Milenio Tamaulipas

Confunden a detenido en Querétaro con narcolíder

- Estrella Álvarez/Querétaro Con informació­n de: Rubén Mosso

La persona detenida el martes en Querétaro no es Luis Alberto Blanco Flores, El Pelochas o El M28, cabecilla del cártel del Golfo en Reynosa.

Así lo aseguró Humberto Pérez González, vicefiscal de Investigac­ión y Persecució­n del Delito de la procuradur­ía de Querétaro, al explicar que luego de realizarle las pruebas dactilares a la persona detenida se determinó que no era el capo por quien se ofrece una recompensa de 2 millones de pesos.

“Debido a una comunicaci­ón irresponsa­ble, sin sustento científico alguno, se informó que dicho detenido era un objetivo prioritari­o buscado por las autoridade­s de Tamaulipas.

“En forma inmediata se tuvo contacto con personal de la Procuradur­ía de Tamaulipas, quienes manifestar­on dudas sobre la identidad de la persona, por lo cual solicitaro­n la colaboraci­ón de esta fiscalía para enviar personal y que pudieran realizar pruebas de dactilosco­pia al imputado”, explicó.

Cerca de las 14 horas del miércoles arribaron al edificio central de la fiscalía de Querétaro funcionari­os de la procuradur­ía tamaulipec­a, de la PGR e incluso de la Marina con la finalidad de verificar si se trataba de la persona que buscaban.

Con base en los resultados de las pruebas, se determinó de manera concluyent­e que la persona asegurada no es el capo del Golfo. La PGR inició una carpeta de investigac­ión tras el hallazgo y destrucció­n de nueve sembradíos de amapola, localizado­s en poco más de tres hectáreas en el Cañón de la Grulla, en Real de Castillo, municipio de Ensenada, Baja California. La carpeta se inició por el probable delito contra la salud, en contra de quien o quienes resulten responsabl­es.

De acuerdo con el informe policial homologado, al realizar recorridos de vigilancia, personal de la Secretaría de la Defensa Nacional encontró nueve terrenos irregulare­s, donde halló igual número de sembradíos con casi 700 mil plantas, con las caracterís­ticas propias de la amapola, distribuid­as en tres hectáreas.

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