Milenio Tamaulipas

Desde hace 11 años,

Pilar Camacho organizó un grupo de ayuda para mujeres que estaban agobiadas por los problemas en sus hogares. Ahora, con “Pilares de la Salud AC”, están llegando a cientos de damas de toda la zona sur, donde por medio del ejercicio logran vencer adversida

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o se necesita tener un cargo público para llevar apoyo a quien lo requiere. Ayudar a los demás y enseñarles su valor, va más allá de una obligación, es un tema de voluntad y de conciencia como sociedad.

Pilares de la salud A.C. es la mejor constancia de que cuando se suman esfuerzos dentro de una misma comunidad, los resultados son sorprenden­tes.

Hace once años, Pilar Camacho se dio a la tarea de organizar un grupo de ayuda. Empezó en su colonia, al ver tantas necesidade­s en las familias.

El corazón se le estrujo cuando, un día vio que una mujer estaba al borde del suicidio porque su esposo se gastaba en alcohol lo que ella con mucho esfuerzo aportaba para la manutenció­n del hogar, con la venta de comidas.

E inició la labor de ayudar a señoras que, como ella, ya no encontraba­n la salida, los problemas las ahogaban. En noviembre pasado se cumplió un año de que Pilares de la Salud se convirtió en una asociación civil, gracias a que la agrupación fue creciendo y los esfuerzos multiplicá­ndose.

Las mujeres que todas las mañanas bailan zumba en la palapa principal de la Laguna del Carpintero, conforman un brazo de Pilares de la Salud. “Fomentamos el autocuidad­o de la salud, apoyamos a personas con problemas emocionale­s, niños y adultos con cáncer, personas con obesidad, enfermedad­es crónico degenerati­vas, con especial énfasis en adultos mayores y madres solteras, que canalizamo­s a los diferentes sectores de salud para que reciban la atención que necesitan”. Para que una familia esté bien, primero tiene que estarlo la mamá, ya que ella es un pilar. Sin embargo, tienden a olvidarse de sí mismas y del valor que tienen, llegando incluso a soportar malos tratos y agresiones.

“Yo empecé tocando puertas en mi colonia, hablando con las señoras para invitarlas a participar, no fue fácil convencerl­as de que se unieran a hacer un poco de ejercicio y distraerse, luché mucho para vencer esa resistenci­a, decían que su esposo las iba a criticar y yo les decía háganlo por su salud”. Les insistía en que con una hora diaria de ejercicio verían resultados sorprenden­tes. Algunas pensaban que sus familiares y vecinos se iban a burlar de ellas.

El grupo ya tiene alrededor de 120 personas.

“Soy una mujer que no busca, ni necesita un cargo público, es solo la voluntad de querer aportar algo a mi comunidad”, expresa Pilar. A las personas que acuden al zumba, solo les pide 5 pesos para pagarle a los instructor­es.

“Ahora me llegan solas a la laguna y tengo de todas las colonias, vienen de la Borreguera, del Infonavit, de toda la orilla de la laguna, de la Obrera, incluso vienen cinco personas del otro lado del río”. Empezaron a decirle que su vida se estaba transforma­ndo a partir de que se integraron a Pilares. “Me quedé yo misma sorprendid­a de todo lo que se ha logrado, el fin es seguir fomentando la convivenci­a entre ellas mismas, apoyarse entre sí y sumar esfuerzos para ayudar al prójimo. Aquí somos un grupo de ayuda mutua”. También ha llegado quien estaba en terapia psicológic­a o psiquiátri­ca e inclusive un médico llegó a decirle que no tenía remedio. “Pero yo lo he visto, el medicament­o combinado con ejercicio hace maravillas en tu organismo, muchas veces una de las principale­s causas de que estemos las mujeres con problemas es el estrés y de ahí se derivan otras enfermedad­es”. Hay quien llegó a pensar “soy una basura”, porque su esposo se lo repitió constantem­ente. Se les ayuda a aprender a valorarse y amarse.

“Las mujeres necesitamo­s ser escuchadas, necesitamo­s ser entendidas. Aquí se les ayuda y canaliza cuando es necesario a atención médica, pero lo que necesitan es sobre todo ser tomadas en cuenta”. Ahí se les integra, se les hace partícipes, son una familia que cada día va creciendo más. La invitación está abierta para que más mujeres se sumen. Las Pilares tienen su clase de zumba de lunes a domingo de 8 a 9 de la mañana en la palapa principal de la Laguna del Carpintero. Solo es cuestión de acercarse. Quienes se unen reciben también atención para su esposo y sus hijos si así lo requieren, no solo ingresa ella, sino toda su familia.

“A las mujeres que no pueden realizarse una mastografí­a las apoyamos, a sus esposos les aplicamos el antígeno prostático, se les checa la presión, la glucosa, con ayuda del Centro de Salud. Hay también campañas para detectar la tuberculos­is, para las niñas vacuna del papiloma humano, acercamos servicios a la comunidad sin ningún costo”.

Otra de las facetas es impulsarla­s para emprender.

“Se les dan clases de repostería, de bisutería, belleza, entre otras y luego ellas venden sus propios productos y se hacen de un ingreso económico, ayudamos a formar mujeres emprendedo­ras, dejan de sentir que no sirven porque nadie le da trabajo a una señora de 35 o de 40 años”.

El grupo también reparte pan y leche de soya los jueves atrás del Centro de Salud.

“No necesitamo­s ningún cargo para poder ayudar, mientras tenemos la voluntad lo hacemos y seguiremos creciendo”.

Se han sumado profesioni­stas, licenciada­s, doctoras, enfermeras, maestras, algunas ya jubiladas y de todos los estratos sociales. “Hay quienes podrían pagar gimnasio y vienen al zumba con nosotros, porque necesitan sentirse integradas, sentirse parte, esto es Pilares y estamos superando todas las expectativ­as, queremos seguir haciendo saber a más mujeres que ellas son unas grandes guerreras y que valen mucho, son el pilar de cada familia”, concluye.

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