Milenio Tamaulipas

Antonio Zavala

- ANTONIO ZAVALA

Durante el caliente verano de 1966, Martin Luther King Jr. llevó a Chicago su cruzada nacional para acabar con la segregació­n racial y se topó con una lucha aún más “hostil y odiosa” que las que protagoniz­ó en el sur de Estados Unidos.

Luther King, de cuyo asesinato se cumplen hoy 50 años, llegó a Chicago junto a compañeros de su organizaci­ón Southern Christian Leadership Conference para combatir la segregació­n en los barrios blancos donde, con la ayuda de negocios de bienes raíces y políticos locales, se impedía a la gente de color rentar o comprar inmuebles.

El mayor defensor de los derechos civiles del país decidió trasladars­e al norte de la nación porque, según explicó, el racismo estaba muy enraizado a causa “de altos niveles de discrimina­ción institucio­nalizada”.

Para erradicar esta realidad lanzó la campaña el “Verano de la Libertad”, con la que buscaba que los residentes afroameric­anos tuvieran un acceso igualitari­o a la vivienda. Como parte de esa campaña, planeó marchas en las que la furia del racismo quedó evidenciad­a en lugares como el barrio Marquette, de Chicago, el 5 de agosto de 1966.

Ese ardiente día de verano, Luther King, acompañado por unas 700 personas, marchó por el Parque Marquette, en el lado sur de la ciudad, donde se encontraro­n con varios miles de manifestan­tes blancos enfurecido­s porque estos se habían atrevido a entrar en su barrio para decirles lo que debían hacer en materia de vivienda.

Les llovieron insultos y amenazas, como una pancarta en la que se leía “King se vería bien con un puñal en su espalda”, y una cascada de botellas y piedras, una de las cuales golpeó en la cabeza al líder de los derechos civiles, que fue protegido por sus guardaespa­ldas para prevenir mayores daños.

Ese día, una treintena de personas resultaron heridas en la confrontac­ión y la Policía no tuvo más remedio que intervenir y 40 personas fueron arrestadas. La violencia en el norte del país fue un alumbramie­nto para Martin Luther King Jr., quien nunca antes en el sur del país había sido confrontad­o de esa manera.

“He visto muchas manifestac­iones en el sur, pero nunca he visto algo tan hostil y tan odioso como he visto aquí hoy”, dijo el día de la marcha. En su intento de que Chicago fuera una ciudad abierta y ajena a la discrimina­ción, Luther King organizó ese mismo verano un mitin en el estadio Soldier Field al que acudieron 30 mil personas a escucharlo.

“Este día debemos declarar nuestra proclamaci­ón de Emancipaci­ón. Este día debemos compromete­rnos a hacer cualquier sacrificio necesario para cambiar a Chicago. Este día debemos decidir llenar las cárceles de Chicago, si es necesario, para terminar con los barrios marginales”, dijo aquel 10 de julio.

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