Los Globos de Oro: ganas de fregar
(sta columna se llama Ganas de fregar y está dedicada con todo mi rencor a esas personas que sólo saben odiar.
El domingo pasado se entregaron los Globos de Oro (Golden Globes). No nos hagamos tontos, hasta hace muy poco, en México, a nadie le interesaba esta ceremonia.
Todo era Oscar, Oscar y Oscar. ¿Por qué? Porque Televisa tenía los derechos de esa fiesta y ni modo que le hiciera publicidad a alguna otra.
Imagínese de todo de lo que nos perdimos por estar condenados a recibir la visión de una sola televisora. Allá usted si se le quiere olvidar esto.
¿Qué le puedo decir de los Globos de Oro? Que se me cae la cara de vergüenza de lo que sucedió en ese evento y la razón es muy simple: somos unos hipócritas.
Allá estamos todos celebrando que las mujeres de Hollywood se hayan atrevido a levantar la voz, que si el acoso sexual, que si la belleza de nuestra cultura, que si el talento mexicano.
¡Por favor! ¿Cuántas de las mujeres a las que se les llena la boca festejando el empoderamiento del sexo femenino en la meca del espectáculo no han sido víctimas de acoso sexual en este país?
¿Cuántas no han aceptado con tranquilidad que les digan o que les hagan cosas?
¿Cuántas no han ido por su propia voluntad (o con sus mamás) a las oficinas de productores, ejecutivos y empresarios a seducir al que se deje para obtener un papel, una conducción o un empleo? ¿Cuántas?
Ahora resulta que todas son defensoras de los derechos humanos, mujeres preparadísimas y dignísimas. ¡Ja, ja, ja! ¡Sí, cómo no!
¿Quién va a ser la primera estrella mexicana que se atreva a denunciar legal y públicamente a alguien por faltarle al respeto?
¿Quién va a ser la primera figura de esta nación que, cuando alguien diga algo, como Kate del Castillo, en lugar de echársele encima para aniquilarla, se le una?
Porque ésa es otra: mientras que allá se pelean por el fortalecimiento de la mujer, aquí parece que las luminarias luchan por todo lo contrario.
Si no me cree, solo imagínese que en los próximos Premios TvyNovelas, cúspide del reconocimiento al “arte” en México, alguien pidiera que las estrellas fueran de un mismo color (como el negro) y con un activista social de la mano.
Claro que todas irían de verde o de rojo, como me consta que hacen cuando uno las llama para efectos fotográficos, y si alguna se atreviera a llevar a un activista, los mismos organizadores les prohibirían la entrada por “chairas”.
¡Esto es una mierda! Ay, sí, nuestra tradiciones mexicanas,
Coco qué bonita. ¿Entonces por qué, salvo honrosas excepciones de la radio con cámaras, no existe ni un pinche programa de música de mariachi en las televisoras de este país?
¿Dónde están nuestras tradiciones en pantalla? ¿Dónde están las artesanías, los bailes, la ropa, los juguetes y la comida? ¿Dónde están los estados de la república? ¿Dónde están los indígenas? ¿En Disney?
¿Necesitamos de Mickey Mouse para reconocer que nuestra cultura es grande?
No sé usted pero yo sigo esperando que todos esos “doctos” comunicadores que siguen teniendo orgasmos con
Coco tengan los pantalones para quejarse ante sus jefes de la ausencia de contenidos que promuevan nuestra cultura en su canales.
Ojo: no les estoy pidiendo que se quejen del racismo, del clasismo, del machismo, de la misoginia, de la homofobia y de mil otras aberraciones más que aparecen de manera cotidiana en nuestras pantallas.
Les estoy pidiendo que no se muerdan la lengua cuando les toque ponerle casa a las productoras internacionales por hacernos “el favor” de regalarnos películas como Coco.
Y ya que andamos en asuntos de doble moral, ¿por qué nadie dice, cuando habla de Guillermo del Toro, que el señor se tuvo que ir de México para darle rienda suelta a su vocación?
¿A usted no le da pena? A mí, sí. ¿Qué hubiera sido de ese genio si se hubiera quedado acá?
En el remoto caso de que no le hubiera quedado más remedio que grabar el refrito de alguna María, ¿cuántas películas hubiera podido hacer? ¿De qué tipo? ¿Con el apoyo de qué instituciones?
No, pero lo peor de los Globos de Oro de este año es lo de Oprah.
¿Quién es la Oprah mexicana? ¿Laura Bozzo?
¿Qué señora, en esta nación, puede presumir de haber triunfado aquí la mitad de lo que ella ha triunfado allá?
¿Qué comunicadora de cualquier color se puede parar en un escenario de este país y servirle de ejemplo, de inspiración, a las niñas y a las jóvenes mexicanas?
A ver, quiero una que no haya obtenido su chamba por palancas, por parentescos, por su belleza o por cosas peores. Quiero una que, además, tenga todo ese dinero, que tenga todo ese poder.
Estamos jodidos pero, bueno, está “chido” imaginar que contenidos como los de Big Little Lies, Call Me by Your Name, The Handmaids’ Tale y The Post son nuestros y que por verlos somos militantes de los mejores movimientos sociales. ¿A poco no?