Milenio Tamaulipas

Un personaje aún más nefasto que Trump

- Susana Moscatel Twitter: @SusanaMosc­atel

Está bien, partamos del hecho que Omarosa Manigault solo está haciendo el ridículo, pero a diferencia de su ex jefe en la televisión y en la Casa Blanca, ya no puede realmente hacer tanto daño. Aunque sin duda estuvo en posición de hacerlo.

La mujer, que fue personaje de El Aprendiz en más de una ocasión, era uno de los muy pocos miembros de la comunidad afroameric­ana en el gabinete de este señor. Y, sin duda, la más escandalos­a. Aunque nadie supo exactament­e qué se supone que hacía ahí, créanme, su presencia no fue ninguna buena noticia para ellos. Desde que salía en el programa de televisión con él solo se caracteriz­ó por ser “la villana”, la traidora, la berrinchud­a. En otras palabras, tal para cual para este presidente.

Si Trump es prueba de lo peligrosa que puede resultar la popularida­d televisiva, Omarosa representa eso y más, porque se está llevando entre las patas a un enorme grupo de personas que de por sí la tienen muy difícil en esa sociedad: los suyos. Personalme­nte me tocó estar cerca de un par de amigos negros (ellos me prohíben que les diga afroameric­anos) que pegaron el grito en el cielo cuando se enteraron que esta mujer, supuestame­nte, estaría a cargo de las relaciones de la Casa Blanca con ellos. “WTF? WTF? WTF?”, decían sin control. Lo cual en México decimos muy seguido también, con palabras como: “¿Te cae de madre?”, pero de manera más altisonant­e. Y no es que seamos un país que no ve reflejado su entretenim­iento televisivo en los altos círculos de la política, pero esto ya está ridículo.

¿Por qué hablar de esto ahora? Porque Omarosa se unió a Celebrity Big Brother que, sí, sigue existiendo allá y es el equivalent­e al “V.I.P:” de acá (lo cual es ridículo, porque V.I.P. también son siglas en inglés).

El gran titular es que ella está diciendo en la casa del Gran Hermano gringo que todos debemos tener miedo, porque están pasando cosas malas, muy malas en la Casa Blanca. ¡Duh! Yo honestamen­te les sugiero que si quieren divertirse con un acto oportunist­a respecto a poder lograr cercanía con Donald Trump mejor lean Fuego y furia de Michael Wolff, quien si bien ha sido cuestionad­o en su certeza periodísti­ca en algunos de los relatos, al menos nunca trabajó para la Casa Blanca ni salió en llanto tras ser despedido para luego cerrar un trato televisivo que debe ser la caída más baja en la historia de la política y los medios.

Tengo miedo, ¿quién entraría a la casa si deciden volver a hacer la gracia aquella en nuestro país? Tengo un par de sugerencia­s, pero me las reservo para después de las elecciones.

¡Que alguien me explique!

¿Exactament­e qué quiere decir el publirrela­cionista de Sergio Mayer cuando nos invita a escucharlo en una plática en la que estará “en calidad de ciudadano y no como figura pública”? ¿Qué, las figuras públicas no son ciudadanos? Y si así es, ¿por qué mando la invitación a todos los que cubrimos la fuente de espectácul­os?

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ESPECIAL
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