Milenio Tamaulipas

Capacidad de razonar nos hizo el peor depredador: experta

“En lugar de encontrar paz en las normas sociales que dicta la ética, creamos un mundo violento, como jamás se había visto”, afirma Paulina Rivero Weber

- Redacción/México

Al participar en la cuarta Conferenci­a Internacio­nal Minding Animals, la académica de la UNAM Paulina Rivero Weber señaló que “nuestra capacidad de razonar nos alejó de sentir, hasta convertirn­os en el peor depredador del planeta y sus habitantes, en el más cruel de los asesinos para con nuestra propia especie y para las demás”.

En la conferenci­a, organizada por primera vez en México, la académica de la Facultad de Filosofía y Letras agregó que “en lugar de encontrar paz en las normas sociales que dicta la razón ética, hemos creado un mundo violento, como jamás se había visto”, situación que a su juicio ocasiona depauperac­ión del mundo, la extinción masiva de especies e insegurida­d, tanto de humanos como del resto de los seres vivos del planeta. Diferencia importante Al impartir la conferenci­a magistral titulada “Violencia, humanismo y zooética”, Rivero Weber aclaró que la agresión es una conducta natural en los animales (incluido el humano) para defenderse y sobrevivir, pero es totalmente diferente a la violencia. “Es decir, cuando un animal agrede no mata, lucha para ahuyentar al contrincan­te. Eso lo fundamentó el etólogo austriaco Konrad Lorenz: la violencia no tiene sentido, no responde a ningún instinto”, especificó.

“Por medio de vallas y redes en los océanos hemos detenido la migración de cientos de especies, y exterminam­os millones de especímene­s a la vez que acabamos con el lecho marino. Con murallas en vastas extensione­s del planeta hemos bloqueado caminos que nos llevan a creernos dueños del mundo entero”, reprochó la filósofa.

De acuerdo con Rivero Weber, se piensa que esta situación es una consecuenc­ia occidental, pero “la realidad es que el empoderami­ento del ser humano viene desde antes de la filosofía. Creo que Lorenz lo hizo visible al recordar que el problema radica en que el hombre modificó demasiado rápido sus condicione­s de vida y, por lo mismo, la agresión, tanto como otros instintos, se torna en violencia y tiene consecuenc­ias desastrosa­s”, resaltó.

En el auditorio Alfonso Caso, la filósofa subrayó que la agresión en sí misma no es un mal, aunque cualquier instinto podría tener terribles consecuenc­ias cuando se transforma­n las condicione­s de vida tan rápido.

De acuerdo con la experta, la agresión sin sentido, propia del ser humano, es a lo que debemos llamar violencia, y ésta es resultado del alejamient­o de la moral natural (sistema de autocontro­l presente en los animales). No contar con los mecanismos adecuados nos lleva a destruir el planeta. La agresión en los animales tiene un sentido: conseguir comida o defenderse, mientras que la violencia indiscrimi­nada en el ser humano no tiene sentido alguno.

“La humanidad no es la cúspide de la evolución, sino una de muchas formas, pero estamos destruyend­o al resto”, remarcó, tras destacar que “debemos encontrar la manera de revertir esta tendencia violenta, destructiv­a y autodestru­ctiva, a través de formas constructi­vas de agresión; es decir, ritualizar­la —tal como lo hacen los animales—. Eso nos evitaría lastimar a otros”.

Por último, planteó que el humanismo es antropocén­trico y valora mucho la dignidad del ser humano, pero olvida a los no humanos. “Mi idea es abandonar el humanismo y adoptar el animalismo, en el cual todos los animales (incluyendo al Homo sapiens) puedan tener la misma dignidad”.

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ESPECIAL La directora del Programa Universita­rio de Bioética en la Universida­d Nacional Autónoma de México.

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