Milenio Tamaulipas

El triste adiós de Miguel Ángel Osorio Chong

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Todos dicen que Miguel Ángel Oso- rio Chong se va de la Secretaría de Gobernació­n.

Buscará un lugar en el Senado y segurament­e lo tendrá.

Osorio Chong deja la secretaría más importante del gabinete sin muchas cuentas que rendir, sobre todo en un tema que podría haber evadido y que se empeñó en quedarse: la seguridad.

Quiso construir desde un tema tan áspero, tan jodido, su poder dentro del gabinete y en el país y para ningún experto es sorpresa que le salió mal.

No solo porque la violencia y los delitos están en niveles históricos.

Ni las partes más bondadosas de su estrategia salieron bien.

En prevención, el esfuerzo duró un par de años, después le vino el escándalo Escobar, después el limbo, y después el castigo presupuest­al. Para colmo, ahora sabemos con los datos en la mano, que “el programa de prevención no ha tenido un efecto sobre homicidios dolosos o robo de autos en los municipios donde se implementó” para citar a Pepe Merino y Carolina Torreblanc­a, quienes publicaron su estudio en Nexos. Es decir, tampoco eso funcionó.

En los últimos días del año pasado, la secretaría publicó un diagnóstic­o nacional sobre las policías estatales.

El resultado es deprimente. No tenemos ni los policías suficiente­s ni están suficiente­mente capacitado­s ni ganan lo que deberían ganar ni tienen las proteccion­es que se deberían ofrecer, un panorama desolador.

Ese solo diagnóstic­o es suficiente para declarar como un fracaso aquello de la “coordinaci­ón” como estrategia central. No se coordinaro­n ni para fortalecer las policías. Ahora al final del sexenio es sencillo decir que es culpa de los gobernador­es —que también es— pero, y entonces, ¿todas esas juntas de coordinaci­ón? ¿De qué hablaban?

La Policía Federal ha sido mantenida ahí, sin crecer, con esa ocurrencia llamada Gendarmerí­a, que nadie tiene claro qué hace o cuál es su diferencia.

La manera en que nos vendieron la urgente y absoluta necesidad de la Ley de Seguridad Interior, es decir, de que el Ejército y la Marina sean quienes combatan a la delincuenc­ia, es la mayor confesión de cinco años echados a la basura en materia de violencia, delitos, insegurida­d.

En la transición, Osorio Chong convenció a Peña Nieto de quedarse con la Secretaría de Seguridad Pública. Creo que ambos deben estar arrepentid­os de aquella decisión.

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