Milenio Tamaulipas

“La asociación de ensaladas mexicanas Hillary”

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4ué razón tuvo Seth Meyers al decir que todos los conductore­s en la subsecuent­e temporada de premios, después de los Globos de Oro, deben haberlo estado estudiando cuidadosam­ente para ver si metía o no la pata en una temporada tan, pero tan difícil por el prepondera­nte tema de acoso sexual. Con la gran mayoría de las mujeres vestidas de negro, promoviend­o el mensaje de Time’s Up, la comedia no era un asunto fácil.

Los resultados de los premios los pueden revisar en la primera página de ¡hey!, pero por hoy y también por cuestiones de espacio vale mucho la pena ver cómo navegó, con gran destreza, el conductor y comediante en un año que cualquier error en el mejor de los casos solo podría resultar en un linchamien­to mediático.

Hacer referencia a algo que hace muy feliz a muchos en Hollywood, el hecho de que desde hace una semana se puede comprar mariguana con fines recreativo­s en California, arrancó aplausos. La acotación de que ya no se puede llevar a cabo el acoso sexual muchos más. Primera barrera librada.

Pero era cierto, el tema de la libertad para las personas (mujeres en general, pero personas) de poder llevar a cabo su trabajo sin sufrir acoso fue el más presente de la noche, dejando atrás otras cosas que generalmen­te se llevarían los titulares. Por eso Seth hizo énfasis en el hecho de que él no solo no tiene poder en Hollywood, sino que ni siquiera es el Seth más poderoso del lugar, apuntando a Seth Rogen.

Se aventuró a decir que invitaron a varias mujeres a hacer su chamba de conducción, pero cuando preguntaro­n: “¿Dónde es?” y les dijeron que “en un hotel”, ninguna aceptó. Ouch. Risas. Uff.

Logró impactar al público con su referencia, sin piedad (no que la mereciera) a Harvey Weinstein, de quien dijo nadie volvería a ver en una ceremonia de premios hasta dentro de 20 años, cuando aparecería en el InMemoriam, respecto a las personas que murieron ese año. Y dijo que sería la primera vez que en esa sección se escucharía­n abucheos.

Kevin Spacey tampoco salió muy bien librado de los chistes, pero lo que realmente debe haberle dolido al ex protagonis­ta de House of Cards fue cuando Mayers preguntó si también ahí lo remplazarí­a, como hizo en All the Money in the World,

Christophe­r Plummer. En tal caso, esperaba que Plummer sí pudiera hacer un acento sureño, porque Kevin nunca pudo. En otras palabras, le pegó donde nadie había tenido quejas antes: en su actuación.

¿Otro chiste incómodo, pero exitoso en el contexto?, “La

forma del agua recibió la mayor cantidad de nominacion­es, aunque admito que cuando supe que una joven se enamoraba de un tipo mayor y asqueroso y dije, ‘¡No, no otra película de Woody Allen!’”. Chale, dijimos los fans de Woody Allen, pero no pudimos evitar la risa. (¡Y Guillermo ganó, así que tomen! Ja).

Aunque la verdad, en la misma semana que se proclamó un genio, a tres días que salió el libro que básicament­e lo declara como un incompeten­te mental que, entre otras cosas, se encierra en su cuarto para comer McDonald’s por miedo a ser envenenado, Donald Trump fue víctima del mejor chiste del monólogo: “Prensa Extranjera de Hollywood”, dijo Meyers, “Las únicas palabras juntas que harían enojar más que eso al presidente sería La asociación de ensaladas mexicanas Hillary”. Bravo, Seth. Lo lograste. Y quiero dos para llevar.

¡Que alguien me explique!

¿Por qué decidió la presidenta de la Asociación de la Prensa Extranjera ser prácticame­nte la única mujer de todos los Globos de Oro (que ellos organizan) vestida de rojo y no de negro?

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REUTERS

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