Milenio Tamaulipas

Crítica a Las hijas de la luna

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Q ué cosa tan más buena es Hijas de la luna, la nueva producción de Nicandro Díaz (El bienamado) que se va a estrenar hoy a las 18:30 en Las Estrellas.

¿Por qué? Porque es la fusión perfecta de lo de antes con lo de ahora, de lo que eran los legendario­s melodramas mexicanos con las nuevas técnicas audiovisua­les.

Si usted ama esto y no lo mira, estará cometiendo un grave error.

¿Qué pasa aquí? ¿Por qué tantos elogios? ¿En verdad esta propuesta es así de perfecta?

Mire, no nos hagamos tontos. De un tiempo a la fecha ver telenovela­s se ha convertido en un infierno.

La que no es mala, comienza bien pero a las dos semanas se transforma en una porquería.

Y la que no se autonombra serie, como para engañar a los que se dejen, está hecha pensando más en plataforma­s como Blim que para televisión abierta privada nacional e internacio­nal.

Yo, como muchos otros periodista­s, tuve el privilegio de ver por adelantado una parte importante, terminada, de este material y no sabe lo bien que me la pasé.

Hijas de la luna me puso de buenas, me hizo reír, me sacó suspiros. ¡Hasta me puso a cantar!

Sentí como si alguien me hubiera metido en una máquina del tiempo y me hubiera llevado a la época de oro de la vieja Televisa.

Ésta es una telenovela, telenovela, telenovela donde hay un productor que piensa en sus audiencias, escritores que respetan el género, actores dispuestos a comerse al mundo y mucha vida, mucha música y mucho color.

A los chavos les va a encantar pero a los papás y a los abuelos, más.

Hijas de la luna es una de las pocas emisiones mexicanas que se han hecho en los últimos años que pueden reunir a las familias y a los amigos sin ningún problemas ni de contenidos, ni de formas ni de nada.

Es muy bonita, muy alegre y está excelentem­ente bien hecha.

Si no me cree, usted nada más siéntese a ver el capítulo de hoy y deténgase a observar las mi- radas de los actores, a escuchar los acordes musicales y a revisar los pequeños grandes detalles de utilería y vestuario.

Esto es otro nivel y a mí me llena de orgullo porque no por ser así, deja de ser un espectácul­o para el pueblo.

No por estar llena de tomas audaces, de canciones de todo tipo y hasta de efectos especiales, se aleja de lo que es y debe ser una telenovela.

Solo de verla dan ganas de salir corriendo a sus locaciones en Mazatlán, Monterrey, Puebla y Ciudad de México.

A mí lo único que me da pena es que la vayan a transmitir a las 18:30, porque si algo así llegara a las 21:30, volveríamo­s a los grandes tiempos de El Canal de las Estrellas.

Como usted sabe, Hijas de la luna es una nueva versión de un clásico de la televisión latinoamer­icana titulado Las Juanas, escrito por el gran autor colombiano Bernardo Romero (Mirada de mujer).

Yo tuve el gusto de conocer a don Bernardo y le doy mi palabra de que si el señor viviera, se sentiría profundame­nte orgulloso de este trabajo.

Porque no solo se respetó su pluma, se actualizó. Ahora sus personajes son más bellos de lo que ya eran y el resultado es más dinámico, más cinematogr­áfico.

Estamos ante una historia tipo Mi adorable maldición, donde todo parte de la magia y de la picardía de nuestros pueblos.

Hijas de la luna es el cuento de hadas de varias chicas que tienen algo en común.

Cada una de ellas representa una faceta de lo que somos todos los seres humanos y cada una tiene algo que resolver.

Lo interesant­e es que, paralelame­nte a esto, cada una de estas muchachas representa una lectura crítica en términos sociales. El maestro Bernardo Romero fue un hombre brillante que además de entretener­nos nos decía cosas muy inteligent­es sobre nuestros vicios físicos y morales.

¡Y todo eso está aquí! ¡Y es muy chistoso!

Lo que más le aplaudo a Hijas de la luna es eso, su sentido del humor.

Sin ser una telenovela cómica, tiene un tono ligero, sabroso y yo creo que sus actores lo agradecen.

Segurament­e usted estará de acuerdo conmigo, por ejemplo, en que Cynthia Klitbo es una maestra del melodrama.

Bueno, aquí, con esos delicados toques de comedia, la señora se roba los corazones de todos.

Y Omar Fierro, en su retorno triunfal a Televisa, no solo va a volver a ser el gran señor de las telenovela­s, va a escalar a niveles altísimos.

Está haciendo un papel que es poco menos que una gloria de simpático.

Y yo aquí me podría pasar todo el día celebrando la participac­ión de muchos otros fabulosos actores maduros como Alexis Ayala, Eugenia Cauduro, Arcelia Ramírez, Francisco Gattorno y Alejandra Barros, pero sería una injusticia no felicitar a los jóvenes.

La vida de Michelle Renaud, Danilo Carrera, Geraldine Galván, Lorena Graniewicz, Jade Fraser y Mario Morán, por mencionar solo a unos cuantos, no volverá a ser la misma después de Hijas de la luna. De mí se acordarán.

Por favor, luche por ver esta gran telenovela. Le va a encantar. De veras que sí.

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ESPECIAL Es el cuento de hadas de varias chicas que tienen algo en común.
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