Recuperan la memoria del futbol en Latinoamérica
Pablo Alabarces, el autor de esta investigación, cuenta desde las leyendas fundacionales, hace más de un siglo, hasta la última clasificación mundialista, de México a Argentina
Hace 25 años, Pablo Alabarces empezó a desarrollar una investigación que no dejaba de resultar extraña, vista desde el ámbito académico o intelectual: escribir la historia del futbol. Su nacionalidad es argentina, lo que de cierta manera explica tantos años de entrega al proyecto, que si bien hoy día tiene un resultado concreto en el libro Historia mínima de El futbol en América Latina, le ha permitido acercarse de diferentes maneras a una práctica de la cual él mismo es un ferviente aficionado.
“A lo largo de la historia ha sido muy simple inventar metáforas sobre el futbol, la mayoría de ellas bastante malas. Una metáfora en Argentina es ‘se juega como se vive’; la idea es muy simpática, pero es absolutamente falsa. No se juega como se vive: se juega como se puede, así como se vive como se puede. El jugador, el aficionado, el hombre, las mujeres, el señor más joven, el niño, la niña... esas metáforas aparecen cuando le quieren dar una dignidad al futbol que no necesita”.
Interesado en la influencia del futbol a la hora “de la conformación del identitario nacional colectivo”, el investigador recuerda otra cita famosa, en donde la figura es Albert Camus, quien fue arquero en Argelia, y que decía: “Todo lo que aprendí sobre la vida, lo aprendí en un campo de futbol”, pero eso es falso, asegura, porque “Camus aprendió muchas más cosas en la estructura colonial de la Argelia dominada por Francia, que en un campo de futbol”.
“¿Por qué la importancia del futbol tiene que pasar por un lugar que no sea simplemente el del placer? Hay placer hasta en la derrota, porque te permite comprobar que sigues perteneciendo a una identidad con la cual no paras: ser aficionado no te paga nada, aun cuando debes invertir dinero y cuando tu equipo es derrotado sales diciendo ‘otra vez hemos sido derrotados, pero sigo fiel a una identidad que no me deja nada a cambio de todo lo que yo pongo’. Eso se llama placer, me parece que eso es suficiente, no sé por qué le tenemos que buscar respuestas más profundas, dramas humanos o cosas por el estilo. Es juego”.
Espacio de placer masculino
En Historia mínima de el futbol en América Latina, aparecido dentro de la colección Historia mínima, impulsada por El Colegio de México, Pablo Alabarces cuenta desde las leyendas fundacionales, hace más de un siglo, hasta la última clasificación mundialistas, desde México hasta Argentina.
“En nuestras sociedades, el futbol es un espacio de placer masculino, y femenino en crecimiento, como pocas otras cosas, lo cual no significa que sea en toda la sociedad, aun en las sociedades tan futbolizadas como las latinoamericanas no es un espacio universal”, asevera el profesor titular de Cultura Popular de la Universidad de Buenos Aires. Alabarces está convencido de que el futbol es un espacio de placer que juega en dos canchas: por un lado, si uno es simplemente es aficionado, el futbol es una ficción maravillosa, que para colmo mueve memorias, tradiciones, identidades, que “si tu padre era de este equipo y tu abuelo de aquel”.
“Si uno ve una telenovela de Televisa, sabe cómo empieza y cómo termina, en el medio puede haber variaciones, pero todos sabemos quién se va a casar con quién y no hay sorpresa posible; cuando uno ve un partido de futbol, no sabe cómo va a terminar ese juego, aunque esté el primero contra el último de la tabla. Ahí hay para el espectador un lugar fantástico para la ficción”.
Falta trabajo comparativo
Del otro lado del campo está la práctica del juego, porque quienes lo juegan encuentran un deporte fantástico, no necesariamente bello, a decir del investigador, “porque es factible que para quienes vean un partido de aficionados ‘patadura’, como decimos en Argentina, ese partido no sea bello, pero para quienes lo practicamos puede ser el más bello de la historia”. “Y para colmo se ha transformado en la mayor mercancía en la industria cultural contemporánea, porque lo vemos todos los días, lo hablamos todos los días, lo escuchamos y lo leemos todos los días: es un juego y el juego es, y esto ha sido largamente estudiado, un espacio de creatividad, imaginación, ficción, fantasía y placer”.
La investigación de Alabarces está siendo financiada por organismos científicos argentinos desde hace más de dos décadas, lo cual refleja que el fútbol comienza a ser considerado de otra manera, incluso piensa que no se puede seguir afirmando que el mundo intelectual menosprecia al futbol, “es difícil ahora no conocer el equipo del cual es hincha un intelectual”.
“El argumento por el cual acepté escribir el libro es porque nunca se había hecho. Creo que a nuestro continente le falta trabajo comparativo, que ponga en relación nuestras historias y nuestros saberes y nuestros pesares, pero además, los aficionados al futbol somos enciclopedistas, hay quien presume hasta conocer las alineaciones de los equipos ajenos”.