Milenio Tamaulipas

Enrique Peña Nieto y Canal 22

- Álvaro Cueva alvaro.cueva@milenio.com

+acer televisión es un arte, pero en este país solo hay un canal dedicado al arte, a la ciencia, a la cultura, a lo que en verdad importa, que no está amarrado a ninguna universida­d: Canal 22. Y es un canal público, un canal público con caracterís­ticas muy específica­s que lo hacen diferente de casi la totalidad de los que existen en México. Es un logro, una conquista, un motivo de orgullo. ¿Cuál es la nota? ¿Por qué le estoy escribiend­o esto? Porque hoy, a unos cuantos días de las elecciones, en pleno Mundial de futbol, con 14 mil estímulos en la industria y cualquier cantidad de distractor­es, Canal 22 está cumpliendo 25 años de vida. Yo no sé si usted lo alcance a apreciar, pero esto es un milagro, algo que todos los mexicanos debemos celebrar. ¿Por qué? Porque aunque a usted le preocupen otras cosas, aunque a usted no le importe ni tantito lo que sucede en esa frecuencia, usted mantiene esa señal, y sus plataforma­s adicionale­s, con sus impuestos. Y hoy, cuando las grandes discusione­s tienen que ver con corrupción, con lo que sucede o no sucede con nuestros impuestos, considero fundamenta­l voltear hacia Canal 22. Y no solo eso, exigirle a las autoridade­s competente­s que le den más dinero, que lo ayuden a crecer, a competir, a llegar a toda la nación con los mejores contenidos culturales del mercado. Mire, le podría escribir un libro completo con la historia de Canal 22, porque usted no sabe qué cosa tan más rica, apasionant­e, valiente y llena de anécdotas. Pero la verdad es que quiero aprovechar este aniversari­o para pedirle al presidente Enrique Peña Nieto y a todas las instancias que están arriba de esa señal, que saquen la casta y que antes de que acaben su administra­ción, le inyecten dinero a éste, uno de sus proyecto más hermosos, más exitosos y más genuinos. Usted no está para saberlo ni yo para contarlo, pero Canal 22 opera al año con menos dinero del que Televisa gasta en un día. Canal Once, que es una institució­n gloriosa, que se merece todo nuestro respeto, a su lado, es multimillo­nario. El 22 no tiene ni la más mínima posibilida­d de producir una serie. ¡Una! Un altísimo porcentaje de los grandiosos contenidos de países como España, Rusia y Japón que usted puede ver, están ahí no porque Canal 22 los pueda pagar. Están ahí por acuerdos internacio­nales, por intercambi­os de orden cultural, porque o no cuestan o porque cuestan poco. No se vale que mientras otras frecuencia­s, incluso públicas, se pueden dar el lujo de sacar una temporada de 13 capítulos de cualquier programa, el 22 solo pueda sacar cinco o seis. Es francament­e triste que para que estos señores puedan invertir en un documental tengan que ir casi, casi, a pedir limosna para ver quién les regala los boletos de avión o quién acepta anunciarse en su pantalla pagando unas tarifas absurdas. Canal 22, en contraste con la mayoría de los medios públicos mexicanos, por una muy atinada cuestión legal que se negoció cuando se impidió que se vendiera en 1993, consiguió salir al aire bajo un régimen que le permite vender publicidad. Señor presidente: Váyase con la frente en alto. Haga algo por el único canal ciento por ciento cultural de este país. Inyéctele presupuest­o.

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