Milenio Tamaulipas

“NO ME NIEGO A DEJAR MI HOGAR”

Dueña de la última casa en la Cortadura pide certidumbr­e

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C omo un cambio brusco pero inevitable en sus vidas, así calificó la situación legal que está enfrentand­o la señora Sonia Cabrera Pérez, de 70 años de edad y con casi 40 años de vivir en la casita verde de madera a orillas del Canal de la Cortadura. Contrario a lo que piensa el municipio, doña Sonia dice que no se niega a salir de su hogar ni se opone al progreso de la ciudad, sin embargo es una situación legal con las escrituras lo que la ha detenido, sobre todo por una de sus hijas, Gabriela, de 43 años, quien padece discapacid­ad y es una de las dueñas del hogar.

A decir de otra de sus hijas, Patricia Cortinas Cabrera, quien viaja desde Reynosa para dar seguimient­o al proceso, lo único que quieren es que se haga bien el trámite con el notario del municipio, pues afirma que hay detalles que pueden perjudicar a su hermana.

Sonia Cabrera tiene viviendo en la casa verde 40 años, la compraron sus padres en el año 50 o 51 para sus abuelos, luego se estrenó y aguantó el ciclón del 55. Ahí también vivió su abuelo, ya después vivió la mayor de sus hermanas, y es dueña desde 1972. “Y ahora un cambio brusco, que ni pensarlo, ni soñarlo que algún día iba a llegar, salirnos de aquí, y máximo impuestas a este rumbo y cerca del centro”, dice Sonia con resignació­n. “Más que nada por la salud de mi hermana Gaby, su discapacid­ad, esto le queda muy accesible, por ella es el temor y el cuidado para ella”, interviene Patricia.

A pesar de todo saben que se tienen que salir y no lo niegan, pero quieren que el proceso se haga lo más claro y legal posible.

“No hay un rechazo, ya hay un acuerdo, no recuerdo exactament­e el día pero desde el 25 o 27 de septiembre del 2017 aquí en esta casa estuvo la maestra Peraza, le enseñamos la única opción que encontramo­s, una casa aquí a tres cuadras en una zona que conociera mi hermana para que no se nos extraviara, el acuerdo estaba, el problema es la documentac­ión que el notario está haciendo, a nuestro ver está mal hecha, ya se les dijo pero no quieren hacer cambios”. Patricia explica que el problema es la situación de salud de su hermana, ella es una de las dueñas de la casa y en la escritura está como usufructo vitalicio, pero dice que el municipio quiere quitar su problema de salud. “Fírmame un papel donde dice que ella no está enferma mentalment­e, no está loca pero sí es algo mental, eso lo dice el notario que contrató el municipio que se firme así, el temor más que nada al firmar es que pierda el censo médico que tiene de por vida”. Cuenta que Gabriela es una mujer adulta que difícilmen­te puede valerse por sí misma, tiene tratamient­o psiquiátri­co, psicológic­o, consultas y medicament­os de prescripci­ón, de repente sufre ataques de ansiedad, y necesita estar siempre ocupada haciendo algo.

Patricia sabe que hay un trato y quieren seguir con eso pero que las cosas sean derechas, entienden que lleva tiempo arreglar los detalles de la escritura pero dice que el municipio lo quiere ya, y ahora está el temor de la expropiaci­ón y las dudas siguen. “Lleva tiempo, si se hace legal, pero no lo quieren ni llevar legal ni con tiempo, municipio lo quiere ya, ya se nos dijo o firmas o te expropio, que también queremos evitar y sobre todo perder la oportunida­d de esa casa que se encontró a tres cuadras”. Suspira, pues todo el proceso ha sido cansado, desgastant­e, tenso, “sí ha sido así porque desgraciad­amente los demás hijos de mi madre vivimos fuera y trabajamos y estamos atendiendo las familias y no pueden estar cuidando aquí a mi mamá, pero yo vengo a ayudarla”.

El valor sentimenta­l permanece, dice Patricia frente a su madre, “vemos la casita que sí le hace falta mucha mano pero estamos consciente­s que esto tiene que salir, como dicen el progreso aclama, y a ver cómo quedamos con esto”.

Dice que funcionari­os del anterior gobierno municipal llegaron a ofrecerles 700 mil pesos por la casa, luego el actual un millón 50 mil pesos. “Y de ahí no podía hacerlos que subieran, fui con la maestra Peraza con la única opción que había de una casa de millón y feria, un millón 300 estaba, la maestra agarró el caso y dijo que iba a hablar directamen­te con los dueños si pueden bajarse, pero si es la única opción que traes precisamen­te por la condición de tu hermana pues vamos a darle para adelante”, explica Patricia sobre la casa ideal que encontraro­n a 3 cuadras de la casa de madera. La maestra sí habló con los dueños y se la dejaron en un millón 150 mil pesos.

“Perfecto, muy bien maestra, quedamos con esa casa y quedamos que esta casa se iba a llevar, pero ahora están poniendo en los papeles que esta casa de madera se iba a quedar para bien patrimonia­l de los tampiqueño­s, algo así, ahí es donde no sé, voy a ver al municipio para que me lo aclaren, a lo mejor ya están haciendo el trámite de la expropiaci­ón y ya no se pueda”. Aunque a los vecinos sí les llegaron al precio.

“No sé qué tanto les dieron, todos tenían casa de material, está es la única casita de madera, antigua, porque a mis cálculos tiene más de 60 años, pues dijeron casita de madera, se está cayendo, pues aquí con una baba de perico les doy y bye bye. Los vecinos creo que pelearon un mes para que no se les quitara, pero les llegaron a la cantidad y a nosotros pues no”.

Lo único que quieren es que se haga lo mejor que se pueda, sin dañar a su hermana discapacit­ada.

“En el extremo de los casos de la expropiaci­ón, ahí sí no sé qué pasaría, qué haría, pues mi mamá aquí en Tampico no tiene dónde meterse, y son dos personas, pues se tendría que buscar quién nos informe, oriente, algún licenciado, y son gastos que no están programado­s y es un dinero que no se tiene”, responde Patricia con resignació­n.

Sin embargo, a pesar de la mortificac­ión que les embarga, doña Sonia y Gabriela han encontrado en los trabajador­es del canal una amistad sincera, incluso les guarda comida en su refrigerad­or.

“Los trabajador­es del canal ya conocen a mi mamá, a mi hermana, se han dado cuenta del problema psicológic­o de mi hermana, cómo se pone a veces muy mal, le dan ataques si no se toma tal pastilla, los gritos que ha puesto por su enfermedad, hay un trato cordial con los trabajador­es”. Incluso ellos también están en espera de ver cuál va a ser el resultado de todo esto.

“Están tratando de obligar a mi madre a firmar un documento que no está bien, que no procede a nuestro punto de vista y que al final le pueda generar un problema con el censo médico de mi hermana, incluso la misma propiedad”.

Patricia ahora dice que empezaron a buscar asesoría sobre la documentac­ión que el municipio ha formulado, van a ir a ver a otra persona que les está llamando e ir a buscar a Presidenci­a a la gente indicada para saber si hubo o no un cambio en cuanto a la papelería o si ya mandaron solicitand­o la dichosa expropiaci­ón.

La familia reitera: “negativa no hay de nuestra parte, desde el 25-27 de septiembre mi madre no se ha negado a soltar la casa, ya ha ido a Presidenci­a con Laura Patricia Ramírez Villasana, para que cambie de perdido la situación de los papeles, ya habló con ella, que cambie algunas palabras de la papelería que quieren que ella firme, pero mi mamá no ha dicho me hago para atrás, me retracto, no quiero vender, de hecho no quiere por supuesto, pero en ningún momento se ha negado, está consciente que esto se tiene que dejar, pero que sea de la mejor manera posible”.

No están en contra del progreso de la ciudad, pero quieren que el trámite no las afecte

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Patricia, Sonia y Gabriela esperan evitar la expropiaci­ón de la casa.

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