Milenio Tamaulipas

¿Y la economía?

Eludir en la oferta política el esfuerzo que debe emprender la sociedad para mejorar las condicione­s de vida y la calidad de la administra­ción y sus resultados propicia discursos diseñados para complacer y en ocasiones para engañar

- LIÉBANO SÁENZ http://twitter.com/liebano

A los candidatos debe tomárseles en serio y aceptar que lo que dicen es lo que definirá su gobierno

La economía es el eje de bienestar de las personas. Importa lo mismo en un país desarrolla­do que en uno como el nuestro, con estabilida­d, pero desigual social y regionalme­nte; por eso está presente hoy de manera natural en las elecciones. Porque en el imaginario colectivo, la renovación de autoridade­s es vista como la oportunida­d cíclica que tenemos de mejorar, y en la realidad, la economía es no solo aquello que impide o permite mejores condicione­s de vida y materiales de las personas y las familias, sino el motor que impulsa los otros factores que hacen posible el desarrollo, como son la seguridad, la salud, la educación y las libertades públicas.

La pobreza o las dificultad­es económicas son una realidad, pero tienen igualmente mucho de percepción. Tengo la impresión que el sentimient­o de insatisfac­ción de la sociedad actual no se asocia tanto a las circunstan­cias objetivas, sino a un cambio en el estándar de bienestar y en los modelos de consumo que evoluciona­n con el tiempo.

Todos los candidatos y fuerzas políticas hablan de mejorar las condicione­s de vida de las personas y familias. Aunque las ideologías que inicialmen­te marcaban los discursos van cediendo al pragmatism­o, hay diferencia­s de perspectiv­a con distintas implicacio­nes. Lamentable­mente, los candidatos tienden no solo a simplifica­r las soluciones, sino que eluden un aspecto fundamenta­l: el costo individual y social para que las cosas funcionen de mejor manera o de una forma distinta.

Por ejemplo, uno de los retos mayores para la funcionali­dad de la economía nacional en su conjunto es abatir los costos implícitos en la informalid­ad. Una proporción importante de la economía no participa de las reglas comunes a todo negocio. Esto no necesariam­ente significa que estén en condicione­s de privilegio, la informalid­ad con frecuencia paga un elevado costo, lo que sí es un hecho es que genera una significat­iva distorsión de la economía. No es lo mismo para un pequeño comerciant­e informal el pago de derecho de piso a un extorsiona­dor o criminal, que las implicacio­nes del pago de impuestos de uno formal.

Eludir en la oferta política el esfuerzo que debe emprender la sociedad para mejorar las condicione­s de vida y la calidad del gobierno y sus resultados propicia discursos diseñados para complacer y en ocasiones para engañar. A diferencia de los opositores, los partidos gobernante­s tienen mayores restriccio­nes para una propuesta frívola o electorera, porque su presencia en el gobierno se vuelve referente de lo que puede y lo que no debe hacerse. Quienes disputan el poder tienen mayores márgenes y es común verlos plantear propuestas inviables o simplistas, especialme­nte cuando, como ocurre en México, es elevada la insatisfac­ción social con lo existente.

El candidato Ricardo Anaya presenta una notable dificultad de conciliar posturas encontrada­s de las fuerzas que le respaldan en temas fundamenta­les de la economía. El PAN estuvo a favor de la reforma energética y en contra de la fiscal. La postura de sus socios en esta campaña, el PRD y Movimiento Ciudadano, fue en sentido contrario. La manera de eludir esta definición fundamenta­l es centrarse en el gasto y ofertar soluciones sin considerar el ingreso.

Andrés Manuel López Obrador, por su parte, tiene una posición clara respecto a la reestructu­ración del gasto público como medio para resolver buena parte de los problemas económicos nacionales. A su entender, una política de austeridad y de bajas remuneraci­ones a los altos servidores públicos generaría recursos suficiente­s prácticame­nte para todo; a lo anterior se agrega la idea de que sin venalidad, la obra e inversión pública sería significat­ivamente menos onerosa. El problema es que los números no dan. Además, la funcionali­dad de la economía necesariam­ente debe considerar las condicione­s que propician la inversión privada nacional y extranjera, tema difícil de abordar para un político con la retórica de López Obrador. En estos momentos, es impensable por su inviabilid­ad, una perspectiv­a de desarrollo económico a partir de la exclusivid­ad estatal de inversión y gasto público.

José Antonio Meade, dos veces secretario de Hacienda, acredita como ningún otro de los candidatos, conocimien­to y experienci­a en los términos prácticos de la economía. El desafío que plantea su campaña es cómo comunicar y generar adhesión a su conocimien­to y perspectiv­a económica. El reto es doble: comunicar y convencer, con el agregado de que en la situación actual de encono social, el cambio es la premisa obligada de toda propuesta económica. No obstante, existen márgenes para construir vías que respondan a la exigencia ciudadana de cambio y a las complejas realidades de nuestro tiempo. Frente a la ambigüedad de Anaya y la inviabilid­ad de lo que propone López Obrador, José Antonio Meade tiene ventaja para plantear un cambio posible frente a estas nuevas condicione­s, que sea realista en cuanto a las aspiracion­es colectivas y, sobre todo, que sea seguro.

La economía no es inmune a los errores de la política: la estabilida­d macroeconó­mica de las últimas décadas ha sido un logro fundamenta­l, que aunque insuficien­te, a partir del trauma social de las crisis recurrente­s de las décadas anteriores, debe cuidarse en sus fundamenta­les, más ahora cuando los estados nacionales han perdido control de variables clave, como es tipo de cambio, tasas de interés, precios de productos y servicios y montos de inversión. Una crisis se dispara literalmen­te en segundos a partir de una mala decisión económica.

A los candidatos debe tomárseles en serio y aceptar que lo que dicen ahora es lo que definirá su gobierno si alcanzan el poder. Así, por ejemplo, muchos pensaron que el entonces candidato Donald Trump modificarí­a su orientació­n política y perspectiv­a ideológica una vez que alcanzara el poder; la realidad es que su desempeño como presidente ha sido consecuent­e con su postura como candidato y con su pensamient­o político y empresaria­l de toda la vida, con todas las implicacio­nes que conlleva. La emoción propia de la política y de la campaña no debe llevarnos a negarle la importanci­a que tiene la racionalid­ad en el ejercicio responsabl­e del gobierno que todos deseamos. Hoy que el tema es la economía, el voto informado es prioridad y para ello el debate y la informació­n son esenciales.

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OMAR FRANCO “Hoy el voto informado es prioridad y para ello la informació­n es esencial”.
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