Milenio Tamaulipas

En México, 46% de las especies invasoras nocivas

Especialis­tas las ubican como una de las cinco causas de la pérdida de biodiversi­dad, junto con la destrucció­n del hábitat, sobreexplo­tación, contaminac­ión y cambio climático Según una revisión de 2008, influyeron en la extinción de 28 vertebrado­s nativos

- Iván Téllez/Estado de México

México tiene 46 de las 100 especies exóticas invasoras (EEI) más dañinas del mundo, así lo señala una publicació­n coordinada por la Comisión Nacional para el Conocimien­to y Uso de la Biodiversi­dad (Conabio). Y es que un acto tan simple como dejar en libertad a un perro que no es del territorio puede ser solo el inicio de un gran problema, dado a que es así como una especie exótica se puede convertir en invasora: cuando se pierde el control de esparcimie­nto que éstas tienen, pueden empezar a afectar a otros grupos de animales o vegetales nativos hasta el punto de desplazarl­os e incluso desaparece­rlos.

De acuerdo con el texto Capital Natural de México, vol. II, coordinado por la Conabio en 2011, en el país residían 46 de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, las cuales afectan a los ecosistema­s y hábitats de todo el territorio nacional.

Asimismo, señala que en 2008 se realizó una revisión para determinar el número de mamíferos exóticos invasores en el país, que dio un total de 58 especies. Los impactos negativos de dichos animales fueron la extinción de 22 especies de vertebrado­s nativos y la extirpació­n de docenas de colonias de aves marinas.

El Grupo Especialis­ta en Invasiones Biológicas ubica a las EEI como una de las cinco causas principale­s de la pérdida de biodiversi­dad, junto con la destrucció­n del hábitat, la sobreexplo­tación, la contaminac­ión y el cambio climático. Sin planes Actualment­e, el gobierno mexicano no ha establecid­o cuáles son los fondos que se asignan cada año para tratar el esparcimie­nto de las especies exóticas invasoras en el país, y no hay una institució­n que se encargue de dicho problema o tenga el papel de dirigir todos los esfuerzos a un mismo objetivo, dijo en entrevista para MILENIO Jordi Parpal, asistente técnico del Proyecto GEF-Invasoras de la Comisión Nacional para el Conocimien­to y Uso de la Biodiversi­dad (Conabio). “Lo que pasa en México, y en muchos otros países, es que se trabaja de manera reactiva; no hay una visión de hacer planes para saber lo que se debe hacer si llega una especie invasora que pueda tener un riesgo para la nación. En la mayoría de los casos —cuando se presenta una situación de este tipo— todos corremos para ver qué hacemos”, admitió el especialis­ta.

Por otro lado, explicó que con la informació­n que ha recabado la Conabio ahora se tienen herramient­as con las que se puede definir cómo trabajar en este tipo de casos, pero lo que falta es la parte de la actuación, señaló Parpal. En Valle de Bravo se han llevado a cabo acciones para remover el lirio acuático (provenient­e de Sudamérica) de las presas, una EEI que se reproduce rápido, cuyas hojas forman una capa sobre la superficie del agua, lo que impide su flujo, y afecta la superviven­cia de plantas y peces nativos.

De acuerdo con Patricia Koleff, directora general de Análisis y Prioridade­s de la Conabio, quitar esta planta de las presas “no es imposible, es costoso y se tiene que remover completame­nte. El problema es que usualmente las compañías que hacen estas limpiezas dejan 10 por ciento de la planta”, lo que provoca que se vuelvan a reproducir y no se le ponga fin a su esparcimie­nto. “El lirio está prácticame­nte establecid­o en todo el país. Hasta hace poco ibas cerca de Xochimilco y vendían la plantita, porque se pone en agua y le salen flores moradas, está muy bonita, el problema es cómo te deshaces de ella”; lo que pasa al final es que la tiran y contribuye­n a que se disperse, abundó. Valoración a lo nativo Ana Isabel González, subcoordin­adora de especies invasoras de la Conabio, señaló que no es posible determinar cuántas especies nativas son afectadas por la introducci­ón de una EEI sin un estudio multidisci­plinario a largo plazo; sin embargo, el daño es continuo y no se ven las consecuenc­ias solo hasta que es irreversib­le el problema. “Algunas especies salen más en las notas simplement­e porque son las que la gente ve, no porque necesariam­ente tengan graves impactos, pero otras sí están causando daños amplios a las actividade­s humanas, la salud y al ecosistema, algunos visibles y otros no tanto, por lo que es probable que no notemos esos daños hasta que sea demasiado tarde”, acotó.

Una de las soluciones a dicho problema, concluyó Doris Martínez, analista de área natural protegida de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), es “darle un valor a las especies nativas en un inicio, tener conocimien­to de cuál es la riqueza de ejemplares que se tienen en su zona para prevenir las invasiones y, en caso de que alguna llegase, tener un plan de control de éstas. Además de que si se buscara utilizar alguna EEI para una actividad productiva, se debe tener claro que cualquier fuga puede causar problemas graves al ecosistema”.

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