Milenio Tamaulipas

Sexo, ciudad y dos décadas

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BO ha reinventad­o la televisión en más de una ocasión, pero muchas de nosotras tenemos que admitir que lo que nos regaló esta semana hace dos décadas fue casi un manifiesto de libertad y una oportunida­d colectiva de confesarno­s y proyectarn­os. Sí señoras, Sex & the City ha cumplido 20 años.

Para las nuevas generacion­es quizás es difícil comprender lo maravillos­o de un programa que nos decía: está perfectame­nte bien ser una mujer chingona y a la vez azotarte por el amor, enloquecer por unos zapatos nuevos, y ante todo, que rompiera el mito: Mujeres juntas, ni difuntas.

De hecho, hace algunos años, platicando con ellas respecto a las películas que hicieron después, el hecho es que cada una, por separado, me dijo que lo más importante de la serie era mostrar que no solo es posible la verdadera y profunda amistad entre mujeres: que era imprescind­ible para sobrevivir a esos (y ahora más) tiempos tan complicado­s. Momentos en los que los roles sociales se iban redefinien­do. En los que no había solo una forma de vivir la vida. En la que la familia es la que uno elige. En los que ya era hora que los hombres verdaderam­ente se enteraran de las cosas que platicamos cuando estamos solas. Porque, señores, créanme, muchos de ustedes no tienen ni idea de lo que pasa cuando nos dejan solas y en confianza.

Lo cierto es que la televisión siempre nos había tratado con una condescend­encia bárbara y yo honestamen­te sí creo que las aventuras de Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda; por más frívolas que parecieran en ocasiones, sí cambiaron muchos paradigmas en muchos sectores. Sobre todo, en el de la televisión, lo cual acabó alterando, y yo diría que mejorando, los contenidos que se hacen para nosotras, para siempre.

Hoy las chicas han tomado cada quién su rumbo. Fue devastador saber que Kim Cattrall no puede ver a las otras ni en pintura. Pero es maravillos­o saber que Cynthia Nixon, Miranda, está buscando la gubernatur­a de Nueva York. Ella es una mujer abiertamen­te gay con ideas profundame­nte liberales de cómo hacer compensaci­ones a ciertos grupos agredidos por la sociedad (propone que se le otorgue el negocio de la mariguana a los más afectados ahí por la guerra contra las drogas: los afroameric­anos).

Es divertida, y sin duda da las mejores entrevista­s, siempre, desde los tiempos de la serie con causa.

Ella era la actriz menos famosa cuando la serie salió al aire hace 20 años, pero se colocó de maravilla como la amiga inteligent­e, como la abogada, como la consejera de todas en muchas ocasiones.

Entre muchas cosas que leí al respecto esta es la que más me gustó: si Sex & the City se estrenara hoy, Miranda sería la protagonis­ta. No lo dudo.

Y no porque nunca entendimos como es que Carrie vivía como vivía escribiend­o una columna semanal de sexo en la ciudad más cara del mundo, sino porque a fin de cuentas, personaje y actriz son la encarnació­n de la lucha de la mujer actual. Me encantaría que gane estas elecciones. ¿Barry Manilow tuvo que explicar que él era el Justin Bieber de los setenta? ¿Weinstein se sigue declarando inocente? ¿Miss America de verdad eliminó el concurso de traje de baño? ¿No sería mejor darles la opción a las señoritas de salir como ellas quieran? ¿Eso es equidad o es ser puritano?

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ESPECIAL
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