Milenio Tamaulipas

El escándalo del año

- Álvaro Cueva alvaro.cueva@milenio.com

Por favor deje de hacer cualquier cosa que tenga planeada para esta noche y luche por ver el canal ID (Investigat­ion Discovery) a las 22 horas, porque a esa hora se va a estrenar la primera parte de Perfecto mentiroso.

Estamos ante uno de los proyectos más revolucion­arios en los últimos años, estamos ante una de la historias más asombrosas de todos los tiempos, ante un acontecimi­ento indiscutib­le para los amantes de la televisión.

Perfecto mentiroso es miles de veces más morbosa que Luis

Miguel, la serie y decenas de miles de veces más delicada que los debates de los candidatos presidenci­ales.

Es una bomba que lo mismo involucra al papa Francisco que a Bill Clinton, a Barack Obama que a Vladimir Putin y a Elton John que a los diseñadore­s de modas más sofisticad­os del mundo.

Tiene locaciones en Nueva York, Santorini, Barcelona, Venecia, Boston, París, Los Ángeles, Moscú, Bahamas y no le he dicho nada.

Esto es una locura por la que las plataforma­s más exitosas del mercado como Netflix y Amazon Prime Video y los canales premium más exigente del planeta como HBO y Fox Series matarían por tener para un día domingo.

Es material para noticiario­s, para programas de espectácul­os, para mesas científica­s, para la gente chismosa, para la que sabe. ¡Para todos!

Yo todavía no me repongo y no puedo creer que algo así haya sucedido, que haya acabado con tantas vidas y que haya involucrad­o a tantísimas celebridad­es.

Es la telenovela perfecta, el programa más sensaciona­lista, el talk show más grotesco. Es la conjunción de todo lo peor y de todo lo mejor que se haya podido hacer en la televisión hasta el día de hoy.

¿Qué es Perfecto mentiroso?

¿De qué trata? ¿Por qué tanto elogio?

Antes que nada, le voy a aclarar un punto: no le voy a vender trama para no arruinarle la experienci­a. Sería una falta de respeto. Usted va a poder leer todo este texto sin la más mínima preocupaci­ón editorial.

Perfecto mentiroso es un ejercicio de televisión real muy novedoso, entre documental, factual y reality show, considerad­o programa especial y dividido en dos partes de una hora, que narra algo que le sucedió hace muy poco a una comunicado­ra de Estados Unidos de nombre Benita Alexander.

Benita, como muchas conductora­s de televisión, se involucró de más en algo que estaba cubriendo pero, contrariam­ente a lo que suele suceder en estos casos, le fue muy bien, demasiado bien.

¿Y? ¿Qué tiene esto de espectacul­ar? Que, sin proponérse­lo, acabó metida en una historia de amor, muerte, riqueza, corrupción, sexo, viajes, poder, bodas, asesinatos, moda, divorcios, influencia­s, banquetes, joyas, flores, amistades y valores familiares.

Dicen que la realidad supera la ficción. Bueno, esto hace que las películas de James Bond parezcan un cuento de hadas incluyendo la parte tecnológic­a.

¿Cuál es la nota? Que quienes solemos ver mucho cine y televisión estamos acostumbra­dos a apreciar cierto tipo de lenguajes cada vez que hablamos de documental­es, factuals y reality shows. Perfecto mentiroso es otra cosa. Es algo completame­nte diferente y, por lo mismo, un espectácul­o mucho más moderno, adictivo y fascinante.

Como su protagonis­ta es una comunicado­ra profesiona­l, una mujer del siglo XXI que vive por y para las redes sociales, éste no es un documental, un factual o un reality show convencion­al.

Es el primer documental selfie de la historia de la televisión, un factual hecho por su protagonis­ta uniendo los correos, los videos, los mensajes de WhatsApp y hasta los audios de su contestado­ra telefónica.

Estamos antes la creación de un nuevo lenguaje audiovisua­l, de una técnica que sin dejar de ser profesiona­l y competitiv­a a escala global le permite a su protagonis­ta, a la víctima de éste y de cualquier otro conflicto, sincerarse de una manera distinta, ser indiscutib­lemente honesta, desahogars­e, liberarse y hasta mandar mensajes.

¿Por qué? Porque finalmente esto le podría estar pasando a cualquier mujer del mundo, porque esto se podría repetir.

Y no lo digo únicamente desde la perspectiv­a del bien. Esto se podría repetir también desde la perspectiv­a del mal. ¡Hay vidas humanas de por medio!

Amo Perfecto mentiroso porque estoy convencido de que representa un antes y un después en la historia de la comunicaci­ón pero también porque, a pesar de mostrar tantas cosas tan sucias, no es una apología del delito.

Todo lo contrario, es un concepto que nos invita a reflexiona­r sobre el crimen, sobre el amor y la justicia.

¿Ahora entiende mi entusiasmo? Sé, mejor que nadie, que hay 14 mil estímulos en las diferentes ventanas que integran la industria de la televisión. Pero de todos, al menos hoy,

Perfecto mentiroso es el más importante, el que nadie se puede perder. Recuerde: la cita es hoy a las 22 horas por el canal ID (Investigat­ion Discovery). Le va a encantar. De veras que sí.

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ESPECIAL Es un espectácul­o mucho más moderno, adictivo y fascinante.
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