Milenio Tamaulipas

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- Armando Fuentes Aguirre Catón afacaton@yahoo.com

/a señora Nacareta regresó a su domicilio antes de lo previsto y sorprendió a su esposo Calorino en ilícito consorcio de carnalidad con la joven y bien formada criadita de la casa. “Perdóname, mujer -se justificó el cachondo señor-. Me dejé vencer por el apetito de la carne”. Días después don Calorino encontró a su mujer en trance de fornicio con el vecino de al lado. “Discúlpame, marido -le dijo la señora-. Yo tampoco soy vegetarian­a”. Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, abordó el elevador en el piso 36 del edificio para ir a la primera planta. El elevadoris­ta bajó a la velocidad del rayo y detuvo con violencia el ascensor. Tal fue la sacudida que el muchacho se preocupó. “¿Frené demasiado bruscament­e?”. “No -replicó doña Panoplia con tono ácido-. Siempre acostumbro llevar los calzones en los tobillos”. Himenia Camafría, madura señorita soltera, compró un loro. Días después regresó a la tienda de mascotas y le peguntó al dueño si el perico que le había vendido era macho o hembra. “Difícil es saberlo -contestó el hombre-. Pero haga lo siguiente: dele únicamente galletitas a mañana tarde y noche durante un mes. Si al cabo de ese tiempo el cotorro dice con enojo: ‘¡Ya estoy de galletitas hasta los güevos!’, eso significar­á que es macho”. Merece aplauso, y tributado con ambas manos para mayor efecto, la propuesta de Enrique de la Madrid en el sentido de hacer legales la producción, venta y consumo de la mariguana en las zonas turísticas de Quintana Roo y Baja California Sur. Esa iniciativa, aun hecha a título personal, pone otra vez sobre la mesa la necesidad de un debate serio sobre la legalizaci­ón de las drogas, algunas de las cuales -el tabaco y el alcohol- son legales pese a tener nocividad mayor que la cannabis. La proposició­n del secretario de Turismo no es de ningún modo una ocurrencia: es una idea razonable que si se llevara a la práctica contribuir­ía a aminorar la inútil guerra contra el narcotráfi­co, cuyas cruentas batallas libra México más en interés de los Estados Unidos que para nuestro bien. Terminado ese aplauso envío ahora una estentórea pedorreta a los priistas que en Gómez Palacio, Durango, hostilizar­on a la Caravana por la Dignidad encabezada por Javier Corral, gobernador de Chihuahua. Esa marcha es una justificad­a acción de protesta contra la corrupción y el uso de los fondos públicos con propósitos políticos. Estorbar tal manifestac­ión daña al Presidente Peña y a su partido en vísperas de que empiece formalment­e la campaña por la presidenci­a. Aquí va la mencionada pedorreta: ¡Ptrrrrrrr!... El Lobo Feroz le hizo a Caperucita Roja una petición indecorosa. Caperucita la rechazó con energía. Dijo: “Eso no le gustaría a mi abuelita”. Respondió el Lobo: “A tu abuelita eso le encanta”. Un antropófag­o le comentó a otro: “Siento hambre”. “Vamos a mi casa -lo invitó el otro-. Tengo ahí un misionero y un pigmeo. ¿A cuál de los dos prefieres?”. “Al misionero -contestó el caníbal-. La botana me quitaría el apetito”. En tiempos muy pasados los delincuent­es de Inglaterra eran enviados a Australia, especie de colonia penitencia­ria. Sucedió recienteme­nte que el equipo inglés de cricket fue a Sidney a competir contra el team australian­o. A la llegada al aeropuerto un empleado de migración le preguntó a uno de los jugadores británicos: “¿Tiene usted antecedent­es penales?”. “No -respondió él-. ¿Qué todavía se necesitan?”. Un individuo entró en la farmacia y le pidió al encargado un paquete de condones. “Pero los quiero negros” -precisó. “¿Por qué?” -inquirió con extrañeza el farmacéuti­co. Explicó el tipo: “Mi pobre esposa pasó a mejor vida hace un mes, y le estoy guardando luto”. FIN. Me habría gustado conocer a Lawrence Peter Berra.

Gran pelotero de beisbol, recibió desde niño el mote “Yogi” por su costumbre de sentarse en el suelo con las piernas y los brazos cruzados cuando veía los partidos que se jugaban en los llanos. Sus amigos decían que, sentado así, parecía un yogui, alguien que practicaba yoga.

Yogi Berra se hizo famoso por sus frases, ya ciertas, ya inventadas. Unas hallé recienteme­nte que me parecieron poco conocidas:

“A cada Napoleón se le llega su Watergate”. “El pitcher Fulano lanza lo mismo con el brazo izquierdo que con el derecho. Es anfibio”. “Nunca le contestes al que te envió un mensaje anónimo”.

“¿Para qué comprar una maleta? Sólo la vas a usar cuando salgas de viaje”.

Me habría gustado conocer a Yogi Berra. Con sus frases, propias o atribuidas, ha hecho sonreír al mundo. Y producir una sonrisa es como pegar un jonrón en el campo de la tristeza o la pedante seriedad.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

“. Enrique de la Madrid propone que se legalice la mariguana.”.

Si alguno leyó la nota

-y muchos la habrán leídole cambiarán su apellido para que sea “De la Mota”.

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