Depresión por virus
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uando eres una persona que nunca compró El Alarma, que acabó en terapia psicológica por los cinco meses que le tocó cubrir nota roja para la televisión y que tiene un bajo umbral de resistencia a las tragedias, hoy en día es muy mala idea tener un teléfono inteligente.
Salir a la calle ya es un riesgo real, para una y para nuestras susceptibilidades, pero yo ya llevo un rato verdaderamente consternada cada mañana que tomo mi teléfono y amanezco siempre con notas como “La ejecutan en el Uber”, “Trató de tomarse una selfie y lo arrolló el tren” y la más vista de ayer, “Gracias a Trump el reloj de la apocalipsis está al dos para las 12”.
Sé que todo es por culpa de dos cosas. La primera es un algoritmo y algo debo estar haciendo mal, porque según yo me deberían estar mandando puras notas sobre teatro musical y perritos haciendo cosas de risa loca. Pero no, en lugar de ello me tengo que enterar de cómo descuartizaron a una chica y la tenían congelada en cuadritos en recipientes de plástico en casa de su ex novio.
La otra razón por la que evidentemente pasa eso es porque la naturaleza del morbo humano nos hace abrir esos envases, avisándole a internet de que en el fondo sí somos las personas horribles que pretendemos nos ser y nos sigue poniendo esa información. Recuerden, hoy en día básicamente nos llega lo que la inteligencia artificial entiende que nos interesa. No hay forma de discutirle. Está mucho másavispada que nosotros.
Pero sí llega un punto en el que estas notas virales, que tanto tienen que ver con crimen, crueldad e incredulidad ante la impunidad, solo acaban derrotando nuestro espíritu, ¿no creen? Hace rato leí una, mientras trataba de contestar un mensaje de texto, que decía: “Policía intenta detener asalto, es baleado y muere dos días después”. Cientos de miles de reproducciones. Muy bien para su portal. ¿Pero qué pensarán los policías que leen eso la próxima vez que deban cumplir su deber? No digo que no se reporte. Digo que no se use como entretenimiento viral, y eso depende de nosotros. Son tiempos de cambio total. A estas alturas debemos entender que el internet sabe muchas cosas de nuestras personas que nosotros mismos ignoramos. Y da miedo. Está muy bien cuando te quieren vender las botas que siempre soñaste y nunca encontraste, pero cuando te consideras una persona “digna”, porque tratas de no consumir información creada solo con la intención de generar tráfico o vender, y te das cuenta de que estás fallando rotundamente… no sé. ¿Otro tema para terapia? ¿Para volver al teléfono sin datos? ¿Para escribir nombres de los grandes autores y pensadores en todos tus buscadores para evitar que te sigan llegando joyas como: “Niña de 14 años prostituye a su madre”? Platíquenlo entre ustedes…
¡Que alguien me explique!
¿Oprah ya dijo que no? Y ahora, ¿quién podrá defendernos?