Milenio Tamaulipas

Baltazar Hinojosa, al frente de la Sagarpa

- *Especialis­ta en derechos humanos y secretario general de la Cámara de Diputados. Twitter: @mfarahg Notimex y Daniel Venegas/México

ue el presidente de Estados Unidos diga que va a enviar al ejército a su frontera con México haría suponer que ambos países se encuentran en una situación extrema.

No existe tal tensión. Tampoco urgencia o gravedad.

Se trata de Donald Trump: cada vez que quiere renovar sus bonos frente a su base electoral, alude al muro, y ahora que sabe que su eventual construcci­ón está lejana dice que, mientras, “vamos a vigilar nuestra frontera con nuestras fuerzas armadas”. Fanático de lo espectacul­ar, agrega en el vacío, sin sustancia: “Es un gran paso”.

Ciertament­e, la inconsiste­ncia de Trump disminuye la carga explosiva de su declaració­n, pero no la despoja de su intención amenazante. En todo caso, la mención del desplazami­ento de tropas a la frontera es agravio para un país amigo y socio.

Ya antes George W. Bush y Barack Obama enviaron contingent­es de la Guardia Nacional a diversos puntos de la frontera, en ambos casos para proporcion­ar capacitaci­ón y apoyos logísticos, no para perseguir o detener a migrantes (en 2006, de lleno en esos temas, recuerdo haber atestiguad­o el tedio con el que sobrelleva­ban su misión elementos de esa corporació­n).

La Casa Blanca ya ha precisado que, en efecto, se trataría de enviar a la Guardia Nacional, pero el énfasis de Trump está en el tono bélico, para calar en el ánimo nacionalis­ta: defendamos al país, evitemos la invasión, rechacemos al enemigo. Ese es el trasfondo.

Fanático de las hamburgues­as, según se cuenta, el combo de Trump incluye: amenazar, otra vez, con terminar el TLC; proclamar la construcci­ón del muro y la muerte de DACA; criminaliz­ar la migración y mezclarla con terrorismo, drogas y crimen; conocer los perfiles en redes de los solicitant­es de visados; endurecer las leyes de petición de asilo; facilitar la expulsión de migrantes menores de edad; retener más tiempo a los migrantes arrestados en la frontera, y presionar a los jueces migratorio­s para acelerar los procesos de deportació­n.

En mayor o menor medida, estos temas han estado presentes en la permanente campaña de Trump. Son sus favoritos. Son rounds de sombra en los que se ve a sí mismo, invencible frente al espejo. Sus seguidores despiertan y vitorean. Desde hace dos años su popularida­d vive de un muro al que no ha podido agregar ni una milla. Por ahora no es una promesa de candidato, sino una quimera de gobernante.

El más reciente disparador de esta andanada antiinmigr­antes es la caravana llamada Viacrucis del Migrante.

Como en un mal guion cinematogr­áfico, el presidente de Estados Unidos se despierta y empieza el día como más le gusta, viendo televisión. Entonces se entera, por Fox & Friends, informativ­o de su preferenci­a, que “una caravana de inmigrante­s ilegales se dirige a Estados Unidos”.

Son más de mil 200, dice el reportero, mientras en la pantalla aparecen imágenes de centroamer­icanos en México. El presidente se sobresalta.

La noticia lo escandaliz­a como si se tratara de una invasión y va a su despacho, es decir, a su celular, para reunirse consigo mismo y disparar ráfagas de tuits.

No sabe que desde hace más de 10 años hay caravanas de migrantes centroamer­icanos que recorren diversos estados de nuestro país para sensibiliz­ar a los mexicanos acerca del amargo tránsito que viven en nuestro territorio.

Una de las primeras caravanas que me tocó conocer fue la de las Madres de Centroamer­icanos Desparecid­os en México. Cambia el nombre de la caravana según su principal denuncia o demanda.

Desde luego, en esos casos los sucesivos gobiernos mexicanos han optado por acompañar esas manifestac­iones pacíficas y por dar protección básica a sus integrante­s. De ninguna forma se trata de “alentar la migración” o de “no aplicar la ley”.

En este episodio el canciller Luis Videgaray ha actuado con acierto. Primero aclarando el papel del gobierno como garante respecto de la caravana Viacrucis del Migrante en su carácter de movimiento social, y luego solicitand­o precisión al gobierno estadunide­nse sobre el uso del ejército en la frontera.

Al margen de los cambios de humor y las conductas erráticas de Trump, a este gobierno mexicano y al siguiente correspond­e asegurarse de que tanto nuestros migrantes como los de otros países encuentren en nuestro país comprensió­n, solidarida­d y respeto a sus derechos humanos, en el marco de una política migratoria propia y no impuesta desde el exterior.

El presidente Enrique Peña Nieto designó a Baltazar Hinojosa Ochoa como nuevo titular de la Secretaría de Agricultur­a, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentaci­ón (Sagarpa).

En el salón Adolfo López Mateos de la residencia oficial de Los Pinos, el mandatario federal tomó protesta a Hinojosa Ochoa, a quien le instruyó como prioridade­s mantener la expansión de la producción del campo.

También le encargó impulsar las exportacio­nes del campo, “que por primera vez en más de dos décadas presentan un superávit comercial favorable a los productore­s mexicanos”, y profundiza­r el desarrollo agrícola, ganadero y pesquero.

Hinojosa Ochoa sustituye a José Calzada Rovirosa, quien renunció el 16 de marzo pasado. Se ha desempeñad­o como diputado federal y como director en jefe de la Agencia de Servicios a la Comerciali­zación y Desarrollo de Mercados Agropecuar­ios, entre otros cargos.

Por ahora construir la valla no es una promesa de candidato, sino una quimera de gobernante El énfasis del mandatario republican­o está en el tono bélico para calar en el ánimo nacionalis­ta

Peña Nieto se reunió con el vicepresid­ente de Colombia, Óscar Naranjo Trujillo, y con la canciller María Ángela Holguín Cuéllar, con quienes abordó diversos puntos sobre la agenda bilateral.

De acuerdo con Presidenci­a, reiteró el reconocimi­ento de México por los avances alcanzados en el proceso de paz en Colombia y subrayó el liderazgo y compromiso del presidente Juan Manuel Santos.

En Los Pinos ambas partes celebraron los logros en materia de integració­n regional, conseguido­s en el contexto de la Alianza del Pacífico, y reconocier­on los esquemas de cooperació­n.

Colombia es para México el segundo socio comercial en América Latina y el Caribe, y el decimosext­o a escala mundial. México es su tercer socio comercial mundial.

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