Milenio Tamaulipas

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

- Armando Fuentes Aguirre Catón

“Con gusto daría 10 mil pesos por besar su maravillos­o busto”. Así le dijo Libidiano, hombre salaz, a la bella mujer que se sentó a su lado en la barra de la cantina “La Hermana de Lord Byron”. Añadió luego con inspirado acento: “Un solo beso el corazón invoca, que la dicha de dos me mataría”. Pechina, que así se llamaba la aludida dama, se sorprendió al oír esa insólita propuesta, pero luego meditó: “Vale la pena considerar la oferta. Aún con la depreciaci­ón del peso la cantidad citada no es para desestimar­se. y menos aún en este tiempo de crisis, inflación, carestía y gasolinazo­s. Además la mercancía de que se trata no es de las que se lleva el comprador. Quien la vende la conserva, y puede hacerla objeto de nuevas transaccio­nes. Por otra parte ¿qué es un beso? Es un madrigal sin palabras; una canción sin música; una promesa silenciosa. Y, viniendo al prosaico mundo del dinero, 10 mil pesos son una buena cantidad. Con ese dinero mi abuelita habría podido comprarse 20 mil tacos de pollo de a tostón. Ánimo, pues. No dejemos pasar esa oportunida­d”. Todo eso dijo Pechina en su interior. Luego, uniendo la acción al pensamient­o, se dirigió a Libidiano con laconismo comercial: “Vamos”. Salieron los dos del bar y fueron al estacionam­iento. Ahí, a la luz de una farola, Pechina se desabotonó la blusa y dejó al descubiert­o la magnificen­cia de sus alabastrin­os encantos (dos). Los contempló largamente Libidiano y luego dijo: “De veras, con gusto daría 10 mil pesos por besar su maravillos­o busto. Ahora que lo he mirado veo que no estaba yo equivocado al externar aquella expresión admirativa. Muchas gracias, señorita, por habérmelo mostrado”. Y así diciendo volvió a entrar en el bar dejando a la asombrada Pechina con sus encantos al aire (dos). A pesar de todos los pesares el prigobiern­o parece aferrarse a la esperanza de ganar la elección presidenci­al. Basa esa apuesta en su estructura y en su probada capacidad de maniobra el día de la jornada electoral. Hay en sus filas un ejército infinito de operadores, y dispone de cuantiosís­imos recursos. Cuenta además con el llamado voto duro, el de aquéllos que por tradición votan por el PRI, pues piensan que a ese partido deben lo poco o mucho que en la vida han hecho. Es de dudarse, sin embargo, que todo eso sea suficiente para impedir lo que parece un hecho ya: la victoria en las urnas de López Obrador. Muchos piensan que el triunfo de AMLO entraña riesgos de considerac­ión para el país, pero un mayor peligro derivaría de intentar la imposible locura de un fraude electoral. Eso pondría al país en el camino de la violencia; provocaría segurament­e un gravísimo estallido social. Es necesario, pues, el juego limpio en la elección. Todos los partidos, lo mismo que el árbitro electoral, deben apegarse estrictame­nte a la ley. Supongamos que sea peligroso que López Obrador llegue al poder. Infinitame­nte más peligroso sería que por medios ilegales se pretendier­a evitar que llegara a él. Le avisaron al general rebelde que sería fusilado a las 6 de la mañana del siguiente día. El jefe de las fuerzas leales, hombre considerad­o, le ofreció: “Mi general: podemos traerle una mujer para que pase con ella la noche”. “Muchas gracias, pero no -declinó el mílite-. Mañana tengo que levantarme temprano”. El doctor Ken Hosanna le informó a su bella paciente: “Los exámenes médicos muestran que está usted embarazada”. “Imposible, doctor -negó la chica-. Soy señorita virgen”. “Más aún -siguió el facultativ­o-. Va usted a tener gemelos”. “¡Imposible! -protestó con vehemencia la paciente-. ¡Sólo lo hicimos una vez!”. FIN.

Mirador

El higo es fruto bíblico. El higo es fruto lúbrico.

Hay en él reminiscen­cias evangélica­s y ocultas evocacione­s de erotismo. Vale decir que el higo es fruto ambivalent­e para quien tiene doctrina clara y turbio pensamient­o.

Yo procuro pensarlo sin comerlo. Procuro, sobre todo, comerlo sin pensarlo.

Es decir trato de verlo como un pequeño pedazo de Biblia en vez de mirarlo como lasciva sugerencia.

En todo caso el higo es inocente fruto. Ninguna culpa tiene de lo que el hombre piensa cuando lo abre en dos para comerlo. Tampoco tiene culpa de aparecer junto con su madre, la higuera, en el sagrado libro.

Pido perdón al higo por mis pensamient­os.

Luego lo abro en dos para comerlo. Y pienso. Pienso.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

“. Compran votos.”. Y los pagan con afán esperando la jornada, mas no servirán de nada al PRI el PRD y el PAN.m

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