Pablo Soler Frost vuelve al sitio más feliz, la literatura
El autor mexicano reflexiona sobre la tradición y la modernidad en un libro que combina el teatro con una historia con tintes familiares
Su intención era contar una historia sobre la familia y el teatro como ejemplo de evolución creativa. Eso pensaba Pablo Soler Frost hace año y medio, cuando terminó la escritura y revisión de la novela Europa y los faunos (Literatura Random House, 2018). Ahora es diferente. “Resulta que me interesaba la reflexión acerca de la tradición y lo contemporáneo. Estamos en un mundo totalmente inédito, con miles de cosas nuevas, y todos aprendemos a desenvolvernos con los adminículos que hemos creado para hacer una vida supuestamente más fácil, pero que trae sus propios problemas de interpretación, de imagen y de existencia. Incluso hay escritores que han logrado tener mayor presencia en Twitter que en medios tradicionales de creación”, cuenta el escritor a MILENIO.
“Es una novela sobre las identidades. La que le funciona a cualquier persona está lejos de las máscaras o los fantasmas, y el teatro que se ha montado para hacer pensar a los demás que es de tal o cual manera. “Mostrarse uno mismo tiene riesgo, porque uno no es perfecto ni tiene respuesta a las cosas ni más voz que otros. Se trata de mostrarse con todos sus defectos, vulnerabilidades y fallos, y ver si hay espacio para uno mismo”.
Soler Frost recuerda que venía de momentos muy oscuros, por lo que se planteó una novela ambiciosa, primero con la intención de demostrarse a sí mismo “que aún funcionaban algunas de las sinapsis de mi cerebro, que todavía tenía cierta empatía por la literatura y que, al final, uno puede regresar, aunque sea distinto o haya cambiado, a los lugares en los que uno fue feliz, como la literatura”.
Añade: “Me interesaba mostrar que la generación de nuestros abuelos no era tan tradicional como creemos, y que, al mismo tiempo, hay jóvenes que no son tan modernos como creemos. Quería reflejar la ductilidad de los seres humanos. Hasta hoy no me había dado cuenta de que Europa y los faunos es una reflexión sobre el siglo XXI y los anteriores, entre la tradición y la modernidad”.
Para el escritor y político decimonónico Guillermo Prieto, “Ignacio Ramírez realizó mayores hazañas que el propio Hidalgo, porque su obra era la libertad intelectual y procuró darle al pueblo más esperanza que las servidumbres en una parcela sin futuro o sin destino propio, terminando con la eterna esclavitud de los desposeídos”.
El verbo de Ramírez, conocido por su seudónimo El Nigromante, era tan vehemente como certero. Clericales y políticos fueron sus blancos favoritos. No por nada Antonio López de Santa Anna dijo en una ocasión: “Ya me debe muchas publicaciones ofensivas”. Y doña Soledad, mujer de alta sociedad que después sería su esposa, recordaba que le habían informado que se trataba de “un apóstata, ateo y precursor del exterminio de la sociedad conservadora y decente”.
Durante esta semana, en el Foro San Miguel de San Miguel de Allende, su tierra natal, se celebran los 200 años de nacimiento del escritor liberal. Las conmemoraciones, que incluyen mesas redondas, conferencias, una obra de teatro, exposiciones y otras actividades, concluirán mañana a las 18:30 horas con la presentación de la Orquesta Escuela Carlos Chávez (OECC) y el Ensamble Escénico Vocal (EEV), dirigidos por Eduardo García Barrios.
Emilio Aranda, coordinador de Grupos Artísticos del Sistema Nacional de Fomento Musical (SNFM), dijo a MILENIO que, como parte de su formación, los integrantes de la OECC presentan conciertos con programas especiales fuera de las salas de concierto para generar nuevos públicos.
Aranda explica que, en el caso de este concierto, que será al aire libre, se buscó un programa que “tuviera que ver con el ambiente que rodeó al Nigromante, lo que se escuchaba cuando el personaje tenía sus ideas libertarias, cuando escribía sus textos, cuando tuvo su época de mayor esplendor. También se incluyen obras que tienen que ver con el espíritu liberal de la época”.
El amplio programa que será interpretado incluirá piezas como “Intermezzo”, de la ópera Atzimba, de Ricardo Castro; “Dios nunca muere”, de Macedonio Alcalá; “Adiós, mamá Carlota”, de Vicente Riva Palacio; “Club Verde”, de Rodolfo Campodónico, y Sobre las olas, de Juventino Rosas. También se tocará la “Suite núm. 1”, de la ópera Carmen, de Georges Bizet.
Para el funcionario del SNFM, que jóvenes músicos toquen la música mexicana “es primordial. Por eso siempre tratamos de incluir en nuestros programas obras de autores nacionales. Esto les permite darse cuenta de dónde proviene su identidad, que es muy importante en la música sinfónica mexicana”.
El también director indica que, por ejemplo, “Adiós mamá Carlota” es una canción que refleja el espíritu que privaba después de la intervención francesa, “pero que también tiene ecos en la Revolución mexicana. Con este repertorio, los alumnos aprenden lo que sucedía en el entorno de cada pieza musical. Eso es parte de nuestro modelo educativo, donde también se toman clases de historia relacionadas con los programas que están desarrollando”.
En cuanto al EEV, Emilio Aranda mencionó que “es uno de los grupos de excelencia del SNFM. Es un grupo un poco más experimental, en el que los integrantes también bailan, hacen coreografías y movimientos escénicos”.
“Ya me debe muchas publicaciones ofensivas”, le escribió alguna vez López de Santa Anna