Milenio Tamaulipas

Preside Rector reunión de vinculació­n de la UAT en la zona sur

- Jesús A. García/Tampico

El Rector de la Universida­d Autónoma de Tamaulipas (UAT) José Andrés Suárez Fernández puso en marcha en Tampico los trabajos del Consejo Consultivo de Vinculació­n que impulsa la Facultad de Ingeniería “Arturo Narro Siller” (FIANS) con cámaras empresaria­les, colegios de profesioni­stas y organismos públicos de la zona sur del estado.

Acompañado por el Director de la FIANS, Ricardo Tobías Jaramillo, el Rector presidió la reunión y agradeció a los integrante­s del Consejo la participac­ión que tienen con la Universida­d, porque sus iniciativa­s y propuestas contribuye­n a enriquecer y actualizar los programas educativos de esta casa de estudios.

“Para la UAT ustedes son un fuerte potencial de informació­n y propuestas, ante la necesidad de estar totalmente vinculados con el sector empleador y que nos digan hacia donde orientar la formación de los estudiante­s y futuros profesiona­les”, expresó.

“Tenemos que estar pensando en el desarrollo profesiona­l de los egresados, por eso requerimos de ustedes y que nos digan por donde vamos, conocer cómo se han formado y su impacto, para así poder redirigir las carreras y reorientar su formación”, recalcó.

Subrayó que para la UAT es muy importante este vínculo con los empleadore­s, en el objetivo que tiene la casa de estudios de formar profesiona­les útiles para la región, para Tamaulipas, para México y el mundo.

“Tenemos que pensar y entenderlo así, en formar profesiona­les y ciudadanos para un mundo globalizad­o donde las relaciones son múltiples”, añadió. Invitó a los integrante­s del Consejo Consultivo de Vinculació­n a trabajar con la Facultad de Ingeniería y la UAT por el desarrollo que viene para el estado y la región como producto de la reforma energética.

Apuntó que la UAT está preparada para estos nuevos retos, con la formación de capital humano competitiv­o, no solamente en áreas de la ingeniería civil, petrolera y ambiental, sino también en las áreas de la salud, administra­ción, derecho, tecnología­s, entre otras de las poco más de 90 carreras que oferta en todo el estado y que estarán requiriénd­ose para el desarrollo sustentabl­e del sector hidrocarbu­ros y energético. Cuando tengas un orgasmo te agradeceré que me lo digas” -le pidió el marido a su mujer. “No puedo” -opuso ella. “¿Por qué?” -se extrañó el hombre. Explicó la señora: “Porque me has prohibido que te llame por teléfono a la oficina”. Empédocles Etílez y Astatrasio Garrajara iban en automóvil en competente estado de ebriedad. Gritó de pronto Empédocles: “¡Cuidado con el poste!”. A pesar de la advertenci­a el coche fue a chocar contra el madero. (Al día siguiente Empédocles les contaría con orgullo a sus amigos: “Anoche me eché un palito de 15 mil pesos”). Salieron los dos beodos del vehículo, y Empédocles le dijo a Astatrasio: “¿No oíste que te grité: ‘¡Cuidado con el poste!’?”. “Sí oí -respondió con voz lastimera el temulento-. Pero tú ibas manejando”. Para que un matrimonio sea un éxito se necesitan dos. Para que sea un fracaso se necesita solamente uno. Don Chinguetas y doña Macalota hacían todo lo posible para que su matrimonio naufragara. Él era pronto de bragueta con todas las señoras, menos con la suya, y ella por su parte amaba más a sus tarjetas de crédito que a su marido. Pero Chinguetas no quería divorciars­e de su esposa, pues a su edad le daba flojera iniciar una nueva relación. Bostezaba nomás de pensar en todo eso de las flores, las citas, los regalos, las invitacion­es a cenar y a bailar, la presentaci­ón a la familia, etcétera. Así, buscó la asesoría de un consejero familiar. Éste le hizo una sugerencia que don Chinguetas trasmitió a su cónyuge. “Opina el terapeuta que nuestra relación anda mal por aburrimien­to. Dice que debo tener una aventura extramatri­monial para dar nuevo interés a mi vida”. “No le hagas caso -repuso doña Macalota-. Yo he tenido varias, y eso no ayuda nada”. Don Martiriano, el sufrido esposo de doña Jodoncia, le contó muy apesadumbr­ado: “El jefe me insultó en la oficina. Me dijo que soy medio pendejo”. “No le hagas caso -lo consoló doña Jodoncia-. Es que sólo te conoce a medias”. Capronio es un sujeto ruin y desconside­rado. Cierto día extrañó el reloj de bolsillo que en su lecho de muerte su papá le había vendido. (Tenía a quien salir el tal Capronio. Bien decían nuestros ancestros: “Padre petate, hijo tepetate”). Un breve interrogat­orio le bastó para sacarle la verdad a la criadita de la casa: ella había sustraído el reloj con intención de regalársel­o a su novio. “Lo siento, Ancilia -le dijo Capronio-. Tendré que llamar a la policía”. “¡No me denuncie, patroncito! -suplicó llena de angustia la muchacha-. ¡Hágame lo que quiera, pero no llame a la policía!”. No es que Capronio fuera muy bueno; lo que pasó es que Ancilia estaba muy buena. El vil sujeto se dispuso entonces a cebar en ella su rijosidad. Pero se le cebó el intento, pues por más esfuerzos que hizo no pudo ponerse en aptitud de dar satisfacci­ón a su libídine. Quiero decir que no funcionó. “Lo siento mucho, Ancilia -dijo entonces el desgraciad­ísimo Capronio-. Siempre sí tendré que llamar a la policía”. Aquel señor estaba en una cama de hospital vendado de pies a cabeza igual que momia egipcia. Sus compañeros de trabajo fueron a visitarlo, y uno le preguntó por qué se hallaba en tan lamentable estado. “Mi compadre Leovigildo me golpeó” -respondió con voz feble el lacerado. “¿Por qué?” -inquirió el otro. Contestó el señor: “Porque estuve de acuerdo con él”. “No entiendo” -se desconcert­ó el que preguntaba-. ¿Te golpeó por estar de acuerdo con él?”. “Así es -confirmó el infeliz-. En reunión de amigos comentó: ‘Mi mujer hace muy bien el amor’. Y yo dije: ‘Es cierto’. Por eso me golpeó el compadre ¿ustedes creen? Por darle la razón”. FIN. Historias de la creación del mundo.

El Creador hizo el Himalaya.

En seguida trazó el Gran Cañón del Colorado. Luego dio curso al Amazonas.

A continuaci­ón puso en la tierra algunos hermosos volcanes: el Fujiyama, el Chimborazo, el Iztaccíhua­tl y el Popocatépe­tl, el Kilimanjar­o. Después dio forma a la inmensidad de los desiertos, a la belleza de los bosques y las selvas, a la infinitud del mar.

Seguidamen­te inventó los crepúsculo­s y los amaneceres, con todos sus celajes y colores. Y finalmente lo coronó todo con el arco triunfal del arco iris.

El Espíritu le preguntó, intrigado:

-¿Por qué hiciste todo eso?

Respondió el Creador:

-Es que al paso del tiempo vendrá al mundo un tipo llamado Cecil B. DeMille, y no quiero que vaya a pensar que es mejor escenógraf­o que yo. ¡Hasta mañana!... “. Una mujer de 30 años acusó de agresión sexual a un anciano de 90.”.

Era mentira el acoso, según he leído yo.

Pero él no lo rechazó: más bien se puso orgulloso.

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