“Soy Kevin, tengo 16 y soy alcohólico”
El adolescente relata a MILENIO que comenzó a beber a los 8 años; posteriormente vinieron las drogas y más tarde el coqueteo con el suicidio... hasta que pidió ayuda
“No quería dejar de tomar ni de drogarme; pensaba que estaba bien, que era la edad”
Con 14 años de edad, Kevin M. pidió ayuda a su mamá para integrarse al grupo Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos (AA) “porque ya me sentía muy mal y no encontraba ninguna otra forma de sentirme bien conmigo mismo. No podía parar de beber ni de drogarme, me sentía muy desesperado”, relató.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (Encodat 2016-2017), 12.9 por ciento de niños y niñas consumen vino en exceso y 1.6 por ciento abusa del mismo.
Kevin M. —quien actualmente tiene 16 años— hizo un llamado para que todo niño o joven sepa que se puede pedir ayuda y que no importa la edad que se tenga, AA es un lugar donde pueden encontrar apoyo y evitar que la adicción progrese.
La historia
En entrevista para MILENIO, Kevin M. compartió que inició con el consumo de alcohol a la edad de ocho años, con amigos mayores que él a los que “veía como dioses, porque podían adquirir y consumir más que yo”. A los 12 años beber se volvió más frecuente y justo cuando cumplió 13 años empezó a fumar mariguana.
Originario de Jalisco, aseguró que no era problema conseguir alcohol o drogas, primero por- que en su grupo de “amigos” había personas mayores de edad que podían adquirir las bebidas y, después, porque también hay “tienditas” en las que los vendedores “no se fijan en la edad” de sus consumidores, sobre todo si en éstas se venden narcóticos. “Conforme fue progresando, empecé a usar más drogas y un día me di cuenta de que no me sentía bien al beber y drogarme, no llenaba un vacío que sentía por el que empecé a consumir. Me di cuenta de que si seguía por ese camino no iba a llegar a ningún lugar y, al contrario, iba a sentirme peor”, dijo el joven. Compartió que incluso pensó en suicidarse: “Lo único que esperaba era morir drogado o en un accidente”.
Fue en ese momento que pidió ayuda a su madre, quien también enfrentaba alcoholismo y que ya asistía a un grupo de AA. “Me llevó el mismo día que le pedí la ayuda, me dieron una junta de información, una bienvenida y me quedé. “Me costó trabajo dejar los viejos moldes, pero conforme fue pasando el tiempo me di cuenta que se puede vivir bien sin alcohol y sin drogas”, dijo.
El llamado
Ahora con 16 años de edad, hace un llamado a los niños y jóvenes para que se acerquen a uno de los más de 15 mil grupos de Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos (AA).
“A los 14 años era el lugar en el que menos quería estar, pero fue en donde me pude sentir bien. Yo tenía prejuicios con AA y pensaba que solo era para un borrachito con su botella y arrepintiéndose, pero en mi grupo hay gente joven que está buscando dejar de beber y drogarse.
“Me siento tranquilo, para mí fue difícil hacerlo, pero los resultados han sido totalmente diferentes a los que me imaginaba”, señaló.
Kevin M. forma parte de una fría estadística en donde la separación de los padres o disfunción familiar son factores para que los niños y jóvenes caigan en el consumo de alcohol y drogas.
De padres divorciados, y a pesar de que contaba con el apoyo de ellos, llegó a sentirse abandonado, pero ahora compartió que el beneficio de pedir ayuda e ingresar a AA fue sentirse tranquilo y dejar de buscar aprobación de los demás, además de que puede relacionarse con sus padres de una forma más sana y no tener la necesidad de estar “borracho o drogado” para hacerlo. “Yo no quería dejar de beber ni de drogarme porque pensaba que estaba bien, que era parte de mi edad, que era algo que tenía que vivir y estaba experimentando, pero ese experimento se convirtió en sufrimiento cuando menos me di cuenta, porque avanza muy pronto en enfermedad y de estar en una fiesta acompañado pasé a estar encerrado en mi cuarto yo solo, algo que no quería”, finalizó Kevin M.