Los costos de abandonar el caso Ayotzinapa
El día que se fue el GIEI, el gobierno cerró la cortina.
Se terminó la interlocución con el gobierno. Con los cambios en la PGR —de Arely, a Cervantes, a un encargado— y la salida de Roberto Campa de Gobernación se terminó todo.
Los esfuerzos de búsqueda se olvidaron. Y sí, hasta los ministerios públicos dedicados se fueron, llegaron otros, o los que estaban entendieron que no era prioridad.
Ya estará en manos de otros gobiernos, han de haber pensado.
Y así, el expediente original, el de la verdad histórica, quedó ahí, abandonado. El mismo en el que los expertos del GIEI habían visto miles de defectos, vacíos, lagunas, excesos. El mismo que está construido con alfileres y con usos y costumbres de la muy vieja PGR. Y un abogado defensor lo tomó en serio y siguió persiguiendo el interés de sus clientes.
Clientes, por cierto, sin sentencia todos estos años —para los que les preocupa tanto la Constitución desde ayer, leer el artículo 17.
Y entonces, ese desastre que en nuestra devastada PGR aún se atreven a llamar expediente llegó a tres jueces en un colegiado. Y pues hicieron lo que hicieron. Decirle a la PGR pues que así no. Que no puede un país firmar tratados internacionales, introducir en su Constitución y en sus leyes derechos, procesos, reglas de comportamiento, recolección de evidencia, construcción de culpabilidad y luego ignorarlas y actuar como en el siglo pasado.
Y entonces, el Tribunal tomó una decisión: la creación de una comisión inédita y sin marco legal, con más de un defecto, la justicia en manos de las víctimas, por ejemplo, que uno de sus párrafos justifica, pero que creo también explica:
“Ahora, tomando en consideración que lo sucedido en Iguala, Guerrero, los días veintiséis y veintisiete de septiembre de dos mil catorce, constituye un hecho sin precedente, y ello da lugar a adoptar medidas y determinaciones que quizás tampoco encuentran antecedente en la historia moderna de nuestro país. Para este tribunal colegiado, está claro que el éxito de dicha Comisión será también el éxito del propio Estado, y de sus instituciones, pero, sobre todo, constituirá la materialización de la verdad y la justicia, en el marco del estado de derecho que debe prevalecer en todo país democrático, como el nuestro”.
Es decir, si a ustedes PGR les vale madre la ley, a nosotros también. El desastre es tal que podemos inventar otra cosa. Total.