AMLO y el Caballo de Troya
El gorro ruso parece haber resbalado por la frente de Andrés Manuel López Obrador y cubierto su mirada. O acaso los seguidores incondicionales, quienes no se atreven a criticarle un solo acto, aten y aprieten con esa actitud una venda sobre los ojos de su héroe, quien va a ciegas lanzando confeti y sintiéndose ya en la silla presidencial.
Como dentro del homérico Caballo de Troya, sus otrora contrincantes políticos y enemigos declarados, tradicionales rivales de profesión e histéricos adversarios, se van acomodando y, con la venia del tabasqueño, reclaman territorios de Morena que, gracias al efecto del jefe máximo, tienen seguros después de la elección.
Se van infiltrando o reubicando militantes de todo signo como Gabriela Cuevas, Cuauhtémoc Blanco, Elba Esther Gordillo, Miguel Barbosa, Manuel Bartlett, Tatiana Clouthier y Alfonso Durazo; panistas, perredistas, priistas y ahora hasta activistas cristianos llegan a bordo del gran regalo de madera, sabedores de que ya dentro del territorio de Morena, sin importar la suerte de López Obrador, ellos, gracias al voto de su jefe, habrán asegurado un sitio.
Cuando el sistema cierre filas, como hace 12 años, y lance la ofensiva final, que puede ser acudir al voto útil para que se oriente al segundo lugar, sea Ricardo Anaya o sea José Antonio Meade, el tabasqueño se quitará la venda y verá a sus nuevos amigos celebrando el nuevo contrato con el gobierno, de tres o seis años (alcaldía, curul, escaño, gubernatura), mientras él se quedará por tercera vez en la orilla después de hacer el trabajo sucio para un grupúsculo de parásitos del erario.
Cómo soslayar la variable de la ofensiva del sistema cuando el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, sale a decir que los precandidatos y sus seguidores deben proceder con civilidad para evitar el “voto antisistémico”. ¿Qué diablos significa el “voto antisistémico”? ¿Acaso el voto contra el sistema? Es decir, ¿evitar el voto contra las cosas como están, o sea, contra el PRI, que es el partido gobernante? Una expresión tan delicada no mereció la explicación obligada.
El Caballo de Troya sigue desembarcando invasores en el patio de AMLO y el sistema ya empezó a hablar de que ahí viene el coco. Que si Venezuela y que si Rusia. Y su gente, en lugar de quitarle la venda, ya celebra por adelantado.