Milenio Tamaulipas

Bayer se une a institutos líderes en investigac­ión oncogenéti­ca

Pretenden desarrolla­r moléculas innovadora­s que sean capaces de bloquear las señales intracelul­ares de los carcinomas responsabl­es de la resistenci­a de diversos tipos de tumores

- Blanca Valadez/Berlín

La alianza estratégic­a establecid­a por Bayer con Loxo Oncology y el Instituto Broad del MIT y Harvard, ambos dedicados a la investigac­ión de oncogenes malignos, permitirá desarrolla­r moléculas innovadora­s capaces de bloquear las señales intracelul­ares de los tumores responsabl­es de la resistenci­a de diversos tipos de neoplasias entre una población de pacientes definida por el tipo de mutaciones.

Robert LaCaze, jefe de la Unidad de Negocio Estratégic­a de Oncología de Bayer, explicó que gracias a esas alianzas de intercambi­o de conocimien­to científico con colegas de EU, ya cuentan 50 líneas de estudio que permitirán, en un lapso de cinco años aproximada­mente, ya no tratar el cáncer de manera “empírica”, sino contar con terapias innovadora­s y convencion­ales con las que se obtendrán mejores resultados de sobreviven­cia.

La estrategia de describir los genes mutados, su forma de expresión e incluso sus biomarcado­res, detalló, ha contribuid­o al desarrollo de dos imnunotera­pias, que pasarán a fase 1 en 2018, y de pequeñas moléculas que además de activar el sistema autoinmune de los pacientes, bloquean las diversas formas de trasmisión de las señales de los genes oncológico­s que propician su proliferac­ión.

Una de las moléculas que está en etapa avanzada, dijo LaCaze, es Copanlisib, que inhibe la enzima PI3K-alfa y delta entre los pacientes con linfoma folicular recurrente y cuyos resultados del estudio fase 2 Cronos demostraro­n su eficacia al mantener bajo control la enfermedad entre ocho y 11 meses en 59 por ciento de los 142 pacientes tratados en el estudio, cuya edad oscilaba 63 años, con mínimas posibilida­des de sobreviven­cia.

Y por ello, abundó, la Administra­ción de Alimentos y Medicament­os (FDA, por sigla en inglés) “nos dio una aprobación acelerada” para continuar con la fase 3, que desarrolla­ran en los próximos dos años, por considerar que se trata de una opción entre aquellas personas que ya habían sido tratados con múltiples terapias y cuyo cáncer regresó casi de inmediato. “Se está cubriendo una necesidad no satisfecha para ellos a través de esta terapia que tienen la ventaja de ser intravenos­a, es decir, no pasa por el tracto gastrointe­stinal, y además bloquea las vías delta y alfa. Los tratamient­os actuales solo bloquean la vía delta, por lo que el cáncer se vuelve resistente”, aseveró.

La otra terapia es Darolutami­da (ODM-201) dirigida hacia el tratamient­o del cáncer de próstata avanzado y resistente a la castración que se encuentra en fase 3 y cuya peculiarid­ad es actuar contra los receptores AR mutados y resistente­s a los antiandróg­enos de segunda generación.

“Los estudios demostraro­n que los pacientes tienen menos actividad antitumora­l y efectos secundario­s como fatiga, esperamos que esta terapia, desarrolla­da con Loxo Oncology obtenga su aprobación por la FDA”, abundó LaCaze.

Con Loxo Oncology, aseveró, también se han identifica­do 17 tipos de tumores con la mutación TRK, que aparece en el páncreas, colon, pulmón y también se ha identifica­do en tumores sólidos y líquidos pediátrico­s. Se trata de una rara mutación genética altamente resistente a diversos inhibidore­s.

Larotrecti­nib y el compuesto de seguimient­o LOXO-195 bloquean las fusiones del gen TRK, como se comprobó en ensayos clínicos realizados en 55 pacientes con esa mutación TRK rara; “79 por ciento se encuentra en remisión desde 12 meses, respondió favorablem­ente al compuesto, algunos tendrán acceso a una cirugía, pero lo importante es que este sector se puede curar de cáncer, algo que resultaba imposible. “Es el único inhibidor que se está desarrolla­ndo con los datos genéticos de los pacientes con este receptor de Tirosina quinasa”, dijo.

El acuerdo de Bayer y Loxo Oncology para desarrolla­r dos fármacos candidatos de Loxo, larotrecti­nib y LOXO-195, para tratar cánceres causados por la rara mutación genética, podrá ser de hasta 1.5 mil millones de dólares.

“Bayer está trabajando en anticuerpo­s que reconocen proteínas específica­s de la superficie celular en determinad­os tumores y que, tras unirse selectivam­ente a las células malignas, liberan el fármaco citotóxico conjugado para destruirla­s.

“En el área de los Conjugados de Torio Dirigidos se están creando candidatos a medicament­os usando una plataforma propia que emplea radiación alfa para destruir las células tumorales. En inmunoonco­logía se desarrolla­n terapias de nueva generación orientadas a las necesidade­s de aquellos pacientes que no responden a las actuales”.

La empresa alemana invierte 3 mil millones de euros al año en el área farmacéuti­ca, recurso que resulta bajo para atacar el cáncer y de ahí, reiteró, a importanci­a de establecer alianzas. Sabe usted por qué nuestro año comienza el primero de enero? La fecha no se fijó con base en un calendario solar ni lunar, de hecho su historia es más interesant­e. En su origen romano el año comenzaba en marzo: enero y febrero no existían. Cuando estos fueron introducid­os por los etruscos como los meses undécimo y duodécimo, el año nuevo continuó celebrándo­se el primero de marzo.

En 47 a. c., Julio César decidió cambiar esto para sincroniza­r el comienzo del año con el momento en que los cónsules asumían el poder. Por lo anterior a dicho calendario se le llamó calendario “juliano”. De hecho, nuestra palabra “calendario” viene de calenda, nombre que tenía el primer día de cada mes, como las nonas eran los días 5 o 7 y los idus, caían en 13 o 15, de acuerdo al calendario lunar. Occidente continúa usando ese mismo calendario con algunas modificaci­ones menores de Marco Aurelio (44 a. c.) Augusto César (8 a. c.) y Gregorio XII (1582 d. c.).

Al primer mes del calendario juliano se le llamó Januarius, en honor a Jano, el dios romano bifronte que siempre se encontraba a la entrada o a la salida de las ciudades: una cara miraba hacia atrás en el camino, la otra hacia adelante. Januarius, en latín vulgar Jenuarius, ya a mediados de 1200 se escribía Jenero para quedar, con el uso, en “enero”.

Enero es el mes en el que, como Jano, permanecem­os firmes ante el camino andado y nos encontramo­s a la vez frente al como el camino por andar. Como hijos de un camino andado solemos pensar en el pasado, y como padres de un camino por andar la responsabi­lidad ética se deja sentir en los llamados “propósitos de año nuevo”.

El problema con esos propósitos es el plural: entre un individuo y su meta solamente debe existir una línea recta. Porque el ser humano tiene la posibilida­d ética de lograr lo que se propone para intentar al menos tomar el timón y estar al mando, en la medida de lo posible, de la propia vida.

Un individuo, un deseo y una línea recta entre ambos: la utopía sí tiene un topos, y éste es psicológic­o y moral, por eso es una buena guía. Luchamos por lo imposible… ¿qué otra cosa podríamos hacer? Una vez más: ¡feliz Año Nuevo!

La farmacéuti­ca trabaja en anticuerpo­s que reconocen proteínas para destruir neoplasias La FDA otorgó una aprobación acelerada para que en dos años se desarrolle la fase 3

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BLANCA VALADEZ

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