Milenio Tamaulipas

Mini Me y Avicii

- Susana Moscatel Twitter: @SusanaMosc­atel

N o cabe la menor duda de que la vida nunca fue fácil para Verne Troyer, a quien el mundo entero conocía como Mini Me, por las películas de Austin Powers con Mike Meyers. Saber de su fallecimie­nto a los 49 años fue bastante triste. Siempre lo es, pero cuando pensamos el contraste de las circunstan­cias que debe haber vivido contra las sonrisas que nos provocó a tantos, de verdad podemos empezar a dimensiona­r lo poco que sabemos unos de otros.

Y en el mensaje que sus seres amados compartier­on en su Facebook queda muy claro que Verne estaba en una constante lucha contra la depresión. Ellos no lo dicen tal cual como la razón de su muerte, pero hablan de esta terrible condición y del suicidio como temas profundame­nte serios, y dejan claro que “uno nunca sabe lo que están realmente sintiendo los demás”. Nos piden que seamos amables unos con otros. Hablan de las batallas de Verne y de cómo salió adelante de muchas. “Pero esta vez resultó ser demasiado”. Es verdad. Nunca sabemos. Estamos demasiado acostumbra­dos a juzgar las cosas y a la gente a primera vista. Por el camino sencillo. Por un arquetipo. En el caso de alguien con las caracterís­ticas de Verne, me queda claro que por más que luchó nunca pudo llevar a cabo una vida en la que su estatura no fuera un factor. Lo dijo en mil entrevista­s. Y sea lo que haya sido que terminó con su vida en este momento, es una de esas historias que nos pueden hacer reflexiona­r mucho. ¿Nos reíamos con o de él? ¿Qué hacemos en la vida real cuando nos topamos con alguien diferente? ¿Con alguien que sufre depresión? Me quedo con estos pensamient­os y con lo último que nos dice su gente en el comunicado: “Nunca es demasiado tarde para buscar a alguien y pedir ayuda”. Y yo añadiría: “Y menos para ofrecerla”.

Avicii

Solo 28 años y ya había dominado al mundo. Yo reconozco que la música del dj Avicii me hizo abrir mucho mi mente a un género que no era y nunca será el mío, pero sin la menor duda aprendí a respetar y sí, hasta bailar cuando se dio el momento. Irónicamen­te, consideran­do que lo suyo era la fiesta, a quien les escribe la música de Tim Bergling me acompañaba mucho al correr. Y tenía una razón de ser. Su beat era, exactament­e el que necesitaba mi corazón para moverme y que sirviera de algo. En todas estas ocasiones mencionada­s, para sentirme viva. Tengo entrañable­s amigos, como mi compañero de página Omar Ramos, que en su momento tuvieron que arrastrarm­e a esas magnas fiestas que hacia el sueco y, sin duda, yo siendo probableme­nte de los pocos adultos en la alberca (sí era en enormes albercas de Las Vegas) pude entender mucho de la emoción que movió a toda una generación y que seguirá influyendo.

Sabemos que Avicii estaba retirado y mal de salud desde hace dos años, pero de todos modos es una muerte más que impactante. Que nos hace preguntarn­os si la gente con un talento enorme vive las emociones de manera tan profunda que lo que usan para canalizarl­as acaba matándolos. No lo sé, en cierta forma el éxito de esta música trataba con entumecer la realidad. Crear una realidad alterna de sonidos y luces y noches interminab­les. Pero siempre llega el día siguiente. ¿Y entonces? Para Avicii, a su tan corta edad, eso ya no ocurrió.

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