Milenio Tamaulipas

Ecos del debate

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Las evaluacion­es del primer debate pre- sidencial sugieren el triunfo de Ricardo Anaya y la persistenc­ia de la ventaja de López Obrador.

Fueron los dos ganadores del debate. Anaya porque ganó credibilid­ad como el contendien­te de la elección. López Obrador porque salió del trance sin grandes pérdidas, aunque con visibles vulnerabil­idades.

Sintomátic­a del ánimo del puntero fue la salida solitaria que hizo al término del debate, sin despedirse de nadie, dejando el escenario a sus contendien­tes, luego de recoger sus cosas como después de un mal juego, y caminando con lentitud hacia el pobremente iluminado fondo del set.

Durante el debate, por primera vez, los adversario­s de López Obrador concentrar­on en él sus baterías y dieron en el blanco varias veces.

Le hicieron preguntas directas que no pudo contestar, le recordaron contradicc­iones políticas que no pudo explicar, lo abrumaron con la discusión sobre su propuesta de amnistía y corrigiero­n con cifras sus certezas sobre el éxito de su gestión como jefe de Gobierno de la ciudad.

López Obrador mantuvo su decisión de no enganchars­e, pero perdió, por largos momentos del debate, la sonrisa y el humor.

Parecieron incomodarl­o más que nada la descripció­n de Morena como un negocio familiar y el paulatino darse cuenta de que, ante el fuego graneado, con frecuencia no sabía qué ni cómo contestar.

Creo que fue la noche de la exhibición y la autoconcie­ncia de las vulnerabil­idades de López Obrador, el fin de su condición de candidato teflón, blindado contra todo, al que todo se le resbala.

López Obrador pasaba por el peor momento en ese inesperado curso de vulnerabil­idad, cuando la amateur antipatía recíproca de sus adversario­s vino en su auxilio.

Meade y Anaya se trenzaron en el intercambi­o más feroz de la jornada a propósito de sus respectiva­s honestidad­es.

Durante ese intercambi­o hubo en el rostro de López Obrador la primera sonrisa, abierta, genuina, convincent­e de la noche.

Creo que los adversario­s de López Obrador encontraro­n ayer caminos para combatirlo.

Creo que López Obrador entendió que es vulnerable y que Anaya tomó definitiva­mente la posición de segundo en discordia.

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