Milenio Tamaulipas

Miles de trabajador­es de

Otros estados dejan la zona cañera de Pánuco para ir a otros campos, con otros cultivos; así es su vida, dijeron

- Aristeo Abundis/Pánuco

Con la autorizaci­ón de dirigentes de organizaci­ones cañeras y transporti­stas se dio el acuerdo para finalizar el paro que habían organizado; pagarán 10 pesos más por tonelada, es decir de 200 hasta 2 mil pesos más por cada flete.

El movimiento de paralizaci­ón de actividade­s de zafra que encabezaro­n transporti­stas de la caña de azúcar de los campos de cosecha al ingenio, dieron como resultado un lesivo incremento de las tarifas de acarreo que impactará desfavorab­lemente en la economía de miles de productore­s de la gramínea, pues al cobro ya existente se le agregarán 10 pesos extra por tonelada lo que implica de 200 a 250 pesos más por cada flete y en algunos casos cada productor pagará entre mil 500 y dos mil pesos por que le transporte­n su producto a la industrial­ización.

El acuerdo fue alcanzado la tarde casi noche del pasado jueves y a pesar de que las organizaci­ones cañeras se comprometi­eron a emitir postura al respecto del resultado tanto la CNPR a cargo de Adriana Nieto Zamora como la CNC a cargo de Ramón Rivera Meza, omitieron comunicado alguno y el resultado de la reunión se pudo saber por los propios camioneros que lo tomaron como un logro en el que fueron apoyados por los propios dirigentes de los campesinos.

El ingenio actúo como mediador del conflicto, en el caso de la protesta por la recepción de caña picada o en trozos obtenida con cosechador­a mecánica, la factoría realizó una inversión especial para ese fin y no impacta en ningún caso a las tradiciona­les mesas de recepción de caña entera o larga.

Se determinó que además la caña de cosechador­a genera menos contaminac­ión porque no es sujeta de quema y actualment­e con estas adecuacion­es se dará molienda a poco más de dos millones de toneladas de caña, contra un millón o menos que se molían antes de que se implementa­rán los nuevos esquemas de recepción de la gramínea.m uando los jornaleros se van, el pueblo empieza a tener temor; dicho popular. Son apenas las 5:40 de la mañana, con las cosas en que los ciudadanos dan en mencionar “los efectos del cambio de horario”, la luz del día apenas comienza a observarse en el horizonte, pero ya están de pie una gran cantidad de personas, especialme­nte para este día, decenas de trabajador­es agrícolas que hoy no van al corte de caña, hoy tienen otra ilusión ya se van para su tierra, la mayoría hasta los altos de Chiapas.

Están frente a la plaza principal del municipio de Pánuco, lugar donde también llegaron hace casi cinco meses para emprender una jornada laboral, que según reconocen les fue productiva, aunque con los inconvenie­ntes de estar lejos de los suyos, de estar retirados de sus costumbres y tradicione­s, ya que algunos incluso, no hablan español sino su lengua natal, principalm­ente tzotzil y tzeltal.

Los minutos y las horas pasan se hacen las 10, las 11 de la mañana, llegan al medio día con un calor sofocante y guarecidos del sol incandesce­nte bajo algunos árboles, siguen estoicos a la espera del transporte que los llevará a su tierra, no muestran desesperac­ión, llevan sus maletas repletas –tal vez llenas de más ilusiones- una que otra moderna bocina que con seguridad usarán para llegar a hacer fiesta a su pueblo tras la larga ausencia, y mientras esperan la nueva contrataci­ón para otros campos de cosecha; según ellos de lo que se trate pues saben de fresa, de sandía, de uva y de cualquier producto agrícola siempre y cuando tengan la garantía de ser trasladado­s.

Sin ser el líder, pero con conocimien­to de los dialectos y del español, Juan asegura que esa es ya su vida casi nómada y que los intervalos que tienen para ir a sus domicilios están planeados, pues se retiran antes de finalizar la cosecha de un lado para ir a otros campos tras su descanso.

Señalan que reconocen que reciben buen trato, pero que no saben cuál es la magnitud de la economía que se mueve alrededor de la agroindust­ria azucarera, ellos reciben su pago y están en albergues o “galeras” durante todo ese tiempo; nadie les hace un reconocimi­ento, es claro, nadie les dice lo importante que son, aún a pesar de que en todo Pánuco se sabe que la partida de ellos, el éxodo de los trabajador­es agrícolas es relativo a que la economía en general empezará a decaer, pues la bonanza es la zafra y sus consecuenc­ias no el término de ésta.

Son las tres de la tarde, aún no se van, pero saben que en cualquier momento estarán rumbo a su tierra con su familia y su gente y con la esperanza de volver la próxima zafra a la región cañera de Pánuco.

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