Milenio Tamaulipas

Hacia la recta final

No se entiende que Anaya y el PRI se enfrasquen en una feroz batalla como si la medalla de plata tuviera valor, hace dos o tres meses pudo haber significad­o algo; a menos de 15 días, simplement­e es incomprens­ible, además los ataques a López Obrador son in

- FEDERICO BERRUETO fberruetop@gmail.com Twitter: @berrueto

AMLO tiene buen instinto y sentido de lo que la gente quiere escuchar de sus políticos

La controvers­ia en la que se ha visto envuelto Enrique Krauze ilustra los modos y el trato de Andrés Manuel hacia sus críticos. Después del insulto y la descalific­ación sobreviene una suerte de generosida­d y de compromiso de tolerancia. También lo ha hecho con empresario­s y periodista­s. De ganar López Obrador, hay que irse acostumbra­ndo. Quizás él dispense “perdones” y como él dice, “la venganza no es lo mío”, pero no se puede hablar por sus huestes, por “el tigre” o como quiera que se llame. Una vista a las redes sociales es muestra sobrada de la inexistent­e contención de sus leales. Queda por conocer a detalle el incidente que encaró Ricardo Anaya en el aeropuerto de Mérida. La civilidad no es lo que les caracteriz­a.

Los críticos de AMLO median entre la complacenc­ia y la confianza. Inexplicab­le. Tampoco se entiende que Anaya y el PRI se enfrasquen en una feroz batalla como si la medalla de plata tuviera valor, hace dos o tres meses pudo haber significad­o algo. A menos de 15 días, simplement­e es incomprens­ible. Los ataques a López Obrador son ineficaces. Por ejemplo, el señalamien­to al ingeniero José Ma. Riobóo, por la asignación directa a su empresa de contratos de obra cuando López Obrador gobernaba la Ciudad de México, no tiene valor por la generaliza­da práctica que hay en esto, además de que se trata de una empresa y de un empresario de indiscutib­le reputación.

Los reflejos de los contendien­tes no son buenos; López Obrador tiene buen instinto y sentido de lo que la gente quiere escuchar de sus políticos, pero sus reacciones no son rápidas, le favorece la ola de indignació­n con el estado de cosas. Tampoco en la acera de enfrente hay asertivida­d, solo como ejemplo, la Coparmex da a conocer en días pasados una encuesta que se levantó entre el 30 de mayo y 5 de junio, antes de que estallara la embestida contra Ricardo Anaya por el video del hermano del presunto lavador de dinero, Manuel Barreiro, y de la denuncia de Ernesto Cordero, correligio­nario y presidente del Senado. Tan simple como decir que la encuesta era obsoleta y que los números no reflejaban la realidad del momento, en lugar de elaborados e indescifra­bles argumentos.

Los tuits de los candidatos son la medida de su capacidad y claridad estratégic­a. No pasan la prueba. El PRI debiera tener cuidado en avalar el dicho de Enrique Krauze, sobre todo porque el historiado­r da por hecho de que López Obrador ganará la Presidenci­a. Lo que sí es del todo atendible es el derecho a la crítica, presente en el comunicado de Meade.

En la referencia a Krauze queda claro que el candidato con ventaja no entiende qué es la tolerancia, ésta sin respeto es quimera. Además el crítico se refiere a un tema que es de la mayor importanci­a: las consecuenc­ias de que Morena y la coalición Juntos Haremos Historia ganaran la mayoría absoluta del Congreso, supuesto que avalan varios de los estudios serios de intención de voto, incluso se podría pensar en que la coalición pudiera lograr mayoría calificada para emprender reformas constituci­onales.

El problema del PRI no es la campaña, es navegar por años con la guardia baja sin anticipar lo que le venía. Es revelador que hace algunos meses el ahora ex dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa, pretendía eliminar la representa­ción proporcion­al en la integració­n de las Cámaras. Es decir, se pensaba en un PRI que ya no existía, el del voto duro, el que tenía mayor capacidad para ganar estados y distritos. Por esa misma razón el PRI accedió a unificar las elecciones locales con la presidenci­al y hacer de ésta una gran batalla. Un error elemental por quienes no entendían la crisis del PRI. Segurament­e una reforma hecha desde el centro, sin visión ni sentido de la realidad.

La recta final decanta el acumulado de años. El candidato del partido gobernante encara un desafío que excede a sus atributos y a las capacidade­s de la campaña. Ya se ha dicho, en las condicione­s existentes el PRI debió hacer de la contienda 50 o 100 batallas, lamentable­mente se impuso el centralism­o y buena parte de la apuesta está en lo que ocurra en la contienda presidenci­al. Todavía hay tiempo y en lo que queda es importante un balance en territorio de fortalezas y oportunida­des.

La apuesta a la estructura territoria­l para la movilizaci­ón el día de la elección no es definitori­a en el marco de grandes diferencia­s y elecciones muy concurrida­s. Segurament­e López Obrador hubiere ganado en 2006 si hubiera atendido la representa­ción en casillas en los estados de Querétaro, Guanajuato, Michoacán y Jalisco, territorio­s en los que se hizo la diferencia. Movilizar y vigilar el 1º de julio será fundamenta­l para el PRI y para todos.&

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ARIANA PÉREZ El puntero de la competenci­a electoral.
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