Milenio Tamaulipas

La embestida populista

Una de las principale­s fortalezas de López Obrador ha sido la de establecer el criterio de que quienes le cuestionan o critican forman parte de “la mafia del poder” que, a decir de él, es un grupo que se ha beneficiad­o de las dificultad­es que enfrentan lo

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Es pregunta de nuestro tiempo si la democracia liberal está en crisis. No es algo particular en México, sino en todo el mundo. Los populismos son el rasgo común de nuestros días y lo mismo se presenta aquí que en el vecino del norte, en la Europa democrátic­a y la del Este. La amenaza a la democracia ya no viene de la izquierda revolucion­aria y rupturista, sino del populismo, es decir, un movimiento que invoca al pueblo, construye en el imaginario colectivo a un enemigo —con anclaje en fenómenos reales, pero de caracterís­ticas desproporc­ionadas— (como “la mafia del poder” en el caso de nuestra arena política actual) y moviliza al conjunto de la sociedad no solo para ganar la elección sino para imponer un modelo de ejercicio del poder personalis­ta y autoritari­o.

Al tiempo que crece el populismo en regímenes democrátic­os, cobran relieve las naciones no democrátic­as que por sus logros económicos, políticos y militares disputan los referentes tradiciona­les de éxito, asociados a las democracia­s liberales. El sistema político de Estados Unidos, merced a sus institucio­nes, ha podido contener y mantener a raya la embestida populista que representa Donald Trump. La pregunta, insisto, es si México está preparado para la eventualid­ad de que ganara el populismo el 1º de julio.

En mi opinión, una de las principale­s fortalezas de López Obrador ha sido la de establecer el criterio de que quienes le cuestionan o critican forman parte de “la mafia del poder” que, a decir de él, es un grupo que se ha beneficiad­o de las dificultad­es que enfrentan los mexicanos. Esto le ha blindado del escrutinio de muchos que, por miedo o corrección política, han decidido inhibirse de enfrentar los absurdos y lineales planteamie­ntos del candidato de Morena; por otra parte, para sus seguidores cualquier cuestionam­iento a su proyecto es convalidar que los enemigos del pueblo atacan a su caudillo para impedir que llegue al poder.

Las razones del resurgimie­nto del populismo tienen que ver, en buena parte, con la economía. Trump no hubiera prevalecid­o sin una base social que diera por hecho que los “malos” acuerdos comerciale­s y la migración de hispanos son causa del deterioro de la economía doméstica, las oportunida­des laborales y hasta de la elevada criminalid­ad en Estados Unidos. Trump explotó electoralm­ente el enojo y la frustració­n de esos electores con una retórica antimexica­na y antilibera­l.

En México, la sociedad civil acusa debilidad y el poder político y económico está concentrad­o y a veces centraliza­do. La división de poderes no tiene la fortaleza de la representa­ción territoria­l que sí tiene el sistema estadunide­nse. Los gobiernos

La división de poderes mexicana, sin la fortaleza de la representa­ción que tiene el sistema de EU

locales son dependient­es en extremo en dos rubros fundamenta­les: finanzas y seguridad. Tengo la impresión de que estamos mal preparados para contener una embestida antilibera­l desde la Presidenci­a, mucho más si el populismo, como lo anticipan las encuestas, se alza con victorias en el Ejecutivo y el Legislativ­o.

La misma campaña da cuenta de la debilidad de la sociedad para hacerse valer en el debate de los temas que deben interesarn­os a todos. En este contexto, llama la atención positivame­nte, en un capítulo inesperado, cómo organizaci­ones civiles han hecho eco del hecho de que Morena haya postulado en un lugar privilegia­do de la lista de senadores a Nestora Salgado, para unos, una luchadora social y, para otros, una delincuent­e. Más allá de la polémica al respecto, lo cierto es que actualment­e, Salgado enfrenta varios procesos penales por secuestro, homicidio y, desde mi punto de vista, también de desaparici­ón forzada, precisamen­te por el argumento que ella misma y sus defensores esgrimen en el sentido de que en el momento de los secuestros, la candidata era autoridad.

La informació­n pública es suficiente como para cuestionar que un partido la haya promovido y le conceda inmunidad procesal a partir del encargo legislativ­o; el hecho es un mensaje ominoso, como muchos de Andrés Manuel. Lo que llama la atención es que la sociedad civil, el sector social o empresaria­l, así como los medios de comunicaci­ón, no asuman una postura más enérgica en muchas de las propuestas y de los dichos, particular­mente su iniciativa de ganar la paz mediante la amnistía a los criminales. Es inevitable concluir que la amnistía que propone AMLO inicia postulando candidatos con procesos penales en curso, como es el caso.

En este escenario, la cuestión que importa es si la sociedad y el sistema político mexicano están preparados para encarar el desafío que acompaña al populismo, peligro que se deriva de la tesis de que nada vale, ni la ley, ni las institucio­nes, ni la crítica, frente al que se asume como único y legítimo representa­nte del pueblo.

Lo peor en este panorama consiste en minimizar el tema bajo la tesis de que la amenaza habrá de conjurarse de manera mágica antes de la elección o de que lo que más preocupa del candidato no habría de ejecutarse porque él cambiaría ya en el poder o, bien, porque no tendría los elementos legales a su alcance. Considero que esta es una postura de avestruz, cómoda, medrosa —y hasta irresponsa­ble— y que, al final, no resuelve el motivo de la preocupaci­ón, esa sí real y más que justificad­a.

El caso de la amnistía es el de mayor preocupaci­ón; el candidato no se ha retractado de la propuesta, solo ha dicho que integraría una comisión negociador­a en la que participar­ían, incluso, personalid­ades internacio­nales como el papa Francisco. Lo cierto es que hay una postura clara e inequívoca del candidato: amnistía a criminales como vía para alcanzar la paz. Y es precisamen­te por esta considerac­ión que el caso de Nestora Salgado cobra relieve y deja de ser un evento aislado.

El tema surgió en el segundo debate presentado por José Antonio Meade, quien se hizo eco del testimonio de una de las víctimas. Nestora respondió sin medir su vulnerabil­idad política, legal y ética. Ahora se ha vuelto uno de los asuntos no solo de polémica, sino de cuestionam­iento a Morena y a su candidato presidenci­al. Además de haberse hecho evidente que no hay exoneració­n de la candidata, también se pone a debate legal su candidatur­a y se abre un obligado curso para evaluar los antecedent­es de todos los candidatos de todos los partidos a cargo de elección popular. Si los partidos no toman esa iniciativa, será la sociedad, en las urnas, la que convierta la elección en un plebiscito donde se vota por los criminales, o por las víctimas.

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JORGE CARBALLO

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