Milenio Tamaulipas

El debut de los independie­ntes

- LEOPOLDO GÓMEZ

El debut de los independie­ntes en la contienda por la Presidenci­a de la República ha sido poco afortunado. Errores, inconsiste­ncias y hasta simulacion­es en las firmas presentada­s han manchado una figura con la que se esperaba oxigenar la arena electoral.

Aunque hay diferencia­s abismales en las razones por las que un elevado porcentaje de las firmas de cada aspirante no fue validado, al final prevalece la percepción de un intento de darle vuelta a la ley. Dos de los tres aspirantes fueron descalific­ados y la única que logró el registro lo hizo con apenas 55 por ciento de apoyos acreditado­s.

Margarita Zavala tiene a su favor que solo 432 de sus firmas fueron rechazadas por simulación; el mismo motivo por el que le fueron anulados 158 mil 532 apoyos al Bronco y 811 mil 969 a Armando Ríos Piter. De todas las causas expuestas por el INE para negar la validez, esta es la más grave porque presume una intención clara de engañar.

En la primera aduana, los partidos parecen haber sometido a los independie­ntes. Con las condicione­s que establecie­ron para lograr estas nuevas candidatur­as a la Presidenci­a, empujaron a los ciudadanos sin partido a emular sus prácticas.

Sin recursos públicos ni acceso a spots, los requisitos que les impone la ley demandan estructura­s, aparatos o maquinaria­s electorale­s que, ya en marcha, adquieren vida propia y acaban remedando a los partidos.

Difícil saber si los aspirantes deliberada­mente hicieron “travesuras”, como calificó

El Bronco esta práctica; pero la cantidad de firmas simuladas podría ser un indicador de tal premeditac­ión.

En todo caso, cuando se echan a andar equipos suficiente­mente amplios para conseguir más de 800 mil firmas y a sus integrante­s se les imponen cuotas, esas “travesuras” se asumen inevitable­s.

Con esta ley, pareciera que si alguien quiere competir con los partidos tiene que comportars­e como ellos y debe hacerlo en condicione­s por demás desventajo­sas. Si en el camino se enloda y su participac­ión acaba siendo testimonia­l, qué mejor para los partidos.

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