3ROtWLFRV GH EDUUR
6i técnicamente el cargo de Presidente de la República es un puesto de trabajo al final de cuentas, lo que vimos en el primer debate presidencial fue una especie de entrevista laboral, donde los aspirantes a dicha posición pusieron sus argumentos, disertando y/o esgrimiendo las causas para que lo escojamos a él o para que no elijamos a cualquiera de los otros cuatro.
Es materia política; pero va en juego nuestro futuro económico, social, laboral y educativo, pues de las decisiones que tome quien esté en ese espacio de poder, influye ineludiblemente en los negocios, las empresas y las personas.
¿A quién elegimos?, ¿al que representa al partido que ha gobernado México en dos sexenios pero que al final de cuentas no se vio el cambio que tanto requiere el pueblo? Tuvo su oportunidad y no pasó gran cosa.
¿Decidimos que continúe el que representa al gobierno actual, que aparte de ser el menos popular y menos efectivo, es el partido que ha estado en el poder por décadas y que la percepción general que se le tiene es de desprestigio?
¿Escogemos a la única mujer por ser mujer, por su consorte, o porque representa parte de un partido deudor con la confianza y esperanza ya mencionado?
¿Seleccionamos al puntero en las encuestas cuya bandera es la honestidad y resultados, aunque haya algunas dudas en la manera en que ha sostenido a su familia varios años?
¿O votamos por un bronco independiente (literal), que sus ideas pueden ser radicales, como si viviéramos en época de la Santa Inquisición?
Como vemos, los políticos que buscan ese puesto plantean soluciones, explican cómo resolver los muchos problemas nacionales que tenemos y prometen renunciar si no dan resultados.
Pero si van a hacer como algunos servidores públicos que tenemos en la zona conurbada del sur de Tamaulipas, con obras públicas espantosamente lentas, con la molestia de los ciudadanos por añadidura y el daño a las empresas que impiden el tránsito de sus clientes, confirmaremos que solo son ídolos de barro.