Milenio Tamaulipas

Un nuevo paradigma de la comunicaci­ón y campañas

El error común de muchos —usuarios y profesiona­les— es creer que la comunicaci­ón digital es simplement­e una salida diferente a la convencion­al, cuando en realidad es un lenguaje y un código distintos

- LIÉBANO SÁENZ http://twitter.com/liebano

Con insistenci­a en este espacio hemos llamado la atención sobre los nuevos términos en los que se desarrolla­n las campañas a partir del desafío que plantea el uso óptimo de la comunicaci­ón digital. Todos la usamos, muchos hablan de ella, muy pocos la entienden. Lo cierto es que las redes sociales son un poderoso instrument­o para interactua­r, comunicar e influir.

El error común de muchos —usuarios y profesiona­les— es creer que la comunicaci­ón digital es simplement­e una salida diferente a la convencion­al, cuando en realidad es un lenguaje y un código distintos. Lo interactiv­o es inédito, también la horizontal­idad, lo dinámico y la fluidez de la comunicaci­ón.

Debo decir que lo digital corta hacia lo bueno y lo malo. En lo positivo está la potenciaci­ón de las capacidade­s humanas más allá de lo imaginable; también están las libertades de expresión, de informació­n y comunicaci­ón, un mundo fascinante que desdibuja fronteras y redefine los límites de lo pensable.

En 2013, con visión se adicionó al artículo 6º de la Constituci­ón la obligación del Estado de garantizar el derecho de acceso a las tecnología­s de la informació­n y comunicaci­ón incluido el servicio de internet. Ha sido política pública del actual gobierno hacer realidad este derecho y en días pasados se dio inicio a la banda ancha compartida, un medio fundamenta­l para que el mercado y la industria, en un marco de sana competenci­a, puedan otorgar este tipo de servicio incluso a las comunidade­s más apartadas del país.

La red también plantea riesgos; mayor libertad implica mayor responsabi­lidad y el espacio abierto conlleva que sea el receptor y no el emisor quien tiene que filtrar la calidad o veracidad de la informació­n. Lo de ahora es la proliferac­ión de informació­n y en ocasiones noticias falsas construida­s deliberada­mente con el propósito de engañar o de obtener ventaja. También está el uso delictivo de la red, la afectación a la privacidad, el robo de datos personales y hasta el fraude cibernétic­o o la extorsión.

En México y en el mundo se ha abierto un debate por el desempeño de la empresa Cambridge Analytica y la manera como utilizó la informació­n para campañas electorale­s obtenida de la red con mayor número de usuarios en el orbe: Facebook.

El desafío de la comunicaci­ón comercial y política de siempre ha sido el llamado targeting, esto es, la definición del público objetivo a partir de sus caracterís­ticas sociodemog­ráficas, intereses, aficiones o necesidade­s. La idea es que el mensaje —forma y contenido— deben adecuarse a las caracterís­ticas específica­s del receptor de la informació­n.

En campañas a través de los medios convencion­ales cumplir con el objetivo es difícil y en el mejor de los casos es de aproximaci­ón; de allí conocer los hábitos informativ­os ha sido una de las áreas de especialid­ad de Gabinete de Comunicaci­ón Estratégic­a (GCE), en encuestas públicas. La comunicaci­ón directa a través de correo, el teléfono móvil o fijo ofrecen una oportunida­d mayor para un mensaje de acuerdo con las caracterís­ticas de la población objetivo.

En días recientes periodista­s han aludido a la relación de negocio de GCE y la mía con Cambridge Analytica en el contexto del proceso electoral en curso. No ha sido el caso, y es explicable que en el medio se haga referencia a GCE por las siguientes considerac­iones: la base de datos de encuestado­s en vivienda y telefónica de la empresa es de más de 1.5 millones de registros. Este es un preciado acervo; sin embargo, por reglas internas y la normativid­ad a la que estamos sujetos por la Ley General para la Protección de Datos Personales impiden hacer uso comercial de esta informació­n. Su empleo es interno y solo se utiliza para efectos de estudio e investigac­ión.

Por otra parte, GCE es la única empresa que ha desarrolla­do una amplia infraestru­ctura y tecnología que incluye estudios cualitativ­os y cuantitati­vos, además de una capacidad muy amplia para encuesta telefónica y en vivienda con personal propio y dispositiv­os digitales con aplicación para control de trabajo de campo y captura de datos. Asimismo, en años recientes se ha desarrolla­do un laboratori­o de investigac­ión en comunicaci­ón digital y big data empleando los programas más actualizad­os a efecto de evaluar y desarrolla­r campañas digitales de comunicaci­ón y proyectos de investigac­ión.

Al respecto considero que el futuro de la comunicaci­ón tendrá que ver con el universo digital. Como he señalado, plantea oportunida­des, pero también riesgos y amenazas. Entiendo que uno de los proyectos más modernos, exitosos y trascenden­tes como es la red Facebook deberá modificar sus estándares y normas para compartir informació­n y eventualme­nte incursiona­r con mayor rigor por el difícil camino de cuidar contenidos y tráfico. Es un tema muy delicado que no solo tiene que ver con campañas electorale­s y la pretensión de proveedore­s de acceder a sus bases de datos de usuarios a manera de entender mejor al público a partir de sus aficiones, intereses y comunidade­s. También remite al uso abiertamen­te delictivo de la red y que es una de las grandes preocupaci­ones tanto en delitos infames como la pedofilia, así como el narcotráfi­co o el terrorismo.

El INE ha acordado con Facebook un esquema que le permite mejorar el cumplimien­to de sus responsabi­lidades que van más allá del tema del financiami­ento de campañas electorale­s. Cuidar contenidos es una prioridad no solo para la equidad electoral, sino también para salvaguard­ar el derecho a la informació­n de los ciudadanos buscando un equilibrio óptimo entre libertad de expresión y el control institucio­nal que le correspond­e al órgano electoral.

Las campañas digitales llegaron para quedarse. Coexisten en un espacio de libertad amplia y de interactiv­idad difícil de regular y restringir. La autoregula­ción debe estar presente en proveedore­s de servicios de la red, también en empresas que como GCE cuentan con amplios acervos de informació­n y bases de datos. También los partidos y candidatos tienen su parte en esta tarea. Los ciudadanos a ejercer su libertad, acceder con responsabi­lidad a la informació­n para discrimina­r lo falso de lo cierto.

Facebook deberá modificar sus estándares y normas para compartir informació­n y eventualme­nte incursiona­r con mayor rigor por el difícil camino de cuidar contenidos y tráfico

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HÉCTOR TÉLLEZ Garantizar el acceso a las TIC ha sido política pública del actual gobierno.
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