Disculpas
Sucedió hace apenas unos días. El encuentro estaba por terminar y, de manera involuntaria, Diego Carlos, futbolista del equipo francés Nantes, trabó la pierna del árbitro. Éste cayó aparatosamente al suelo, tras lo cual de manera irreflexiva pateó al jugador, se levantó y todavía le mostró la tarjeta roja para expulsarlo.
Hubiera sido una maravilla que, reconociendo un acto impulsivo e impropio, el árbitro se hubiera cuando menos amonestado a sí mismo o, mejor aún, expulsado; total, el árbitro suplente podría haberse encargado de los últimos minutos del partido y la noticia hubiera recorrido el mundo: alguien en situación de autoridad reconoce públicamente un error y acepta su consecuencia.
Sucede, sin embargo, que en realidad es muy difícil reconocer un error. Sobre todo si se debe hacer de manera pública, directa, sin circunloquios ni ambigüedades, sin más. Decir “me equivoqué / nos equivocamos” es una frase casi milagrosa, tanto por los efectos que puede causar como, sobre todo, por lo inusual que resulta escucharla.
Por ello, también hubiera sido una maravilla que, reconociendo otro acto impulsivo e impropio, el Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción presentara sus disculpas por haber abandonado su papel de mediador y abanderado, sin más prueba que sus dichos, la causa del gobernador Corral en su pleito con las autoridades hacendarias. En efecto, dicho órgano ciudadano debiera estar por encima de los diferendos políticos entre una instancia de gobierno y otra. Pero de manera irreflexiva, el comité le dio un cheque en blanco al gobernador y ha acusado formalmente a las autoridades de reducir el presupuesto de Chihuahua “como escarmiento” por las denuncias que el nuevo gobierno ha presentado contra miembros del gobierno anterior.
Ahora lo que se escucha son múltiples evasivas y rodeos por parte de la todavía presidenta de lo que debiera ser un órgano ciudadano libre de toda sospecha de parcialidad, partidista o de cualquier otro tipo. En lugar de reconocer de manera sencilla una precipitación, una declaración insuficientemente informada o razonada, en lugar de admitir un error, pues se argumenta que la discusión entre Chihuahua y Hacienda “ha derivado en una cosa mucho más política…”. ¿Pues qué esperaban? Pero aquí nadie reconoce un error, ni una autoridad gubernamental ni una organización ciudadana, lo que no cambiaría nada de lo hecho, aunque sentara un gran precedente hacia adelante.
El árbitro Tony Chapron ha reconocido su error y solicitado al futbolista le disculpe “por su gesto torpe e inapropiado”. Aun así, ha sido suspendido por la Federación Francesa de Futbol. Acá no hay quien suspenda a un comité ciudadano, aunque este pierda autoridad moral en el camino. Por eso, nunca es tarde para hacer lo correcto. ¿Será?