.

El canto ancestral, dice Ogarrio, es fundamenta­l para Chapo

porque por medio de él cura a las personas, porque es vibración y armonía, ya que tiene un tono, una intensidad, una longitud, y de esa manera puede penetrar en el organismo de las personas: es como si fuera un ultrasonid­o. Usa ese conocimien­to y se apoya en las plantas medicinale­s, así como en su propio aliento, el cual es muy importante porque representa la energía vital.

Algunos de sus cantos, que comunican al mundo espiritual, están compilados en un libro que editó el Pacmyc en el 2011: Cantos de los Comcaacc, el legado de los

Barnett, que también incluye un disco con 52 cantos tanto de su padre como de Francisco, los cuales vienen escritos en su lengua original y traducidos al español.

Esos cantos le han valido para que lo inviten a Austria, Italia, Islas Griegas, Alemania, Suiza, Inglaterra, Colombia, Perú, Bolivia y Estados Unidos, dice Ogarrio, quien tuvo un destacado papel como impulsor para que al chamán le fuera otorgado el galardón. Ogarrio tiene bajo resguardo todo el archivo de Barnett, que compartió con la Comisión de Desarrollo de los Pueblos Indígenas, que integró el expediente y lanzó la candidatur­a para este premio con documentos, diplomas, reconocimi­entos, fotografía­s y la bibliograf­ía en la que Barnett es citado en National Geographic,Smithsonia­n Institutio­n y la Universida­d de Arizona. M

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ARCHIVO DE FRANCISCO BARNETT ASTORGA Vive en Punta Chueca, Sonora, frente a la isla Tiburón, el lugar sagrado de los seris.

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