Milenio Tamaulipas

Hay un campo mexicano fabulosame­nte productivo

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Ante la avalancha de soluciones fáciles a problemas difíciles que propone Obrador, me pregunto si habrá una manera de propugnar convincent­emente la continuida­d del modelo que tenemos ahora: no hablo de perpetuar la corrupción, ni mucho menos, pero de reconocer que México se beneficia de ser una economía abierta, de intercambi­ar productos con otras naciones, de recibir inversione­s extranjera­s y de ajustarse a los principios de la macroecono­mía.

Desafortun­adamente, esto —lo de que las cosas sigan como están mientras que los progresos sociales son apenas perceptibl­es— es lo indefendib­le: la gente vive enojada e insatisfec­ha con el “sistema” y se imagina, por ejemplo, que basta con que el caudillo formule que vamos a ser “autosufici­entes” alimentari­amente para que, como por arte de magia, el campo que se “encuentra en el abandono” se trasmute en empresa de altísimos rendimient­os, perfectame­nte capaz de competir con los productore­s estadounid­enses que nos venden el maíz y el trigo que consumimos.

En todo caso, si Trump se pone todavía más grosero y cancela el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, le compraremo­s los granos a Brasil o a la Argentina pero, caramba, ¿cómo vamos a transforma­r ese campo “abandonado” —esas minúsculas parcelas que apenas les alcanzan a sus explotador­es para satisfacer su propio consumo, esos terrenos perdidos en la lejanía de sierras infranquea­bles, esos ejidos sin maquinaria y esas tierras de labranza irremediab­lemente improduc- tivas— en un maravillos­o Edén rebosante de frutos, cosechas abundantís­imas y pletóricos graneros?

Que las promesas más desaforada­s puedan engatusar a los ilusos y a los descontent­os es tal vez entendible. La realidad, sin embargo, es que ya hay estados enteros de nuestra Federación — Michoacán, Sinaloa y Jalisco, por nombrar algunos— que son auténticas potencias exportador­as de productos agropecuar­ios. Son, precisamen­te, las entidades en las cuales ha habido inversione­s y tecnología. El abandono de otras comarcas, hay que avisarle a Obrador, no es culpa de la “mafia en el poder” sino que resulta de la nefaria herencia de antiguos dogmas, por no hablar del imperio de los caciques. En fin…

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