Milenio Tamaulipas

Daño colateral

- NICOLÁS ALVARADO

P odemos estar casi seguros de que algunas carreras se han visto truncadas y de que muchas personas —mujeres en su mayoría— ostentan heridas que acaso no podrán cicatrizar. Casi pero no del todo: en el primer caso no podemos saber lo que pueda operar el tiempo, y en el segundo no poseemos informació­n probada de lo que haya acontecido a todas y cada una de las presuntas víctimas. Una certeza, sin embargo, podemos tener: los escándalos de acoso y abuso sexual en la industrta hollywoode­nse que han acaparado los titulares desde el affaire Weinstein —al que seguirían imputacion­es dirigidas a figuras como los actores Kevin Spacey, Jeremy Piven, Dustin Hoffman y James Franco, los comediante­s Louis CK y Aziz Ansari, los directores Oliver Stone, Brett Ratner, Bryan Singer y Paul Haggis y los presentado­res televisivo­s Ryan Seacrest, Matt Lauer y Charlie Rose— dejan un par de víctimas incontrove­rtibles, a las que es urgente brindar apoyo: el estado de derecho y la procuració­n de justicia. (Y el problema no debe escapar a nuestro interés por el mero hecho de que su escenario sea un país extranjero).

Hoy las carreras de Weinstein y Spacey parecen de facto acabadas y su estatuto es el de parias. El resto de los personajes que he listado han visto sus proyectos cancelarse o seguir adelante sin su participac­ión, pero no han sido objeto de muerte civil y profesiona­l. Y quedan aún dos excepcione­s: Franco, recién nominado a múltiples premios y con ocho películas haciendo cola para su estreno, y Seacrest, activo todavía como titular de espacios de radio y televisión. ¿Han sido exonerados por un tribunal? Solo por el de la opinión pública, el único en que hasta ahora han sido dirimidas las acusacione­s.

El fenómeno es síntoma de las sociedades en que vivimos: unas en que la inocencia o culpabilid­ad de los ciudadanos es decretada a tuitazos y no mediante debido proceso jurídico. Cierto: necesitamo­s reformar actitudes pero también hacerlo en el marco de la ley. Eso aplica en entrenimie­nto como en política. Y en Hollywood como en México. M

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