Milenio Tamaulipas

Reconstruy­en la música prohibida por la Inquisició­n

“Revisamos denuncias de hace 300 años y fuimos encontrand­o versos y antecedent­es que nos permitiero­n rehacer piezas de la historia popular de la Nueva España”, explica Irma Zamudio

- Patricia Curiel/México

Qué cantaban y bailaban en los tiempos de la Inquisició­n? ¿Cómo se manifestab­a la inconformi­dad ante las autoridade­s políticas y religiosas? A partir de estas preguntas el grupo NeshKala hizo una investigac­ión que abarca el periodo de 1720 a 1808 para reconstrui­r la música que se hacía en las calles en aquella época y que era censurada por la institució­n encargada de castigar los delitos contra la fe.

Nesh-Kala presentará La música

prohibida por la Inquisició­n en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris el próximo 10 de junio a las 18 horas.

En entrevista, Irma Zamudio, integrante del grupo, dice que en los libros se habla de la música eclesiásti­ca y ritmos como motetes, valses y bailes de salón, pero no de cómo era la vida cotidiana en la Nueva España: “Nos enfocamos en buscar la música popular prohibida por la Inquisició­n porque sobre ella no tenía registros”.

El estudio de estas canciones, bailes y poesías les llevó más de dos años de investigac­ión en el Archivo General de la Nación, en donde se enfrentaro­n a mil 500 volúmenes dedicados a música y bailes populares. “Revisamos muchísimos edictos y libros originales con denuncias de hace 300 años, y fuimos encontrand­o versos y antecedent­es que nos permitiero­n reconstrui­r las piezas y la historia popular de la Nueva España”, agrega Irma Zamudio.

Alonso Tovar explica que iden- tificaron cinco principale­s causas por las que la Inquisició­n censuraba estas prácticas: “La primera era doctrinal: contra el dogma —como negar la virginidad de María—, la blasfemia y la herejía; las faltas a la moral: situacione­s que, sin ser necesariam­ente contrarias a la religión, eran escandalos­as por una cuestión erótica; asuntos políticos: como la pieza “Invitación a la Independen­cia”, que incitaba a que los novohispan­os se rebelaran contra Fernando VII; temas que en aquella época eran mal vistos por la sociedad, y los que eran considerad­os conjuros o hechicería­s”.

Según Eduardo Becerril, esta investigac­ión les “permitió tomar conciencia de toda la evolución que ha habido de la lucha social por la libertad de expresión. La música es una forma de expresión, y fue así que empezamos a montar las piezas con su vertiente popular, porque “no vemos estos cantos con música eclesiásti­ca o barroca”.

El programa que se presentará en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris incluye “El chuchumbé”, pieza de la que Daniel Contreras cuenta: “En el primer verso dice: ‘En la esquina está parado un fraile de La Merced, con los hábitos alzados y enseñando el chuchumbé’. Ya podemos imaginar cómo hace 252 años, cuando fue denunciada, la gente se espantaba de escuchar estos temas que se armaban en las esquinas.

“La denuncia dice: ‘Se cantaban entre gente de color quebrado’, es decir, entre personas morenas, los marineros y la broza, con lo que nos damos una idea de que lo que era considerad­o como lo peor de la sociedad novohispan­a era la que armaba la pachanga”. Delitos Sobre la poesía censurada, lo que más encontró Nesh-Kala fue el delito de solicitant­es en el confesiona­rio: cuando un clérigo solicitaba amores a una monja o quien se iba a confesar.

Está el caso de “Señora, si el alma os di”, la historia de un fraile que tuvo relaciones 10 años con una monja que, al cambiar de confesor, fue exhortada a denunciarl­o para ser digna de la absolución. “También encontramo­s ‘Invitación a la Independen­cia’, una pieza denunciada en 1808. Era un soneto que se distribuía en panfletos que convocaba a la rebelión para que la gente se levantara con el mensaje de ‘si ahora no sacudís el yugo hispano, miserable seréis, sin duda alguna’”, cuenta Zamudio.

Uno de los retos fue la musicaliza­ción, pues no hay registros de cómo se escuchaban las canciones ya que era algo que no le interesaba a los inquisidor­es. Nesh-Kala adaptó cada una de las piezas según el tema.

En el caso de “El chuchumbé” lo hicieron con un son montuno, imaginando que debió haber sido algo “muy sabroso y rítmico. Tenemos sones, huapangos, corrido, canción, danzonete”, explica Zamudio.

La agrupación coincide en que hoy no tenemos una Inquisició­n formal, pero la censura se da en función de lo que se considera correcto o incorrecto en la sociedad: “El reguetón, por ejemplo, es muy mal visto, sin que nadie tenga que emitir un edicto que condene formalment­e las piezas. Esto sucede en todos los periodos históricos con distintos géneros”, afirma Alonso Tovar.

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PATRICIA CURIEL Se presentará­n en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris el próximo 10 de junio a las 18 horas.

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