El escultor mexicano Jorge Marín inicia su exploración con la plata
El escritor nicaragüense Sergio Ramírez, el más reciente ganador del Premio Cervantes, considera que en Latinoamérica se ha asentado un autoritarismo que “no tiene color ideológico”.
Expresó en entrevista con EFE que ese fenómeno “termina siendo lo mismo: es decir, la voluntad de alguien de quedarse en el poder, de pasar sobre la ley, de reformar a la fuerza las constituciones para que los periodos presidenciales se vuelvan indefinidos”.
En opinión del autor, ese mal “es un vicio viejo que traemos desde el siglo XIX después de la independencia de América Latina”.
Ramírez, quien fue vicepresidente de Nicaragua, añadió: “Lo que arruinó la perspectiva institucional fue la instalación de caudillos que pasaban por encima de la ley: se escribían las constituciones y encima les pasaban las patas de los caballos. Eso se sigue repitiendo en América Latina”.
Asimismo, el escritor, quien participa en el Hay Festival de Cartagena, dijo que el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, no lo felicitó cuando ganó el Premio Cervantes en noviembre del año pasado.
La relación entre Ortega y quien fue su vicepresidente entre 1985 y 1990 es hoy inexistente, ya que se mueven “en círculos totalmente diferentes”, según comentó Ramírez, que respondió con una sonora carcajada a la pregunta de si recibió la felicitación del presidente.
“Yo nada tengo que ver con el poder. Él tiene que ver todo con el poder. Yo vivo encerrado en mi habitación, en mi estudio, escribiendo; publico mis libros y no hago vida pública, de manera que no tenemos modo de encontrarnos”, comentó.
Sobre su más reciente novela, Ya nadie llora por mí, que se desarrolla en Managua, Ramírez dijo que en una novela policiaca “se debe descubrir algo”, lo que sucede en su novela, donde “el inspector Morales debe llegar hasta el fondo, y resulta que nos mete en las cavernas de lo que es la parte oscura del poder político”.
Los animales siempre han estado presentes en el trabajo de Jorge Marín, como ocurre con sus piezas de hombres ave; con el mismo concepto, ahora el escultor prepara, con la casa TANE, Tríada, serie de 24 piezas que se podrá adquirir en la Feria de Arte Contemporáneo Zona Maco.
La obra consta de tres xoloitzcuintles en una balsa, que el artista considera como la conjunción de lo civilizatorio y lo animal: “El ser humano siempre ha estado acompañado por el perro; es una sociedad que tiene miles de años, y de esta manera quise refrendar esa unión que hemos tenido”.
Tríada está en proceso de perfeccionamiento, aunque Marín mostró a la prensa un previo de la obra que, por primera vez, realiza en plata: “El proceso fue toda una escuela: tuve que ir a los talleres de TANE para ver cómo trabajan con ese material, y entender sus técnicas y las posibilidades que tenía para realizar mi obra. Empapándome de ello, siempre con el apoyo de los artesanos, comenzó el plan. Ellos proyectaron mis ideas”.
Esta creación, con medidas de 45 por 23 por 7 cm, tiene relación con El ruido generado por el choque de los cuerpos, obra que expone en la explanada del Palacio de Bellas Artes: “Un artista es una sola pieza: su cabeza y creatividad siempre usan elementos similares en proyectos tan distintos como la pieza expuesta en Bellas Artes y esta última. En el fondo están las obsesiones y temas recurrentes como son, en mi caso, la balsa y el número de los personajes que la tripulan. Si nos vamos atrás encontramos las alas, los hombres pájaro, los disfraces de ave. Los animales siempre presentes diciéndonos: ‘Ojo ahí, no se crean tanto, no son tan importantes’”.
Sobre la plata, Marín señaló que “trabajar con este material fue increíble; yo tenía la inquietud de hacerlo desde hace años. Es como aprender una nueva lengua, distinta: expresa cosas diferentes y tiene posibilidades que no conocía y que estoy aprendiendo a asimilarlas en mi trabajo”.