Milenio Tamaulipas

DEPOLITICA Y COSAS PEORES

- Armando Fuentes Aguirre Catón afacaton@yahoo.com

5ecordarán ustedes a Tarzan, que vivía en la selva con su esposa Jane y un chimpancé llamado Chita. Cierto día llegó a su cabaña y encontró a Jane desmelenad­a y con las ropas en desorden. “Malas noticias, Tarzan -le dijo ella-. No era Chita: era Chito”. Error grave sería que Anaya, Meade y Margarita se unieran públicamen­te en un frente común para derrotar a López Obrador. Eso daría la razón al tabasqueño, que los ha acusado de echarle montón, y lo haría aparecer como víctima del “compló” que desde tiempo inmemorial ha venido denunciand­o. Algún maquiavéli­co estratega diría que cualquier arreglo que se hiciera en tal sentido debería hacerse por abajo de la mesa, como parece haber sucedido cuando el prigobiern­o maniobró para favorecer a Calderón y ayudarlo a vencer a AMLO “haiga sido como haiga sido”. La unión de los tres candidatos opositores, hecha sin publicitar­la, tendría una posibilida­d, siquiera sea remota, de superar a López Obrador, pero la participac­ión aislada de cada uno hará que la victoria de cualquiera de ellos sea un verdadero milagro. Y en política, arte de realidades, los milagros rara vez suceden. El régimen y su partido temen a López Obrador. Quizá su temor es infundado, pues AMLO es en verdad el único priista que está participan­do en la contienda; pero si tanto miedo le tienen hagan que los votos útiles de sus militantes favorezcan a quien más posibilida­des tiene de vencer al tabasqueño. En todo caso la señora Zavala ha de reconocer la contundenc­ia de los hechos y sumarse a la candidatur­a más viable de frente a López Obrador. Todo esto que digo no es modo alguno un consejo. Es la expresión del deseo de muchos mexicanos. Don Chinguetas, marido tarambana, decía a sus amigos: “Como adulto disfruto el adulterio más que como infante disfruté la infancia”. Cosa muy extraña es el adulterio: si les sucede a los demás es cómico; si te sucede a ti es trágico. Caso ejemplar es el de don Cornulio. Cuando su esposa se va a confesar el sacerdote le pregunta: “¿Le eres fiel a tu marido?”. Responde ella: “Frecuentem­ente, padre”. Una mañana el infeliz llegó a su domicilio y sorprendió a doña Daifa, su mujer, en irregular connubio con un desconocid­o. Desconocid­o para don Cornulio, digo, pues ella incitaba a su mancebo con expresione­s como ésta: “¡Dale más aprisa, negro santo!”. Ese tuteo mostraba claramente que entre los dos había conocimien­to previo. Al ver a su esposa en tan ilícita copulación don Cornulio prorrumpió en enérgicos dicterios contra ella. Entre otras cosas la llamó vulpeja y zorra, siendo que zorra y vulpeja son el mismo animal (también raposa). Ella se defendió con dignidad: “Ay, Cornulio -le recordó-. ¿No dices siempre que en la variedad está el gusto?”. Replicó el señor: “Al decir eso me refería a la comida, no a las relaciones amorosas, que deben estar presididas siempre por el respeto mutuo y la fidelidad”. Al oír ese razonamien­to doña Daifa recordó las enseñanzas recibidas de las monjas en el Instituto Reverberac­ión, y se avergonzó bastante. “Tienes razón -le dijo llena de contrición a su marido-. Soy una pecadora. Perdóname”. “Te perdono -concedió, magnánimo, el esposo-. Yo tampoco estoy libre de culpa: suelo comer galletas en la cama, y la lleno de migajas; dedico mucho tiempo a mi colección de estampilla­s de correo, y cuando no estás en la casa veo películas de Tinto Brass. Perdóname tú también a mí”. “Estás perdonado -le dijo doña Daifa con la misma magnanimid­ad-. Nadie es perfecto, y tú menos”. En eso intervino el querindong­o de la señora. “Muy bien -le dijo a ésta-. Ahora que ya todo está felizmente arreglado ¿podemos continuar?”. FIN.

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El joven aprendiz de seductor le dijo al sevillano: -Eres el amante más afortunado que ha existido sobre la faz de la tierra. Desde una princesa real a la hija de un pescador pudo recorrer tu amor toda la escala social. Una noche poseíste a la reina de Aquitania en el mismo lecho donde roncaba el rey. En otra ocasión hiciste tuya a la amante de un cardenal dentro del confesonar­io de la capilla donde el purpurado oficiaba en ese momento la misa de alba. Aún se recuerda la vez que sedujiste a la viuda de aquel rico banquero mientras le estaban dando al señor cristiana sepultura. Luego de todos esos triunfos amorosos ¿hay algo que desees todavía?

-Sí -respondió Don Juan-. Desearía que fuera verdad al menos una cuarta parte de todo lo que de mí se cuenta.

¡Hasta mañana!... “. ‘No renunciaré’, afirma José Antonio Meade.”. Quizá no renunciará

-así son las cosas éstas-, pero se ve en las encuestas que está renunciado ya.

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