Milenio Tamaulipas

“Que la poesía muestre la herida y luego el remedio”

Reconoce la generosida­d de Octavio Paz para introducir­lo en la riqueza cultural de México, “esta maravillos­a nación” de América

- Jesús Alejo Santiago/México

Ronny Someck (Bagdad, Irak, 1951) es uno de los poetas israelíes más importante­s en la actualidad. Si bien hay en su mirada literaria una apuesta que va más allá de la pertenenci­a a un pueblo o a una geografía, su país de nacimiento termina de marcar su paso por el mundo. “Mi cultura es la de la lengua, pertenezco al pueblo que la hizo; sabemos que con una palabra podemos matar, pero también construir un mundo. Eso no le importa al poeta; lo relevante es construir algo que deje una huella, en particular a partir de un idioma tan viejo como el hebreo, en el que todo lo que podemos decir ya le hemos dicho en el pasado. “Tengo un texto que se llama ‘Canción patriótica’, metáfora de la multicultu­ralidad. Cada poeta construye su propia torre, y el género es como un terreno lleno de estos edificios. Me alegra que Dios haya hecho que hablemos en diferentes idiomas, porque sería muy aburrido si lo hiciéramos en una sola lengua”, dice.

La bibliograf­ía de Someck consta de 11 libros de poesía y dos para niños, aunque en español solo se han publicado seleccione­s de sus obras. Se considera un gran lector de la literatura hispanoame­ricana. “He estado dos ocasiones en México, pero de una manera espiritual no es mi segunda ocasión en el país: la persona que me abre la puerta a un lugar o a un Estado es un poeta, y gracias a Octavio Paz conocí este país, quien no solo es un vate que habla de su historia personal, sino también

“Mi sueño es que mis palabras muestren las heridas, pero también sean el remedio”, dice

es alguien que marca las líneas de esta maravillos­a nación”.

Para él, la postura de Paz se define con la idea de que vivía en un país que es como un juego, en el que todos saltan al mismo tiempo, mas el Nobel quería que se escuchara su voz personal, no el coro de voces: “Su palabra es una mezcla entre la realidad y el surrealism­o, lo cual saca a la poesía de su barrio y se transforma en algo mucho más visual”.

Añade: “Cuando escribo un poema y alguien me pregunta adónde vas, mi respuesta es: ‘Cuando regrese te cuento adónde fui’. En cada uno de mis poemas trato de encontrar algo que me vaya a sorprender. Fui un niño tartamudo y, como alguien que tenía muchas dificultad­es para decir las palabras, les tengo mucho respeto. Para mí, hablar o escribir es como romper una piedra. Por eso tengo que buscar a las que aún no conozco”.

Palabra privada

“Soy un iraquí-pijama, mi mujer es rumana y nuestra hija es el ladrón de Bagdad. Mi madre continúa cocinando con agua del Tigris y del Éufrates, mi hermana ha aprendido a hacer pirushquis de la madre rusa de su esposo. Nuestro amigo, un marroquí de navaja, clava un tenedor de acero inglés en un salmón crecido en las costas de Noruega. Todos somos obreros en el paro despedidos por los defectos de la torre que quisimos construir en Babel. Todos somos las lanzas afiladas que Don Quijote levantó contra los molinos de viento. Todos continuamo­s escupiendo a las estrellas deslumbran­tes un momento antes de que la Vía Láctea se las trague”, escribe el poeta en “Canción patriótica”.

Para Someck, si bien la palabra es privada, la identidad termina por ser colectiva; por ello uno de sus propósitos es que su poesía sea como una gota de tintas que, al ponerse en un vaso de agua, termine por hacer que toda se vuelva azul.

“En la poesía estás muy expuesto; la única arma que posee el poeta es la metáfora: quiere pintar las cosas con una fuerza que no alcanza a tener la palabra misma. “Este es un mundo que me gusta vivir, uno que tiene su identidad en la poesía, pero no cree mucho en las fronteras. Mi pasaporte poético está lleno de sellos porque tener solo uno sería muy aburrido”.

Someck está consciente de que su poesía aborda sus experienci­as de vida; cuando escribe piensa solo en él, pero lo publica porque siente que las páginas escritas en ese cuaderno personal también pueden pertenecer a otros. “Escribí un poema sobre mi hija, y tras unos años recibí una carta desde Holanda, de alguien que no me conoce, para decirme que usó esa letra en el nacimiento de su hija. Mi sueño es que mis palabras muestren las heridas, pero también sean el remedio”.

 ?? JESÚS ALEJO ?? “Me alegra que Dios haya hecho que hablemos en diferentes idiomas”, afirma el escritor.
JESÚS ALEJO “Me alegra que Dios haya hecho que hablemos en diferentes idiomas”, afirma el escritor.

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