Milenio Tamaulipas

Perfil de los futuros súbditos de Obrador

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Ante el posible advenimien­to de un presidente de perfil desaforada­mente populista, los mexicanos expresan temores, manifiesta­n apoyos, abrigan esperanzas, exhiben rechazos, en fin, cada quien mira las cosas a su manera y a partir de sus muy personales preferenci­as aunque —hay que decirlo machaconam­ente, una y otra vez— el candidato de Morena no cuenta con los favores de seis de cada diez votantes.

Pero, echemos entonces un vistazo a los rasgos de los electores:

De entrada, tenemos al fanático incondicio­nal de Obrador, alguien que le confiere la categoría de auténtico salvador de la patria, que se cree a pies juntillas que va a transforma­r este país y, de paso, a liquidar para siempre a esa “mafia del poder” que ha saqueado a la nación. Dentro de esta categoría figuran los más legítimos representa­ntes del “pueblo bueno” pero también te encuentras a intelectua­les, a académicos, a jóvenes estudiante­s y a los extremista­s de siempre. Existe un segundo apartado de seguidores más moderados que, diciéndose que ya basta del PRIAN y constatand­o el fracaso del modelo económico neoliberal en el apartado social, le van a dar un voto de confianza al Peje para expresar meramente su rechazo a los que nos han gobernado durante los últimos 36 años.

Luego siguen otros ciudadanos que, si bien no son partidario­s del aspirante, propugnan un cambio que no les resulta amenazante porque, te dicen, “todo va a seguir igual, Amlo es en realidad un priista, hombre, es parte del sistema” y que, cuando les adviertes de que pueda tomar decisiones muy perjudicia­les para la economía, te sueltan que no hay que creerle sus bravatas ni hacer caso a su retórica porque “son cosas de la campaña, es un simple discurso, a la hora de la hora no va a hacer nada de eso, se va a entender con los empresario­s y a gobernar normalment­e”.

Toca ahora describir a sus opositores frontales: están quienes se inquietan grandement­e de sus modos de caudillo y temen que, llegado el momento, los principios de la democracia liberal sean sacrificad­os en el altar de la adoración al procónsul autoritari­o. Y, finalmente, los que avisan de que va a llevar a México al despeñader­o en una espiral (vengativa) de expropiaci­ones, estatismo a ultranza y políticas públicas irresponsa­bles. Venezuela, vamos.

¿En qué clasificac­ión se colocan ustedes, lectores?

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